Devocional para el 11 de mayo

Versículo base: “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!” (Santiago 3:5, RVR1960)

Fe que se escucha en las palabras

Hemos visto que la fe se prueba en las dificultades (Santiago 1) y se muestra en nuestras obras (Santiago 2). Ahora Santiago nos lleva a otro terreno igual de desafiante: las palabras. El evangelio debe permear todas las áreas de la vida, y eso incluye nuestra lengua. Santiago nos advierte que una fe viva debe notarse, de modo que las cosas que decimos o hablamos, el cómo construimos o destruimos con nuestra lengua, es una forma de medir nuestra condición de fe.

Entendiendo el pasaje

Santiago 3 es uno de los capítulos más vívidos y gráficos de toda la carta. Aquí el autor expone el peligro y el poder de la lengua. Aunque es pequeña, tiene un impacto desproporcionado: como un timón que dirige un barco, como un fuego pequeño que puede incendiar un bosque entero. Santiago no está simplemente dando consejos morales; está mostrando que nuestra manera de hablar revela el estado profundo de nuestro corazón. Y ete es un pensamiento con el que ya debemos estar familiarizados. Fue el Señor mismo quien dijo que de la abundancia del corazón habla la boca.

La raíz del problema, nos dice, está en que con la lengua bendecimos a Dios, pero maldecimos a quienes están hechos a su imagen (v. 9-10). En otras palabras, hay una incoherencia espiritual cuando nuestra fe no alcanza nuestras palabras. Y aquí, déjame subrayarlo: Santiago no está diciendo que simplemente debemos “hablar bonito”; nos está llamando a una transformación desde adentro, donde la fe produce un nuevo patrón de comunicación.

Tres verdades bíblicas

  1. Tus palabras reflejan tu fe ¿Cómo hablas cuando nadie te escucha? ¿Qué tono usas con los tuyos en casa, en el trabajo, con tus amigos? No podemos separar nuestra lengua de nuestra fe. Si Cristo está reinando en tu vida, eso debe escucharse en palabras de verdad, de edificación, de humildad. Lo que dices revela en qué estado está tu relación con Dios.
  2. La lengua necesita control, no descontrol El problema de la lengua no es solo de carácter fuerte o de falta de paciencia; es un asunto espiritual. Necesitamos la ayuda del Espíritu Santo para controlar ese “fuego” que muchas veces arrasa relaciones, rompe confianza y hiere profundamente. Hoy te invito a orar para que Dios ponga guardia o cerrojo en tu boca. La disciplina del silencio, de pensar antes de hablar, puede ser una práctica que te ayude a evitar daños irreparables con tus palabras.
  3. Jesús es el modelo perfecto de palabras llenas de gracia Cristo habló siempre con verdad y amor, incluso cuando confrontaba. Él no solo nos salva de nuestras malas palabras, sino que nos capacita para hablar como Él: palabras que sanan, que animan, que edifican. El evangelio alcanza nuestra lengua para que nuestras palabras sean un reflejo de su gracia. El Señor también supo cuándo hacer silencio, y cuánto expresó con dicho silencio. Este es el estándar al que debemos aspirar.

Reflexión y oración

Hoy, en este tercer día caminando por Santiago, te pregunto: ¿qué dice tu lengua de tu fe? Una fe viva se nota no solo en tus acciones, sino en cada palabra que pronuncias. El control de la lengua es un asunto central en la vida cristiana. Si podemos domar este pequeño miembro, como dice Santiago, mostraremos madurez en nuestra vida de fe.

Señor, gracias porque tu Palabra me muestra áreas de mi vida que necesitan cambiar. Confieso que muchas veces mis palabras han herido, han sido arrogantes o vacías. Hoy te pido que transformes mi corazón para que de él broten palabras llenas de tu gracia. Ayúdame a hablar como Jesús. Por quienes hoy escuchan esta reflexión, dales sabiduría para usar sus palabras como instrumentos de bendición y no de maldición. Amén.

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*Lecturas del plan para hoy:

Números 20, Salmos 58-59, Isaías 9:8-21; 10:1-4, Santiago 3

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.