Devocional para el 14 de agosto

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Versículo base: «Creyó Abraham a Dios y le fue imputado por justicia» (Romanos 4:3, NBLA)

La fe que desarma el orgullo religioso

En los últimos días hemos visto cómo Pablo establece que todos están bajo el juicio de Dios y que la justificación viene gratuitamente por la fe en Cristo. Pero ahora anticipa una objeción que podía estar bullendo en la mente de sus lectores judíos: «Espera un momento, Pablo. ¿Estás diciendo que nuestra historia, nuestro linaje, nuestra herencia como descendientes de Abraham no cuenta para nada?»

Esta es quizás la pregunta más delicada que Pablo debe abordar. Roma tenía una comunidad judía significativa, y muchos cristianos gentiles habían sido atraídos inicialmente al judaísmo antes de convertirse. Las tensiones étnicas y religiosas eran reales. Algunos judíos podían estar reclamando derechos especiales basados en su ascendencia, mientras algunos gentiles podían sentirse como ciudadanos de segunda clase en el reino de Dios.

Entendiendo el pasaje

Pablo elige brillantemente a Abraham, la figura más venerada del judaísmo, para demostrar que la justificación por fe no es una innovación cristiana, sino el método eterno de Dios para salvar a los pecadores. El Apóstol cita Génesis 15:6, un pasaje que ocurre antes de la circuncisión de Abraham (Génesis 17) y antes de la entrega de la ley.

Este es un argumento cronológico irrefutable: Abraham fue justificado en Génesis 15, fue circuncidado en Génesis 17, y la ley fue dada 430 años después. Por tanto, ni la circuncisión ni la ley fueron la base de su justificación. El término «padre» que Pablo usa no se refiere solo a descendencia biológica, sino a alguien que establece un patrón. Abraham es padre de todos los que creen, independientemente de su origen étnico. La palabra «esperanza»  en el versículo 18 se refiere una confianza inquebrantable en las promesas de Dios. Abraham creyó «contra esperanza, en esperanza» – cuando las circunstancias naturales contradecían la promesa, él se ancló en la fidelidad de Dios.

Tres verdades bíblicas

  1. La fe, no el linaje, determina quién pertenece al pueblo de Dios Deja de buscar ventajas espirituales en tu trasfondo familiar o religioso. Si creciste en la iglesia, si tus padres son pastores, si conoces la Biblia desde pequeño, nada de eso te da puntos extras con Dios. Abraham fue justificado cuando era un gentile incircunciso, exactamente igual que cualquier persona que nunca ha pisado una iglesia. La fe es el único pasaporte al reino de Dios. No hay ciudadanos de primera y segunda clase en el evangelio. El ejecutivo cristiano de tercera generación y el adicto que llega a Cristo por primera vez entran por la misma puerta: la fe en Cristo crucificado.
  2. Cristo es el cumplimiento supremo de todas las promesas de Abraham Pablo no termina con Abraham porque el objetivo no es que admires al patriarca, sino que confíes en Cristo. La promesa de que Abraham sería padre de muchas naciones se cumple en el evangelio que alcanza a todos los pueblos. La promesa de bendición para todas las familias de la tierra se cumple en la cruz donde judíos y gentiles son reconciliados con Dios. Jesús es la simiente prometida, el sacrificio provisto, la justicia imputada. Cuando pones tu fe en Cristo, te conviertes en heredero de todas las promesas hechas a Abraham. Su Dios es tu Dios, su herencia es tu herencia, su justicia es tu justicia.
  3. La justificación por fe te libera de la prisión de intentar ganar la aprobación de Dios Muchas personas viven agotadas espiritualmente porque creen que deben llenar una medida imposible para mantenerse en las buenas gracias de Dios. Se levantan cada día con una lista mental de cosas que deben hacer para sentirse aceptados: orar más, leer más la Biblia, servir más, pecar menos. Pero la justificación por fe cambia todo. Cuando Dios te declara justo, no es una evaluación de tu desempeño; es una declaración legal basada en la obra perfecta de Cristo. Tu expediente espiritual ha sido completamente borrado y reemplazado por el expediente perfecto de Jesús.

    Esto significa que puedes acercarte a Dios cada mañana no como un empleado tratando de impresionar a su jefe, sino como un hijo amado que ya tiene su lugar asegurado en la familia. Puedes orar sin ansiedad, servir sin desesperación, y descansar sin culpa. La paz que esto trae es inmensa porque ya no vives bajo la presión de demostrar tu valor ante Dios. Él ya te ha declarado justo, y esa declaración es final e irrevocable.

Reflexión y oración

La fe de Abraham no fue credulidad ciega, sino confianza radical en el carácter de Dios. Él sabía que Dios es fiel a sus promesas, poderoso para cumplir lo que promete, y amoroso para dar lo mejor a sus hijos. Esta misma fe está disponible para ti hoy. No necesitas linaje especial, educación religiosa o ventajas culturales. Necesitas fe en Cristo.

Padre, te alabo porque tu plan de salvación ha sido siempre por fe, desde Abraham hasta hoy. Perdona mi tendencia a buscar mérito en mi trasfondo o logros religiosos. Ayúdame a descansar completamente en la obra de Cristo, sabiendo que soy heredero de tus promesas no por mi linaje sino por mi fe. Fortalece mi confianza en ti cuando las circunstancias parezcan contradecir tus promesas. En el nombre de Jesús, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

1 Samuel 4, Romanos 4, Jeremías 42, Salmos 18

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.