Por tanto, no se preocupen por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástenle a cada día sus propios problemas. (Mt 6:34).
Estas breves palabras de Jesús recogen una de las ideas más hermosas de la sabiduría bíblica: los que confían en el Señor pueden estar tranquilos acerca de su futuro porque el Señor tiene cuidado de proveer lo necesario.
La vida cristiana es esencialmente una carrera por la confianza, no en nosotros mismos, sino en la bondadosa provisión del Señor, que viene cada día.
El texto que hoy consideraremos es el segundo evento en el que el Señor pone a prueba la fe de Su pueblo, esta vez ya no con sed, sino con hambre y hay varias enseñanzas que podemos aprender de la manera en que ellos respondieron a la prueba, pero también de cómo Dios les mostró su cuidado y les llamó, otra vez, a la obediencia.
Aunque el Pueblo de Israel había dejado atrás la esclavitud y había visto la mano poderosa del Señor en muchas formas, aún eran de confianza débil y estaban lejos de lo que Dios les demandaba en obediencia; así que Dios les permite este paso por el desierto con el propósito de que por medio de diversas pruebas ellos pudieran aprender a confiar y obedecer, a escuchar la voz de Dios como ovejas que siguen a Su pastor. Parte de este proceso fue doloroso, pero necesario, y la razón por la que estamos hoy frente a un texto como estos, es porque consideramos que es útil también para nosotros.
La idea que quiero proponerles a partir de este pasaje que hoy estudiaremos es la siguiente:
Los que son llamados a la libertad van a experimentar la tentación de volver a la esclavitud, pero debemos confiar en que la provisión del Señor es suficiente y obedecerle.
Y vamos a desarrollar esa idea a la luz de los siguientes puntos:
1. La queja a causa del hambre (1-3)
2. La provisión de Dios para el hambre (4-14)
3. La demanda de obediencia después del hambre (15-36)