De la frustración a la restauración

Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: !!Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar. Juan 21:7
 
Ningún estado de ánimo suele ser tan limitante de nuestras acciones como el sentimiento de frustración. Sentir que hemos fracasado en algo que pensábamos que resultaría es aplastante y todos en algún momento nos hemos enfrentado a ello.
 
Los discípulos habían sido dispersados por causa de la muerte de Cristo. Ellos habían incluso regresado a sus antiguas actividades al ver esfumarse su esperanza de liberación. Parece que ellos no habían entendido el propósito de la muerte y resurrección de su maestro, lo cierto es que la frustración era tan grande que volvieron a su antiguo oficio, el que precisamente habían dejado para seguir al Señor. Esa sentimiento parece que era más fuerte en Pedro que en los demás. Él es quien toma la decisión de ir a pescar y los demás lo siguen; seguro van en silencio a la barca, nadie dice ni una palabra. Pedro llevaba sobre sí el duro remordimiento por haber negado a su Señor justo en la noche de su muerte y eso intensificaba más la percepción de su fracaso.
 
Pero Jesús aparece. De manera inesperada manifiesta un milagro que sólo podía ser hecho por él. Que momento más emocionante. Pedro, que estaba sin ropa, algo que encajaba con la realidad de su espíritu, él no estaba vestido de discípulo sino de pescador; pero toma de nuevo su ropa, sabe que algo esta a punto de ser restituido, así que, sin esperar a ir en el bote, se tira al mar para llegar a nado hasta donde el Señor. Lo que pasó después es buena historia. Jesús lo restaura de nuevo al ministerio y la frustración termina convirtiéndose en el éxito de una predicación que trajo al arrepentimiento a tres mil personas.
 
Muchas veces las circunstancias por las que pasamos a diario nos llevan a sentirnos como Pedro. Parece que perdemos la esperanza de que algo pueda cambiar y es posible que hasta dejemos de sentirnos creyentes; pero nuestro Dios es fiel. Él nos sostiene por la diestra de su justicia, él comprende que somos carne y nos ayuda en nuestras debilidades. Dios es quien convierte nuestras más terribles frustraciones, en algo para la propia Gloria suya.

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Jacobis Aldana

Está casado con Keila y es padre de Santiago y Jacobo. Jacobis sirve en el ministerio pastoral desde 2010. Es licenciado en Teología del Seminario Teológico de Miami (MINTS) y actualmente candidato a Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary. Ha servido como director editorial en Soldados de Jesucristo y es miembro fundador de la Red de iglesias Bíblicas del Caribe Colombiano y también trabaja como maestro-directivo de la fundación de Estudios Bíblicos Alfa y Omega.