Versículo base: «Así que, por cierto es ya una falta en ustedes que tengan pleitos entre ustedes mismos. ¿Por qué no sufren más bien el agravio? ¿Por qué no sufren más bien el ser defraudados?» (1 Corintios 6:7, NBLA)
Perder es ganar un poco
Los años 90 en nuestro país estuvieron marcados por varios episodios memorables, uno de ellos en el contexto del fútbol; laselección colombina había clasificado como una de las favoritas pero su desempeño no alcanzó para llegar etapas importantes del torneo; es en ese contexto que su entrenador, Francisco Maturana pronunció una frase que haría eco en todo
el país: «perder es ganar un poco». Aunque él se refería al aprendizaje que dejaba perder un partido y un campeonato, eso no dejó muy contentos a los fanáticos del fútbol quienes lo inmortalizaron como un perdedor y mediocre.
En una competencia, se espera ganar a toda costa. Sin embargo, hay un sentido en el que esa frase contiene algo en lo que sin duda hay algo de virtud. Si perdiendo puedo preservar la reputación de algo más grande que yo, entonces perder no solo es ganar un poco, sino ganar mucho. De esto se trata el problema que Pablo aborda ahora. Después de tratar la inmoralidad sexual en el capítulo 5, se enfoca en otro asunto que atentaba contra el testimonio de la iglesia: los pleitos legales entre hermanos ante tribunales paganos con el fin de exhibirse unos a otros a costas de ganar un poco de reputación como buenos oradores.
Entendiendo el pasaje
Este capítulo continúa el llamado a la santidad, abordando dos áreas donde los corintios estaban fallando. Primero, los conflictos públicos (vv. 1-11): Pablo los recrimina por llevar sus disputas internas ante jueces incrédulos. En la cultura griega, los litigios eran una especie de competencia para mostrar habilidades retóricas. Los más ricos de la iglesia demandaban públicamente a los más pobres por asuntos de dinero, humillándolos y, peor aún, exponiendo las miserias de la iglesia ante un mundo que escarnecía el evangelio.
Más adelante en el capítulo, Pablo aborda la inmoralidad privada (vv. 12-20), argumentando contra la idea de que «todo me es lícito pero no todo conviene». ¿Cómo se conectan estos dos temas? Bajo el mismo estandarte: la santidad. Así como demandar a un hermano demuestra desprecio por el cuerpo de Cristo, la inmoralidad sexual demuestra desprecio por nuestro propio cuerpo como templo del Espíritu Santo. Ambos pecados surgen de no entender la nueva identidad que tenemos en Cristo.
Sobre el asunto de las disputas legales, Pablo plantea una pregunta que le da sentido completo a la idea «Ustedes que dicen ser los más sabios… ¿no hay entre ustedes sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos?» (v.5). El punto es claro: si van a juzgar ángeles en el futuro, ¿cómo no pueden resolver sus propias disputas?
Tres verdades bíblicas
- La iglesia tiene la sabiduría para resolver sus propios conflictos Dios nos ha dado Su Palabra y Su Espíritu, administrados a través de la iglesia local, como fuente de sabiduría suficiente para resolver nuestros asuntos. Esto no significa que nunca debamos acudir a las autoridades —casos de abuso o crímenes deben ser denunciados—, sino que la primera instancia para resolver disputas sobre deudas, calumnias o desacuerdos debe ser la sabiduría del cuerpo de Cristo. La intención siempre debe ser preservar la dignidad del evangelio. Cuidemos cómo hablamos de los conflictos de la iglesia frente a familiares no creyentes. Eso también es parte de la sabiduría.
- A veces, la mayor victoria espiritual es estar dispuesto a perder materialmente «¿Por qué no sufren más bien el agravio?». Esto va contra toda lógica humana que nos dice que luchemos por nuestros derechos. Pero la lógica del evangelio es diferente. Pablo les pregunta: ¿De qué les sirve ganar su dinero o el caso que lleven a disputa si el evangelio pierde su reputación? Es mejor que ustedes pierdan algo que se puede recuperar, a que pasen por avaros y arruinen la dignidad del evangelio. Muchos de nuestros conflictos persisten porque nadie está dispuesto a ceder. Pero si mi renuncia a ganar una discusión puede traer paz, entonces esa «pérdida» es en realidad una victoria para el Reino.
- El evangelio es la mayor prueba de como se puede ganar “perdiendo“: Cuando pienses que es ilógico e irracional ceder ante algo en lo que tienes la razón, no dejes de mirar la cruz, en ella, el justo Hijo De Dios esta siendo castigado siendo inocente, para que pecadores como tu y como yo fuéramos rescatados de la ira de Dios. Ante los ojos del mundo, el Señor estaba siendo derrotado por sus adversarios y expuesto al vituperio, pero en los lugares celestiales la historia se escribía de otra manera, en la mas grande “derrota” de este mundo estaba sucediendo al mismo tiempo la mas grande victoria del universo. Ganar perdiendo es justamente de lo que se trata el evangelio.
Reflexión y oración
Nuestras iglesias hoy, al igual que la de Corinto, reciben personas de diferentes culturas, edades y trasfondos. Esto aumenta el roce y la posibilidad de diferencias. Los conflictos son casi inevitables, pero no tienen por qué ser destructivos. Si lo que nos une es la realidad de que hemos sido lavados, justificados y santificados por Dios, perseveraremos en darle honra a Él por medio de nuestras relaciones, incluso cuando sean difíciles.
Señor, gracias porque tu evangelio no solo me salvó de mi pasado, sino que me da poder para vivir diferente en el presente. Perdóname por las veces que he luchado por «ganar» una discusión a costa de la paz y el testimonio de tu iglesia. Dame humildad para estar dispuesto a «perder» por amor a ti y a mis hermanos. Ayúdanos como iglesia a resolver nuestras diferencias con la sabiduría que viene de tu Palabra, para que en todo glorifiquemos tu nombre. Amén.