Versículo base: «Por tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que sus pecados sean borrados, a fin de que tiempos de alivio vengan de la presencia del Señor» (Hechos 3:19, NBLA)
El evangelismo que extiende el reino (Serie 3/7)
Hemos visto hasta aquí en nuestra serie de devocionales sobre cómo se ve una iglesia conforme a la Biblia que Dios le ha dado una misión a su pueblo: ser sus testigos hasta los confines de la tierra. También les dio lo necesario por medio del Espíritu para hacerlo. Ayer vimos que el Señor también les dio el medio: la predicación fiel de su palabra. Pero la predicación debe cumplir el propósito de extender el reino además de proclamarlo, y es allí donde aparece el evangelismo, que no es más que compartir sobre Cristo a quienes no le conocen.
Entendiendo el pasaje
Este capítulo es parte del desarrollo continuo de la historia que vimos comenzar en Hechos 2. El poder del Espíritu que se manifestó en Pentecostés ahora se ve en acción a través de los apóstoles en su vida diaria. Pedro y Juan van al templo y se encuentran con un paralítico que pedía limosna. Este es el primer milagro registrado en la era de los apóstoles, una señal poderosa que confirmaba que habían sido enviados por el Señor. Pero el milagro fue solo el medio para algo más importante: la predicación del evangelio.
Ahora bien, cuando la multitud se reúne asombrada por la sanidad del paralítico, Pedro aprovecha la oportunidad para predicar. Esta historia continúa en el capítulo 4, donde vemos la valentía de los apóstoles al proclamar el evangelio ante la oposición que enfrentaron de las autoridades religiosas. Es importante observar los pilares del discurso de Pedro en el pórtico de Salomón: vio a los pecadores necesitados, les mostró claramente el evangelio identificando a Cristo como el Mesías que ellos habían rechazado, y los llamó al arrepentimiento. El sentido de este pasaje es que nos muestra cómo debe ser el evangelismo bíblico: motivado por la compasión, respaldado por el poder de Dios, centrado en Cristo, y dirigido hacia una respuesta de fe.
Tres verdades bíblicas
- Compartir el evangelio no es una opción Pedro y Juan no fueron al templo con la intención de hacer evangelismo, pero cuando se presentó la oportunidad, no la desperdiciaron. El evangelismo no es solo para pastores o misioneros profesionales; es la responsabilidad de todo creyente. Si has sido salvado, has sido comisionado. No puedes separar tu fe de tu testimonio porque tu salvación misma te convierte en testigo. La iglesia bíblica es una iglesia evangelística, no solo en programas especiales sino en la vida diaria de cada miembro. Cada vez que sales de tu casa, vas con una misión. Cada conversación es una oportunidad. No puedes quedarte callado sobre lo que Dios ha hecho en tu vida porque el evangelio es demasiado bueno para guardártelo.
- El evangelismo requiere compasión Observa la compasión que exhibieron los apóstoles con el paralítico. No lo vieron como un obstáculo en su camino al templo, sino como una oportunidad para mostrar el amor de Cristo. El evangelismo verdadero nace de un corazón que se duele por los perdidos, que ve a las personas como Jesús las ve: ovejas sin pastor, sedientas de esperanza, necesitadas de salvación. Cuando evangelizas por obligación o por programas, se nota. Cuando evangelizas por compasión genuina, el Espíritu Santo usa esa sinceridad. Las personas pueden detectar si realmente te importan o si solo estás cumpliendo una cuota religiosa. El evangelismo efectivo comienza con un corazón quebrantado por los perdidos.
- Compartir el evangelio requiere valentía Después del milagro, Pedro tuvo que decidir si aprovecharía la oportunidad o la dejaría pasar por miedo al rechazo. Escogió la valentía y predicó a Cristo abiertamente, aun sabiendo que las autoridades religiosas se opondrían. El evangelismo siempre requiere valentía porque vas a enfrentar rechazo, burla, oposición. Muchos cristianos guardan silencio porque temen lo que otros puedan pensar de ellos. Pero el miedo al rechazo humano no puede ser mayor que el amor por las almas perdidas. La valentía no significa que no sientes miedo; significa que haces lo correcto a pesar del miedo. Cuando entiendes lo que está en juego eternamente, encuentras la valentía para hablar de Cristo sin importar las consecuencias.
Reflexión y oración
El evangelismo es la extensión natural de la predicación. La iglesia que está siendo edificada por la palabra fiel inevitablemente se derrama hacia afuera en testimonio. No puedes separar la iglesia hacia adentro de la misión hacia afuera. Mañana veremos cómo esta actividad evangelística requiere el poder de la oración, pero hoy recordamos que cada miembro de la iglesia es un evangelista en potencia.
Padre, perdóname por las veces que he perdido oportunidades de compartir el evangelio por miedo o indiferencia. Dame un corazón compasivo que vea a los perdidos como tú los ves. Dame valentía para aprovechar las oportunidades que pones delante de mí cada día. Que mi iglesia sea conocida no solo por lo que ocurre adentro sino por cómo se extiende hacia afuera en amor y testimonio. Úsame como instrumento para que otros conozcan a Cristo y experimenten el perdón y la esperanza que solo él puede dar. Amén.