Historia y problemas de la visión del G12

Imagen con un texto proyectado de la visión del G12

Este artículo hace parte de una serie de publicaciones al respecto de la doctrina y visión del G12 asociada a la Misión Carismática Internacional.

Los creyentes no debemos pensar en condenar una doctrina como errada solo porque es el consenso de la mayoría; debemos ser responsables y eso implica conocer lo que rechazamos. Eso es lo que significa contender ardientemente por la fe (Jd 1:3).

En cuanta a la doctrina del G12, la cual estamos tratando de observar con minucioso cuidado, conviene que observemos qué es lo que está mal, teológicamente hablando, en el fondo de esta visión, y para eso es necesario mirar cómo surgió y como se ha desarrollado a lo largo de los años.

El problema teológico de la revelación

Esta es la declaración en el sitio web oficial de la Misión Carismática Internacional, acerca de cómo fueron los inicios del movimiento:

“Sueña con una iglesia muy grande, porque los sueños son el lenguaje del Espíritu; porque la iglesia que tu pastorearás será tan numerosa como las estrellas del cielo y como la arena del mar, que de multitud no se podrán contar”. Fue la promesa que Dios dio al Pastor César Castellanos en el año 1983, y que dio inicio a la iglesia Misión Carismática Internacional, comenzando con 8 miembros en ese mismo año.[1]

Este es un lenguaje conocido, sin embargo, es interesante que el llamado y la “revelación” es casi exactamente  extraída de Gen 22:17, donde después de ser probada su fe, Dios reafirma su pacto con Abraham de bendecir en su simiente todas las naciones de la tierra.

El problema con esto es que el sentido de estas palabras, que, aunque está en la biblia, poco a nada tienen que ver con lo que un hombre terrenal pueda hacer. La revelación completa de las Escrituras nos muestra que esta es una promesa que tendría su cumplimiento en Jesucristo mismo (Gal 3:14) y de cómo por medio de él la promesa del Espíritu, de ser libres y redimidos del pecado, vendría no solo a judíos sino a todos los que fueran de la fe de Abraham.

De modo que al juzgar con justo juicio lo que en el fondo impulsa el desarrollo de la visión del G12, tendríamos que concluir que se trata de la usurpación del sentido de un texto explícitamente asociado al plan de redención, para ser atribuido a lo que una persona está supuesta a hacer.

Pero alguien dirá, –¡Se ha cumplido!, él no puede contar sus seguidores – Eso de ninguna manera prueba que la revelación este teniendo cumplimiento. Muchas personas han existido atribuyéndose virtudes mesiánicas, muchos le han seguido, pero de ninguna manera eso no prueba su virtud y tampoco que sus motivos hayan sido los correctos.

El otro asunto en cuestión es con qué criterio podemos decidir si su revelación es o no de parte de Dios, definitivamente la Biblia debe ser nuestro estándar, de lo contrario no podemos atribuir a una revelación de Dios todo aquello que funcione, esto es un pragmatismo peligroso, un tema amplio por cierto que quisiéramos abordar más adelante.

El problema de la visión del G12

Hemos visto como en el fondo la visión del G12 es movida por el deseo de crecer, de una iglesia que será numerosa, conviene ahora preguntarnos, ¿crecer a cuestas de qué?

La dinámica de evangelismo es basada en las conocidas cuatro leyes espirituales, de modo que la persona es inicialmente llevada a hacer una oración de fe con la que técnicamente ya se convierte en alguien que ahora sigue a Jesús. La persona es ingresada a un registro y es asociado como agregado al grupo de quien lo haya invitado a la iglesia.

El propósito resuelto y casi primario a simple vista es llevar a gente a la iglesia más que una preocupación genuina de hacerlo un discípulo de Cristo, y esto parece perfectamente consecuente con su declaración de propósito, tener una iglesia grande, independientemente de su salud espiritual y verdadera convicción de fe.

Tener en una iglesia mucha gente no es necesariamente un síntoma de la espiritualidad de esta. Mucha gente seguía a Jesús porque él les daba pan. Por supuesto, esto no significa que sea necesariamente negativo tener una iglesia grande, siempre y cuando se trate de verdaderos creyentes, que han nacido de nuevo y que han conocido las implicaciones del verdadero discipulado.

