Sacerdotes

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Todos alguna vez hemos tenido la experiencia de ver un álbum de fotos familiar y ruborizarnos ante nuestra apariencia o el tipo de ropa que usamos. ¡Cómo pude yo haber vestido así! Exclamamos. Pero lo cierto es que nuestra forma de vestir es un lenguaje que comunica bien, sea algo de una época, una cultura, un grupo social; pero también comunica algo de lo que somos. 

Lamentablemente, en una sociedad como la actual, invadida de la superficialidad de las redes sociales, con mucha frecuencia lo externo no siempre coincide con lo interno, aunque las formas de vestir de alguien pueden comunicar algo de su esencia, no es algo en lo que hoy en día se vea mucha coherencia. 

El pasaje que hoy contemplaremos está lleno de descripciones acerca de vestidos y accesorios. Pasamos de ver un manual detallado de arquitectura a una descripción minuciosa de las ropas que debía vestir aquellos que habrían de acercarse a la presencia de Dios. 

En los sermones pasados vimos que el Señor da detalles muy precisos del lugar en el que habitaría su presencia, también vimos que dicha presencia estaría oculta a los ojos del pueblo, un camino escondido por el que no todos podían transitar; sin embargo, hoy nos ocuparemos de ver quiénes son esos a quienes Dios llama a entrar a Su presencia y qué requisitos debían llenar. Hoy hablaremos de los sacerdotes, de sus vestiduras y su consagración.

Si pudiéramos resumir lo que hemos visto hasta ahora, sería algo como esto:

Dios ha llamado a su pueblo que estaba lejos para hacer un pacto y habitar en medio de ellos; pero para que el pueblo pueda acercarse a Él deben ser santos y consagrados. 

Y es justamente en esa línea que quiero proponerles el argumento de este sermón y es el siguiente:

Los que recorren el camino para acercarse al Señor deben ser santos y consagrados.

Y para desarrollar este argumento vamos a usar más o menos la misma estrategia que hemos usado en los últimos dos sermones. Veremos una descripción de los elementos y luego su significado e implicaciones. 

  • El vestido de los que se acercan al Señor (Capítulo 28)
  • La consagración de los que se acercan al Señor (Capítulo 29:1-37)

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