Expulsar a un miembro de la Iglesia, ¿es bíblico?

Hombre triste con manos en la cara por expulsar a un miembro de la iglesia.

Hablar de la disciplina de la iglesia o de lo que significa expulsar a un miembro de la iglesia podría ser algo nuevo para algunos, una amarga experiencia para otros, pero independientemente de los conceptos que tengamos asociados a ella, es bíblica en toda su extensión.

Mucho se ha escrito al respecto de este tema y yo no pretendo con este artículo sustituir esas enseñanzas, mi propósito es, más bien, que podamos recordar o ampliar sobre la importancia que aplicar la disciplina bíblica tiene para la salud de la iglesia.

El asunto de la excomunión o expulsión de un miembro de la iglesia como parte del proceso de disciplina, puede encontrar algunas reacciones favorables y otras no tanto. Los extremos han hecho que este no sea un asunto del que no se habla con toda comodidad.
Algunos pastores o iglesias, son demasiado blandos en este sentido, ocasionando así afrenta al cuerpo de Cristo, y otros la administran de manera tan informal y autoritaria que terminan haciendo más daño con el remedio que el que se ocasiona con la enfermedad.

Expulsar a un miembro de la Iglesia es el final de un proceso, no una decisión emotiva

Algunos pecados que se cometen en la iglesia suelen producir un efecto más traumático que otros entre los miembros de la iglesia, es por eso que el liderazgo puede reaccionar con emotividad y saltar el proceso bíblico.

Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.  Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. (Mt 18 15:17)

Este pasaje, al que se le considera la cátedra en el tema, muestra de manera explícita, y en palabras del mismo Señor Jesucristo, cuál es el proceso a seguir en una disciplina antes de la expulsión. Lo que notamos evidentemente es que es un proceso que debe administrarse de manera progresiva y no abrupta.

Muchos hermanos han sufrido hasta el día de hoy los estragos de una disciplina mal administrada. Nadie puede usar la escritura para hablar de expulsión si antes no la usa para hablar de un proceso que se administra en amor, misericordia y verdad.

Puedes escuchar, ver o escuchar el sermón: La disciplina en una iglesia conforme a la Biblia

La excomunión es tan bíblica como el amor, por tanto, no son excluyentes

Otro extremo peligroso en cuanto a la excomunión es el tratar de interponer un amor — generalmente falso, sentimental, no bíblico— ante la administración del debido proceso.

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De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cuál ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción? (1 Cor 5:1-2)

El texto que hemos citado presenta un caso muy conocido en la Biblia: Un hombre, miembro de la iglesia de Corinto, había tomado por mujer a la esposa de su padre, en un caso de aberración que ni siquiera entre los gentiles se mencionaba. Sin embargo, los hermanos de Corinto no habían tomado acciones, apelando a un amor superior (… Y Vosotros estáis envanecidos), en lugar de lamentarse, se jactaban de su falsa misericordia.

El amor no excluye la disciplina, de hecho, es todo lo contrario, el amor produce disciplina, sabiendo que esta es necesaria para el sano crecimiento de la iglesia. Disciplinar con expulsión tampoco es un acto de falta de misericordia, en tal caso, eso sería una acusación directa a Jesús, según lo enseñado en Mateo 18.

La excomunión no se da por pecados en especial, sino por uno solo: la falta de arrepentimiento

Nosotros traemos en nuestro ADN la tendencia de categorizar nuestras faltas con el propósito de reducir la culpa; lo cierto es que todos los pecados son igualmente juzgados delante de Dios (Stg 2:10) y es por eso que no podemos decir que la expulsión es por tal o cual pecado. De hecho, tal y como lo hemos mencionado, por tratarse de un proceso, lo que finalmente se condena no es tanto el pecado en particular como la falta de arrepentimiento.

Después de haber ido personalmente donde alguien (Mt 18:15), y al no ver arrepentimiento llevar a dos o tres testigos (Mt 18:16) y no ver muestras de cambio ni siquiera al llevarlo ante la iglesia (Mt 18:17), lo que se evidencia es un corazón endurecido y que no ha sido convencido de su pecado, eso es lo que pasa a ser la causa de su expulsión.

Un hermano que caiga en pecado de fornicación, escandaloso, hurto, o algún otro tipo de inmoralidad, si muestra arrepentimiento genuino, lo que la iglesia debe hacer es trabajar en su restauración con espíritu de mansedumbre.

La excomunión es bíblica porque tiene motivaciones bíblicas

A estas alturas debemos preguntarnos ¿por qué es necesario expulsar al hermano que ha pecado? ¿Cuál es el propósito final?

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La Biblia es clara al presentar las razones por las cuales este proceso, aunque doloroso, es necesario.  Algunas de esas motivaciones son:

  • Preservar el testimonio de Cristo entre los incrédulos (1 Cor 5:1)
  • Para sentar un precedente y promover la santidad en la iglesia ( 1 Tim 5:20).
  • Preservar la unidad de la iglesia si se trata de un falso maestro que no quiere arrepentirse (Tit 3:10)
  • Buscar la salvación y el arrepentimiento genuino del transgresor ( 1 Cor 5:5)
  • Y finalmente Glorificar a Dios, exhibiendo como iglesia su Justicia y su Santidad (Mt 18:18)

No cabe duda que el proceso de excomunión tiene fines bíblicos y eso afirma la necesidad de su práctica en la iglesia cuando es necesario.

Hemos visto la forma en que la Biblia presenta la excomunión como un acto consecuente, con el carácter de Dios, su santidad y su justicia, pero también su misericordia, son claramente expuestos.  Esto nos permite ver además lo valioso que es el cuerpo de Cristo, el alto precio pagado por nuestros pecados y la forma en que su iglesia es sustentada y cuidada, a fin de ser presentada sin mancha y sin arruga delante de él.

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Jacobis Aldana

Está casado con Keila y es padre de Santiago y Jacobo. Jacobis sirve en el ministerio pastoral desde 2010. Es licenciado en Teología del Seminario Teológico de Miami (MINTS) y actualmente candidato a Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary. Ha servido como director editorial en Soldados de Jesucristo y es miembro fundador de la Red de iglesias Bíblicas del Caribe Colombiano y también trabaja como maestro-directivo de la fundación de Estudios Bíblicos Alfa y Omega.