Devocional para el 28 de marzo

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Versículo base: «Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.» (Filipenses 2:5-7, NBLA)

El camino hacia abajo: la humildad de Cristo como modelo para todos

Hay algo para lo que no tenemos que hacer un gran esfuerzo para notarlo y es la manera en que continuamente estamos en una lucha por  mejores posiciones, más reconocimiento, mayor influencia. Yo mismo he sentido ese impulso. Y no es necesariamente malo querer progresar, pero hay algo radicalmente diferente en el camino de Cristo. Pablo toma una de las verdades teológicas más profundas —la encarnación del Hijo de Dios— y la usa para abordar algo tan cotidiano como los conflictos internos en una iglesia local. Es fascinante cómo las verdades más trascendentales del cristianismo tienen aplicaciones tan directas a nuestros problemas diarios.

Entendiendo el pasaje

Pablo escribe a la iglesia de Filipos, una comunidad que él amaba profundamente pero que experimentaba conflictos internos. En los versículos anteriores (2:1-4), Pablo les exhorta a estar «unánimes» y a considerar «a los demás como más importantes que uno mismo». Es en este contexto tan cotidiano —resolver desacuerdos en la iglesia— que Pablo introduce uno de los pasajes más profundos sobre la naturaleza de Cristo en todo el Nuevo Testamento.

Este «Himno Cristológico» describe el asombroso descenso voluntario de Cristo: desde la gloria divina hasta la muerte humillante en la cruz. El movimiento del pasaje es deliberadamente descendente: Cristo existía en la misma naturaleza de Dios, pero no consideró esta posición como un privilegio al que aferrarse. En cambio, se despojó a sí mismo, adoptando la condición de siervo. Este «auto-vaciamiento» (kenosis, en griego) no significa que Cristo dejara de ser divino, sino que voluntariamente limitó el ejercicio de sus prerrogativas divinas. El descenso culmina en «la muerte, y muerte de cruz», la forma más vergonzosa de ejecución en el mundo romano.

Pero lo fascinante es que el himno no termina con la cruz. En los versículos siguientes (9-11), Pablo revela el movimiento ascendente: «Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo». Aquí está la gran paradoja del reino: el camino hacia arriba es hacia abajo. Cristo no fue exaltado a pesar de su humillación, sino precisamente por causa de ella. En el reino de Dios se sube bajando. Lo que parece una derrota en términos humanos se convierte en la victoria más grande en términos divinos. Pablo utiliza esta extraordinaria teología no como una lección abstracta, sino como un modelo práctico para resolver conflictos comunitarios y para mostrar que la verdadera grandeza viene por el camino del servicio.

Tres verdades bíblicas

  1. La humildad cristiana está fundamentada en la realidad de Cristo, no en técnicas de autoayuda Pablo no nos pide simplemente «ser más humildes»; nos invita a tener «la misma actitud que hubo en Cristo Jesús». La diferencia es crucial. La humildad cristiana no es una técnica psicológica ni un ejercicio de autosugestión. Es una respuesta a la realidad de lo que Cristo hizo. Cuando luchas con conflictos en tu matrimonio, cuando sientes el impulso de defender tu territorio en el trabajo, o cuando te cuesta ceder en una discusión en la iglesia, la pregunta no es «¿qué debo hacer?», sino «¿qué hizo Cristo?». La respuesta a esa pregunta establece el patrón: quien tenía todo derecho a exigir, optó por servir. Quien merecía adoración, escogió el camino de la obediencia.
  2. Servir a otros requiere un despojo deliberado de nuestros derechos percibidos Cristo «no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse». El término harpagmos sugiere algo valioso que se agarra con fuerza. Cristo tenía todo derecho a aferrarse a su estatus divino, pero voluntariamente no lo hizo. En tu familia, ¿a qué «derechos» te aferras que te impiden servir? ¿El derecho a tiempo personal? ¿A reconocimiento? En tu trabajo, ¿qué privilegios consideras intocables? ¿Tu posición? ¿Tu reputación? En la iglesia, ¿qué aspectos de tu comodidad son innegociables? Cristo nos muestra que el verdadero servicio comienza cuando dejamos de aferrarnos a lo que creemos merecer. Servir genuinamente significa soltar primero.
  3. La obediencia más profunda suele llevarnos al lugar más bajo, no al más alto «Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». El camino de Cristo fue constantemente hacia abajo, no hacia arriba. Es fácil hablar de servicio cuando viene con reconocimiento, pero ¿qué sucede cuando servir significa ser ignorado o incluso rechazado? La obediencia de Cristo lo llevó al lugar más bajo posible en su sociedad. Esto contradice directamente la narrativa de nuestro mundo, donde el éxito se mide por cuán alto hemos ascendido. En tu vida diaria, ¿estás dispuesto a aceptar tareas que nadie ve? ¿A servir sin aplausos? ¿A hacer lo correcto aunque nadie lo reconozca? El verdadero seguimiento de Cristo no es una escalera hacia arriba, sino un descenso constante en humildad y servicio.

Reflexión y oración

El himno cristológico de Filipenses no es principalmente una declaración doctrinal, aunque ciertamente nos enseña profundas verdades sobre Cristo. Es, ante todo, un llamado a la acción. Pablo lo introduce precisamente para responder a la pregunta práctica: «¿Cómo debemos vivir juntos?». La respuesta es tan simple como exigente: como Cristo. Vivir con la actitud de Cristo significa tomar decisiones diarias de humildad y servicio que contradicen nuestros instintos naturales de autopreservación y autoexaltación. Significa considerar los intereses de los demás por encima de los propios, no como una estrategia de éxito, sino como reflejo genuino del carácter de nuestro Señor. Y la paradoja gloriosa es que este camino descendente es, en realidad, el verdadero camino hacia la exaltación. No buscamos la humildad para ser exaltados, sino que descubrimos que la verdadera grandeza viene por el camino del servicio.

Padre, tu Hijo tenía todo derecho a ser servido, pero escogió servir. Tenía todo privilegio de ser adorado, pero escogió humillarse. Reconozco que a menudo busco el camino hacia arriba en lugar del camino hacia abajo. Quiero el reconocimiento que viene con el servicio, pero no necesariamente el costo. Dame un corazón como el de Cristo, dispuesto a renunciar a mis «derechos» por el bien de los demás. En mi familia, ayúdame a servir sin esperar reciprocidad. En mi trabajo, guíame a poner las necesidades de otros por encima de mi comodidad. En mi iglesia, muéstrame cómo servir sin buscar visibilidad. Que tu Espíritu forme en mí esta actitud que reflejó tan perfectamente tu Hijo. En su nombre, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

Éxodo 39, Juan 18, Proverbios 15, Filipenses 2

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.