Versículo base: «Y aconteció que ella llegó y se puso a espigar en el campo detrás de los segadores. Y sucedió que aquella parte del campo era de Booz, que era de la familia de Elimelec.» (Rut 2:3, NBLA)
La Providencia Oculta: Cuando Dios Trabaja en lo Ordinario
Ayer dejamos a Noemí declarándose vacía, sin nada, abandonada por Dios. Pero el narrador del libro de Rut es un maestro del suspenso. Abre este segundo capítulo con una línea que cambia todo: “Noemí tenía un pariente”. Estas palabras susurran esperanza. La mujer que se creía completamente sola no lo estaba. Mientras ella lamentaba su vacío, Dios ya había puesto las piezas en el tablero. Hoy veremos cómo en el trabajo ordinario de un día común, en un campo de cebada durante la cosecha, Dios estaba escribiendo uno de los capítulos más importantes de la historia de la salvación.
Entendiendo el pasaje
El autor comienza con esta nota: Noemí tenía un pariente, un hombre “poderoso y rico” llamado Booz. El nombre significa “en él hay fuerza”, y pertenecía a la familia de Elimelec. Esta información, colocada estratégicamente al inicio, crea expectativa. El lector sabe algo que Rut no sabe cuando sale a buscar trabajo esa mañana. El texto dice que Rut “aconteció” llegar al campo de Booz – el hebreo usa “miqreh”, que sugiere casualidad, azar. Pero en un libro donde Dios nunca habla directamente pero controla cada detalle, sabemos que no hay casualidades.
La ley de Moisés establecía que los pobres podían recoger las espigas que quedaban tras los segadores. Era supervivencia básica, trabajo duro bajo el sol. Rut, la moabita, sale a ganarse el pan con sus manos. Booz aparece en escena con un saludo cargado de significado: “El SEÑOR sea con ustedes”. Este hombre introduce el nombre de Yahweh en cada conversación. Cuando pregunta por la joven, descubre su identidad y su historia. Lo que sigue es gracia en acción: protección, provisión abundante, agua, comida, y la instrucción secreta a sus trabajadores de dejar caer gavillas “accidentalmente”. Booz reconoce en Rut algo que Noemí, en su amargura, no había podido ver: fidelidad extraordinaria que merece recompensa extraordinaria.
Tres verdades bíblicas
- Dios orquesta encuentros significativos en medio de la rutina diaria Rut salió a trabajar como cualquier otro día, a cualquier campo disponible. No había señales especiales ni voces del cielo. Solo una mujer pobre buscando sobrevivir. Pero ese campo “casual” pertenecía precisamente al pariente redentor. Tu trabajo de hoy, esa reunión que parece rutinaria, ese encuentro en el pasillo que parece accidental – Dios está trabajando. Él especializa en esconder milagros en lo cotidiano. No necesitas experiencias místicas; necesitas ojos abiertos para ver Su mano en tu día ordinario.
- La fidelidad en lo pequeño atrae provisión abundante Rut no fue a pedir limosna ni a exigir derechos. Fue a trabajar humildemente, recogiendo sobras bajo el sol abrasador. Su diligencia y respeto llamaron la atención antes de que nadie supiera su historia. Booz notó su carácter antes que su necesidad. En tu trabajo, aunque sientas que solo recoges migajas, aunque nadie parezca valorar tu esfuerzo, trabaja con excelencia. Dios ve tu fidelidad en lo escondido y tiene formas sorprendentes de recompensarla públicamente.
- El pariente redentor: cuando Dios provee alguien con el derecho de restaurar Booz no era solo un hombre rico y generoso, hay una detalle que el autor quiere señalar. Era familia, un “goel” – palabra hebrea para pariente redentor. En la ley israelita, el goel tenía el derecho y la responsabilidad de rescatar a los familiares en desgracia, comprar sus tierras perdidas, vengar su sangre, continuar su linaje. Booz tenía el poder legal para revertir la tragedia de Elimelec. Aquí comienza a revelarse el plan de Dios: Cristo sería nuestro Goel definitivo. Él se hizo pariente nuestro, tomó carne y sangre, para tener el derecho legal de redimirnos. Como Booz con Rut, Cristo no solo nos da las sobras de la gracia; nos hace parte de Su familia, nos da Su nombre, restaura nuestra herencia perdida.
Reflexión y oración
Dios no es un Dios de casualidades, él obra en nuestra cotidianidad y provee lo necesario para nuestro cuidado. Podemos descansar en el hecho de que nuetsra vida descansa en las manos De Dios Soberano que controla todas las cosas según el beneplácito de su voluntad.
Señor, como Rut, quiero ser fiel en lo pequeño, diligente en lo cotidiano, agradecido por cada provisión. Abre mis ojos para ver que no hay casualidades en Tu reino, solo citas que Tú has orquestado. Gracias porque mientras yo me preocupo por sobrevivir, Tú ya has preparado abundancia. Gracias por Cristo, nuestro pariente redentor, que se hizo uno de nosotros para tener el derecho de rescatarnos. Hazme instrumento de esa misma gracia para otros. Amén.