Versículo base: «Entonces Jesús dijo a Sus discípulos: “Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y que Me siga”» (Mateo 16:24, NBLA)
El verdadero costo del discipulado
Si tuviéramos que resumir en una frase cuál es la esencia del llamado que el Señor Jesús nos hace, sin duda sería esta. Hoy en día muchos venden el evangelio como un camino en el que todos nuestros problemas se resuelven, donde el sufrimiento es casi sinónimo de maldición y donde prosperar económicamente fuera la meta suprema de la vida. Pero la verdad es que el Señor nunca prometió esas cosas, y si bien seguir a Jesús tampoco necesariamente implica una vida de desgracias, la verdad es que el discipulado tiene un costo alto y es nuestro deber entenderlo y ser claros cuando tengamos que presentarlo a otros, porque de lo contrario estaremos presentando un evangelio falso.
Entendiendo el pasaje
Este versículo aparece en uno de los momentos más cruciales del ministerio de Jesús. Acababa de revelar a sus discípulos su identidad como el Cristo, el Hijo del Dios viviente, después de la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo. Pero inmediatamente después de esta revelación gloriosa, Jesús comenzó a enseñarles algo que no esperaban: que él debía ir a Jerusalén, padecer mucho de parte de los ancianos, principales sacerdotes y escribas, ser muerto y resucitar al tercer día.
Pedro, instigado por Satanás, quiso evitar el padecimiento a Cristo, diciéndole que en ninguna manera algo como la cruz le aconteciera. La respuesta del Señor fue contundente: «¡Apártate de mí, Satanás! Me eres piedra de tropiezo; porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres». El Señor les estaba dejando claro a sus discípulos que sus padecimientos eran necesarios y que ellos mismos también tendrían que padecer. No podía haber discipulado sin cruz, no podía haber reino sin sufrimiento, no podía haber gloria sin dolor. Este es el contexto en el que Jesús pronuncia estas palabras sobre tomar la cruz y seguirle.
Tres verdades bíblicas
- El discipulado tiene un costo alto Seguir a Cristo no es una moda; es una decisión con implicaciones para nuestra comodidad. El Señor dijo que nos traería dificultades, que pondría «a los padres contra los hijos, y los hijos contra los padres» (Lucas 12:53). Así que no debes sorprenderte cuando te encuentras pasando por alguno de estos padecimientos. Que sufras no significa que el Señor te haya abandonado, ni mucho menos. Es cierto que eso a veces viene como consecuencia de nuestro pecado o decisiones, pero a veces es el resultado de haber tomado el camino del Señor, que es uno que se opone al mundo. El discipulado real requiere sacrificio, renuncia y disposición a perder cosas que el mundo considera valiosas.
- Un evangelio sin cruz es una idea del diablo No te escandalices; eso fue lo que el Señor le dijo a Pedro cuando quería que el Señor evitara pasar por la cruz. Su respuesta fue contundente: «Apártate de mí, Satanás, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres». El trabajo del diablo es ese: quitar nuestros ojos de las cosas eternas, mantenernos distraídos con las cosas que este mundo ofrece con el propósito de que abandonemos lo más valioso. Cualquier predicación que te prometa prosperidad sin cruz, bendición sin sacrificio, o gloria sin padecimiento, está alineada con la tentación satánica de evitar el camino estrecho que Cristo trazó. El evangelio verdadero incluye la cruz, tanto la de Cristo como la nuestra.
- Seguir al Señor involucra negarnos a nosotros mismos y seguirlo Esta es la idea clara del texto. Negarse a sí mismo no significa simplemente dejar algunos hábitos malos o hacer algunos sacrificios ocasionales. Significa una renuncia radical a vivir para nosotros mismos, a ser el centro de nuestras propias vidas. Significa que tus planes, tus deseos, tus ambiciones, tus comodidades quedan subordinadas a los propósitos de Cristo. Tomar la cruz significa aceptar voluntariamente el instrumento de muerte para el yo, para la carne, para todo lo que se opone a Dios en tu vida. Y seguirle significa que él marca el rumbo, él establece las prioridades, él define lo que es éxito. No es Cristo quien se adapta a tu vida; eres tú quien adapta tu vida a Cristo.
Reflexión y oración
El llamado de Cristo es radical y costoso, pero también es el único camino hacia la vida verdadera. La cruz que te invita a tomar no es solo sufrimiento; es el medio por el cual muere todo lo que te separa de la plenitud en él. No hay atajos en el discipulado, no hay versiones light del evangelio. Pero hay una promesa: quien pierda su vida por causa de Cristo, la hallará.
Señor Jesús, reconozco que muchas veces he querido seguirte sin la cruz, he buscado las bendiciones sin el sacrificio. Ayúdame a entender que negarme a mí mismo no es una pérdida, sino el camino hacia la vida verdadera. Dame fuerzas para tomar mi cruz cada día y seguirte, sin importar el costo. Que mi vida refleje que tú eres el Señor, no solo mi Salvador. Amén.