Devocional para el 4 de febrero

Versículo base: “Israel amaba a José más que a todos sus hijos, porque era para él el hijo de su vejez; y le hizo una túnica de muchos colores. Y sus hermanos vieron que su padre amaba más a José que a todos ellos; por eso lo odiaban y no podían hablarle amistosamente.” (Génesis 37:3-4)

A veces los errores más devastadores comienzan con algo aparentemente pequeño. Un gesto, una mirada, una preferencia. He conocido historias de como un comentario mal intencionado podía generar tensiones a una familia que no se resuelven por años, ni siquiera en las cercanías de la muerte, algo realmente doloroso. Y en la historia de José, vemos exactamente cómo un amor desproporcionado puede sembrar las semillas del dolor más profundo.

Jacob, también llamado Israel, cometió uno de los errores más comunes en la crianza: el favoritismo. José era el hijo de su vejez, nacido de su esposa amada Raquel, y eso lo hacía especial. Una túnica de muchos colores no era solo una prenda, era una declaración pública de su estatus preferencial. Imagina cómo se sentirían los otros hermanos, relegados y menospreciados.

El texto es brutal en su simplicidad: “por eso lo odiaban y no podían hablarle amistosamente”. No era un desacuerdo pasajero, era un veneno que iba corrompiendo las relaciones familiares con cada mirada, cada regalo, cada muestra de preferencia.

Así es como comienza una de las historias mas dramáticas y recordadas de la biblia y que estaremos siguiendo a lo largo de los dias que vienen. Vamos a ver de cerca esta familia de Jacob y especialmente el desarrollo de la vida de su hijo José, con quien Dios llevaría a cabo un propósito especial.

3 verdades bíblicas:

  1. El favoritismo destruye relaciones familiares. Cuando un padre o una madre muestran preferencia por un hijo, no solo hieren a los demás, sino que siembran semillas de amargura que pueden destruir familias enteras. Nuestra responsabilidad es amar a cada hijo como un regalo único de Dios.
  2. El pecado se gesta en pequeños momentos. La tragedia que vendría – la venta de José como esclavo – no surgió de la nada. Comenzó con envidia, con sentimientos no procesados, con dolor no sanado. Cada herida no sanada es una puerta abierta para el enemigo.
  3. Cristo viene a restaurar lo que el pecado destruye. El mundo ha normalizado los conflictos familiares. A menudo escucho de hermanos distanciados por años, de hijos enojados con sus padres; pero el Señor ha prometido por medio del evangelio traer restauración. Si miramos a Él, podremos ver nuestro pecado antes que el del otro y eso nos ayuda a acercarnos a la reconciliación. Si estás en una situación de discordia familiar, no dejes que el tiempo pase y tu corazón continúe envenenandose; puedes correr a Cristo y encontrar en Él todo lo necesario para el perdón.

Señor, perdónanos cuando permitimos que el favoritismo, los celos o la comparación contaminen nuestras relaciones. Ayúdanos a ver a cada persona como un regalo único, amado por Ti. Que tu gracia sane las heridas familiares y nos permita ver con tus ojos.

Lecturas del plan para hoy:

Génesis 37, Marcos 7, Job 3, Romanos 7.

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.