Devocional para el 8 de junio

Versículo base: «Y tomé el librito de la mano del ángel y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel; pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre. Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.» (Apocalipsis 10:10–11)

Una misión que sabe dulce, pero pesa en el alma

Después del horror del capítulo 9, uno esperaría más juicios, otra trompeta, un desastre más. Pero Apocalipsis 10 se detiene para recordarnos que Dios no está improvisando. El mundo puede parecer fuera de control, pero no lo está. El plan sigue. Y la iglesia sigue siendo parte de ese plan.

Entendiendo el pasaje

Apocalipsis 10 funciona como un interludio entre la sexta y la séptima trompeta. Es una pausa que vuelve a centrar a la iglesia en su llamado. Un ángel desciende del cielo con símbolos que nos remiten al trono de Dios: envuelto en una nube, con un arcoíris sobre su cabeza, rostro como el sol, piernas como columnas de fuego. Pone un pie sobre el mar y otro sobre la tierra, declarando autoridad sobre toda la creación. Juan escucha a los siete truenos hablar, pero se le ordena no escribir lo que oyó. Esto nos recuerda que no todo está para ser revelado; hay cosas que Dios guarda, y nuestra tarea es ser fieles a lo que sí nos ha mostrado.

El ángel jura por Aquel que vive por los siglos que «el tiempo no será más». Es una respuesta directa a los mártires que clamaban: «¿Hasta cuándo, Señor?» Dios no ha olvidado. Hay un momento preciso en el que todo se consumará. Entonces viene la escena clave: a Juan se le entrega un librito y se le ordena comerlo. Al hacerlo, experimenta algo revelador: en la boca, dulce como la miel; en el estómago, amargo. Esa es la experiencia de recibir la Palabra de Dios. Es vida, promesa y verdad, pero también trae juicio, denuncia y confrontación. No todo lo que Dios dice es fácil de asimilar.

Tres verdades bíblicas

  1. El plan de Dios avanza aunque el mundo parezca en ruinas El ángel pone un pie sobre el mar y otro sobre la tierra, reafirmando soberanía. Aun en medio del juicio y la dureza del corazón humano, Dios ejecuta su plan. La historia no está en pausa. Cuando las circunstancias te abrumen y sientas que todo se desmorona, recuerda que Dios sigue reinando y cumpliendo sus propósitos.
  2. La Palabra de Dios es dulce al recibirla, pero cuesta al vivirla Comer el librito es una imagen poderosa. Dios no solo quiere que sepas su mensaje, quiere que lo internalices. Pero cuando lo haces, descubres que no todo es dulce. Hablar de Cristo en un mundo que lo rechaza, denunciar la idolatría cuando es parte del sistema, sostener la verdad cuando es impopular, todo eso tiene un costo. Pero sigue siendo tu tarea como seguidor de Cristo.
  3. Dios renueva su llamado cuando más podrías dudar de él Después de tanto juicio, uno pensaría que lo que sigue es silencio. Pero lo que Dios le dice a Juan es claro: «Es necesario que profetices otra vez». El sufrimiento, la hostilidad o el cansancio no cancelan la misión. Son parte de ella. Cristo mismo experimentó el rechazo y el dolor, pero cumplió su misión hasta el final, y ahora nos capacita para cumplir la nuestra.

Reflexión y oración

Dios no nos llamó a mirar el mundo desde lejos. Nos llamó a vivir en él con un mensaje en la boca. Ese mensaje nos alegra, pero también nos pesa. Sabemos que no todos lo recibirán, y que al decirlo, también seremos heridos. Pero es necesario. Porque él lo ha dicho.

Señor, gracias por confiarme tu Palabra. Ayúdame a recibirla con gozo y a proclamarla con fidelidad, aun cuando duela. Dame valor para hablar cuando prefiero callar, y firmeza para seguir cuando todo alrededor parece desmoronarse. Que tu mensaje me llene y que tu Espíritu me sostenga. Amén.

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*Lecturas del plan para hoy:

Deuteronomio 12, Salmos 97–98, Isaías 40, Apocalipsis 10

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.