Devocional para el 18 de julio

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Versículo base: «Pero Pedro le dijo: “Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para mentir al Espíritu Santo y quedarte con parte del precio del terreno? Mientras permanecía sin venderse, ¿no te pertenecía? Y después de vendida, ¿no estaba bajo tu autoridad? ¿Por qué concebiste este asunto en tu corazón? No has mentido a los hombres sino a Dios”» (Hechos 5:3-4, NBLA)

La disciplina como marca de una iglesia bíblica

«NO existe una iglesia perfecta». Seguramente has escuchado esa frase antes y hasta es posible que la hayas utilizado. Y hay mucha verdad allí. No existe iglesia perfecta porque está compuesta por hombres y mujeres pecadores que todavía batallan con el pecado remanente de sus cuerpos, pero ¿significa eso que la iglesia de Dios es el lugar donde las personas pueden vivir de la manera que quieran? ¿Significa que debe tolerarse la práctica del pecado como algo normal que va a ocurrir de todas maneras? Esta es la quinta marca distintiva de una iglesia conforme a la Biblia: la disciplina eclesiástica.

Entendiendo el pasaje

El capítulo 3 del libro de Hechos termina con una escena emocionante. Los apóstoles libres predicando con valentía junto a muchos otros que habían tenido el mismo valor, y por parte de los miembros, muchos de ellos vendiendo sus propiedades para ponerlas al servicio de los apóstoles y que ellos repartieran a los más necesitados. Uno de estos hombres, llamado José, era un levita natural de Chipre quien había vendido una propiedad y trajo el precio de lo vendido a los apóstoles. Al ver tamaño acto de generosidad, lo apodaron Bernabé, un hijo de consolación.

Pero este hecho despertó la envidia de otros. Ananías acordó con su mujer Safira un plan que les permitiera tener también esta misma reputación y algo de reconocimiento por parte de la comunidad. Vendieron una de sus heredades por cierto precio, pero antes de llevarlo a los apóstoles, sustrajeron una parte de ese precio total para quedárselo. El plan parecía perfecto: damos a la iglesia, obtenemos reconocimiento y al mismo tiempo nos quedamos con buena parte del dinero. El único problema es que lo estaban haciendo delante del que conoce los corazones y las intenciones: el Espíritu Santo. Hay varios pecados conjugados allí: la mentira es el más visible, pero también hay avaricia y sobre todo hipocresía. Estaban aparentando un amor genuino por el grupo, cuando la verdad es que solo estaban buscando su propio beneficio y reconocimiento.

Tres verdades bíblicas

La hipocresía es el pecado que más detesta Dios. Ahora bien, ¿qué es lo que hace que este pecado sea tan grave como para que Dios actúe de manera tan severa con ellos? La verdad es que Dios no sigue castigando estos mismos pecados con la misma severidad, pero esto lo que deja al descubierto es lo que Dios piensa del pecado y cómo estos pueden ser potencialmente dañinos para el resto de la congregación. Ananías y Safira estaban actuando con alevosía, con perversión. A Ananías no se le dio oportunidad de arrepentirse frente a Pedro porque la tuvo todo el tiempo para hacerlo mientras planeaba su maldad. No estaban obligados de ninguna manera a proceder así, sin embargo lo hicieron. Era Satanás quien estaba controlando su endurecido corazón, de modo que decidieron mentir a Dios. Jesús se sentó con publicanos, perdonó a ladrones y predicó el evangelio a una samaritana adúltera, pero algo que él condenó con toda su fuerza fue la hipocresía de aquellos fariseos que por fuera parecían sepulcros blanqueados, pero por dentro estaban llenos de podredumbre.

Dios se identifica con su iglesia. Es interesante ver como Dios se identifica con su iglesia. Ellos habían mentido a los apóstoles, pero Pedro dice que no habían mentido a los hombres sino a Dios. Dios ve en serio el pecado y nosotros debemos verlo con la misma seriedad. La iglesia no debe ser un lugar en el que el pecado triunfe y puede ser que por un tiempo alguien viva burlando los ojos de los hombres, pero no podrá burlar nunca la mirada de Dios ya sea aquí o en el día del juicio. Meditemos también en la manera en que nuestros pecados pueden ser un problema para otros, cómo ellos pueden dañar la reputación de Dios, del evangelio y de la iglesia ante los hombres. Una persona que miente en su trabajo puede ser que piense que es un pecado pequeño, pero ese solo pecado está comunicando algo negativo de Dios y del evangelio.

La disciplina busca el arrepentimiento y la pureza. El proceso de disciplina no tiene como fin el castigo sino el arrepentimiento del pecador para su salvación y también la honra de la santidad de Dios. En Mateo 18 Jesús manda a que si alguien peca se busque su arrepentimiento de manera personal, luego en presencia de dos testigos y si no se arrepiente que lo digan a la iglesia, y si no escucha a esta última instancia, entonces que el tal sea considerado como un gentil o publicano. La disciplina tiene múltiples propósitos: mostrar la santidad de Dios, purificar a la iglesia para guardarla, preservar la reputación del evangelio y buscar el arrepentimiento de los creyentes. Como bien dice el autor de Hebreos en el capítulo 12, es cierto que la disciplina no parece ser causa de gozo, pero da fruto apacible de justicia. Una iglesia sin disciplina no refleja la santidad de Dios y cuando eso sucede, las personas que pecan y son confrontadas simplemente abandonan y buscan otra donde nadie sepa de su vida e inician de nuevo.

Reflexión y oración

Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. No es más tolerante con el pecado ahora que antes. La disciplina de Dios es expresión de su amor: él cuida tanto a su iglesia que no permitirá que el pecado la corrompa desde adentro. Una iglesia que honra la santidad de Dios es una iglesia que será también honrada con su presencia y su respaldo.

Padre, reconozco que tu santidad no ha cambiado y que el pecado sigue siendo serio delante de ti. Perdóname por las veces que he vivido en hipocresía, buscando reconocimiento humano mientras mi corazón estaba lejos de ti. Ayúdame a revisar siempre mis motivaciones y a vivir en transparencia delante de ti y de mi iglesia. Que pueda recibir la disciplina como expresión de tu amor y no como castigo. Purifica a tu iglesia, Señor, para que podamos adornar el evangelio con vidas santas y ser luz en medio de la oscuridad. Amén.

*Lecturas del plan para hoy:

Jueces 1, Hechos 5, Jeremías 14, Mateo 28

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.