Nuestra meta no es llenar la iglesia, nuestra meta ha de ser llevar a las personas a Cristo. No podemos ver a los que no tienen a Cristo como los objetivos de nuestro marketing religioso a fin de sellar nuestro éxito como organización. No es crecer a expensas de lo que sea. No, esa no es la meta de la fe.

El modelo de la visión

Pero no es allí donde acaba todo. Una vez alguien está en una lista o en una “célula”, los ahora “nuevos discípulos” son motivadas a para ser enviadas a participar de una práctica de grupo desarrollada por G12: Encuentros. De esto hablaremos en otro capítulo de la serie.

Mientras esto ocurre, los nuevos caminantes son ahora llevados a la capacitación para el liderazgo y el ministerio, si, casi que de inmediato. Esta especie de entrenamiento es conocida como Capacitación Destino, que en palabras del mismo movimiento es:

Un curso modular de entrenamiento en liderazgo. El primer año está basado en seis módulos y cubre temas como los fundamentos del Cristianismo, de la Visión G12, liderazgo eficaz y el Espíritu Santo.

Cada módulo contiene 10 clases desarrolladas alrededor del innovador proceso de enseñanza de tres etapas: Conectar, Concebir y Crear, diseñadas para involucrar a los estudiantes con el material y producir resultados positivos y duraderos. Es el elemento esencial del paso de Discipular de la Visión G12.

Las personas que son capacitadas son animadas a abrir células cuya meta es tener doce discípulos, cuando se tiene a estos doce la célula se convierte en discipulado.

El modelo sigue desarrollándose, de manera que cuando alguien tiene un número determinado de células o grupos bajo su cuidado y liderazgo (entre 200 o 250, e incluso podría variar de acuerdo a la región donde se encuentre), entonces está capacitado para ser pastor.

El problema del modelo es que el llamado de Dios se mide en la capacidad de convocar. Las personas son motivadas continuamente por el incentivo de ser promovidos y de ascender en la escalera de liderazgo, lo cual está asociado a mayor reconocimiento e influencia.

En esta dinámica alguien puede llegar a ser líder sin estar capacitado bíblicamente para enseñar. En algunos casos adolescentes de 14 años que logran tener sus doce ya son considerados líderes.

En este modelo todos los creyentes son llevados a ejercer un liderazgo como si se tratara del único don en la iglesia. Según las palabras de César Castellanos, la meta de la visión es «hacer de cada persona un líder de célula». Al final de la ecuación, el resultado es que no tenemos personas que desarrollan el arte de liderar, pero no de ser liderado, al menos no por mucho tiempo.

Por demás está decir que el techo de la escalera es el mismo fundador y su familia, algo curioso, por cierto.

Otro aspecto interesante de todo esto, es que los liderazgos que se desarrollan carecen de autonomía en cuanto a lo que enseñan. No es posible enseñar nada fuera de las directrices del liderazgo principal, las cuales están resumidas en temáticas espiritualizadas (Los derramamientos, confesar, declarar y anular, rompimiento de maldiciones generacionales etc.). Pero de esto hablaremos en un artículo adelante.

En resumen; el problema de la visión del G12 está en el fundo, en sus mismos inicios, ser grandes, crecer, ser incontables, todo esto partiendo de un entendimiento equivocado de la promesa del Señor a Abraham y que es de estricto cumplimiento en Cristo. Este entendimiento equivocado promueve a su vez una dinámica de liderazgo rápido, basado en los resultados y motivado por los incentivos de promoción.

Nada que podamos defender con el testimonio íntegro de las Escrituras, definitivamente.


[1]https://mci12.com/nuestra-iglesia/En la sección “nuestra historia”.

Foto: g12.co

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Jacobis Aldana

Jacobis Aldana

Está casado con Keila y es padre de Santiago y Jacobo. Jacobis sirve en el ministerio pastoral desde 2010. Es licenciado en Teología del Seminario Teológico de Miami (MINTS) y actualmente candidato a Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary. Ha servido como director editorial en Soldados de Jesucristo y es miembro fundador de la Red de iglesias Bíblicas del Caribe Colombiano y también trabaja como maestro-directivo de la fundación de Estudios Bíblicos Alfa y Omega.