Cristianismo y revolución

El 15 de Febrero se conmemoran 50 años de la muerte de Camilo Torres Restrepo, un sacerdote católico y académico entregado a la guerra de guerrillas en Colombia cuya vida culminó en las selvas en medio de un combate

Mucho se ha dicho al respecto de su vida y su entereza al momento de defender las causas sociales. Camilo también fue el fundador de la primera facultad de sociología de Latinoamérica y un incisivo líder político en la Colombia de los sesentas. Pero una de los aspectos más relevantes de su vida fue la manera en que presentaba una visión marxista del cristianismo, una fe que debía ponerse por obras de manera tan literal que de ser necesario se alzaría en armas a fin de lograr sus objetivos altruistas.

Esta posición no estaba aislada del contexto latinoamericano.Con el reciente triunfo de la revolución en Cuba, Latinoamérica comenzó a sufrir una transformación política como resultado de la influencia del marxismo-lenismo que pronto encontraría un aliado en la religión. El concilio Vaticano II había promulgado lo que ellos llamarían “Doctrina Social”, la cual siendo interpretada desde diferentes contextos produjo la conocida Teología de la Liberación.
Estas posturas teológico-sociales rápidamente comenzaron a expandirse por los países del Cono Sur, hasta el punto que en septiembre de 1966; en Buenos Aires, Argentina; la revista “Cristianismo Y Revolución” hizo lo que sería la primera de muchas publicaciones (hasta 1971) al respecto del tema, convirtiéndose al mismo tiempo en la voz de grupos armados y de guerrillas que abrazaban algunos aspectos de la fe.
Pero ¿qué tiene que ver el cristianismo con la revolución? ¿Es bíblico asumir posiciones extremistas con el fin de traer al mundo la justicia social? Estas preguntas ameritan una respuesta.

Una base bíblica mal interpretada

Gran parte de los postulados de este movimiento estaban basados en una interpretación sesgada de algunos pasajes de la biblia. Entre ellos Hechos 2:44-45

Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.

De acuerdo con la Teología de la Liberación, uno de los principales objetivos del cristianismo es promover una especie de Social-comunismo entre los profesantes. Esta posición ignora algunos aspectos interpretativos que deben ser tenidos en cuenta a fin de dar el sentido correcto al texto y al resto de la Escritura.
Muchos de los creyentes que habían creído en Cristo a causa del primer discurso de Pedro eran judíos, por lo que pronto comenzaron a experimentar una persecución familiar y civil; siendo despojados de sus tierras y pertenencias, su refugio vino a ser la naciente iglesia. Esta actitud de compartir y suplir las necesidades entre ellos, era movida por el amor y la misericordia y no como un intento por presentar un modelo de gobierno social alternativo.
También es necesario considerar que esto obedece a un relato histórico y que el texto no pretende convertirse en un modelo que debe ser reproducido.

 

El mensaje de la Biblia mal entendido

El propósito de la Palabra de Dios no es convertirse en un modelo para resolver los problemas sociales aunque ciertamente ofrece principios para los individuos, que aplicados de manera fiel van a reflejarse en la justicia social y el bien económico.

Un ejemplo de ello es que en la Biblia no se pretende resolver problemas como la esclavitud (Ef 6:5); sin embargo, fue precisamente el mensaje de la biblia el que se empleó para promover la igualdad de los hombres y la reivindicación de la dignidad humana en el tiempo de la emancipación.

De acuerdo con la Palabra de Dios, los problemas de la humanidad no parten de una sociedad enferma, —tal como Rosseau propondría: “El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”—; sino de un individuo caído y afectado radicalmente en todos sus estamentos internos, de modo que sus afectos, emociones y voluntad tienden siempre al mal y al pecado. (Rom 1:28). Dicho de otra manera; antes de buscar la transformación de la sociedad enferma, la biblia busca recrear a un hombre muerto en sus delitos y pecados.

Un Cristo mal interpretado

De acuerdo también con la Teología de la Liberación, Cristo no sólo fue un Salvador sino un líder que promovió activamente la igualdad y se opuso a la injusticia social. Eso es verdad hasta cierto punto; sin embargo no fue ese su propósito sino una consecuencia inherente al oponerse al pecado.
Por ejemplo; cuando Zaqueo recibió a Jesus en su casa, su reacción fue devolver a los pobres lo que les había robado (Lc 19:8), esa no fue una petición de Jesus, pero si una consecuencia de haber perdonado sus pecados.
Todos los relatos relacionados estaban siempre motivados por asuntos espirituales como prioridad: La multiplicaciones de los panes, la purificación del templo, conertir el agua en vino etc.

Todo el propósito de Cristo fue anunciado desde el Antiguo Testamento (Gen 3:15) y es por eso que al morir en la cruz, las palabras “Consumado Es” (Jn 19:30) dejan ver que su meta era la propiciación de los pecados de los hombres.

Entonces ¿qué debemos hacer?

Una de las acusaciones del marxismo contra la religión es que ésta es el opio de los pueblos. Él se refería que los cristianos (y religiososo en general) pensaban tanto en su eternidad que se olvidaban, como drogados por opio, de luchar por las injusticias del mundo en que vivían. De acuerdo con Marx; la religión era desinteresada por este mundo y parecía que no les hacía sentir dolor.
No estoy muy seguro sin Marx tenía una perspectiva correcta; algo de verdad hay en eso: los creyentes estamos en este mundo pero no somos de este mundo (Jn 17:14). Sin embargo, es no implica una actitud pasiva e indiferente, lo cual también sería antibíblico. La posición del cristiano debe tener en cuenta dos aspectos:

  • El primero es que mientras estemos en este mundo padeceremos de injusticias por causa del pecado que mora en los corazones de los hombres. Jesús dijo: a los pobres siempre los tendréis entre vosotros (Jn 12:8) lo que significa que aún antes del fin de las cosas no habremos llegado a la perfecta justicia.

 

  • El reinado de Cristo aunque está presente entre nosotros en términos espirituales, aun no se ha consumado en su plenitud. Pero tendremos un día en que él gobernará con justicia y su trono será afirmado para siempre. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. (Ap 21:4)

 

  • El segundo aspecto a tener en cuenta es que si bien no podemos esperar establecer la justicia perfecta en este mundo, la Biblia nos manda a orar, promover y practicar la justicia. El apóstol Santiago dice: La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo (Stg 1:27)
    Nuestra fe debe estar en una dinámica constante en favor de la justicia. Debemos socorrer a los necesitados, ayudar a los pobres, orar por los gobernantes para que gobiernen con justicia y también someternos a las autoridades.

Finalmente; toda nuestra motivación debe ser promover la gloria del Señor y no convertir el bien común en nuestro dios. Esa es la diferencia entre el pensamiento revolucionario, el cual no tiene en cuenta los medios con tal de lograr el fin, mientras que en el cristianismo, tanto los medios como el fin deben buscar la gloria de Dios (1 Cor 10:31).

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Jacobis Aldana

Está casado con Keila y es padre de Santiago y Jacobo. Jacobis sirve en el ministerio pastoral desde 2010. Es licenciado en Teología del Seminario Teológico de Miami (MINTS) y actualmente candidato a Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary. Ha servido como director editorial en Soldados de Jesucristo y es miembro fundador de la Red de iglesias Bíblicas del Caribe Colombiano y también trabaja como maestro-directivo de la fundación de Estudios Bíblicos Alfa y Omega.

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