Devocional para el 09 de septiembre

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Versículo base: «Pero hágase todo decentemente y con orden. Porque Dios no es Dios de confusión, sino de paz» (1 Corintios 14:40, 33, NBLA)

El orden divino: cuando el Espíritu no produce caos

A principios del siglo XX surgió en la calle Azusa de Los Ángeles un movimiento caracterizado por lo que llamaban «el nuevo mover del Espíritu». Sus servicios no eran callados ni sobrios, sino marcados por sonidos desconocidos que nadie podía interpretar, algo que intentaba relacionar con lo sucedido el día de pentecostés y que de allí su nombre: “movimiento pentecostal”. Con el tiempo, esta práctica se volvió casi distintiva de los evangélicos en general en los Estados Unidos y estuvo al lado de un movimiento de expansión enérgico incluso en América Latina. Pero conviene preguntarnos: ¿Cuál es el origen o sustento bíblico de estas prácticas? ¿Son apropiadas para el culto? ¿Edifican a la iglesia?¿De qué manera la edifican? Pablo ya nos mostró que los dones deben traer unidad (cap. 12) y ser administrados en amor (cap. 13). Ahora remarca que aunque debemos buscar amar por encima de todo, eso no debe frenar la búsqueda de dones, pero deben ejercerse de manera ordenada, buscando la edificación de la iglesia y la salvación de los perdidos. El mensaje aquí es muy directo y es que Dios no es un Dios de confusión.

Entendiendo el pasaje

Este capítulo tiene una estructura compleja pero se divide naturalmente en dos secciones principales que Pablo desarrolla sistemáticamente.

Primera sección: buscar los dones que más edifiquen (vv. 1-25). Pablo conecta con el capítulo anterior: «Procuren alcanzar el amor, pero también deseen ardientemente los dones espirituales, sobre todo que profeticen» (v.1). Los corintios tenían fijación con el don de lenguas —una forma de comunicación ininteligible—. Procuren dones que comuniquen ideas entendibles. El que habla en lenguas habla a Dios, no a los hombres; se edifica a sí mismo, pero el que profetiza edifica a la iglesia (vv. 2-4). Pablo usa tres ilustraciones: instrumentos que no dan sonido claro, trompeta con sonido incierto para batalla, extranjero hablando idioma desconocido (vv. 7-11). Su punto es consistente: «Procuren abundar en dones para la edificación de la iglesia» (v.12). Luego cita Isaías 28:11 para mostrar que las lenguas sin interpretación son señal de juicio para incrédulos, no de bendición, que el plan inicial era precisamente ese, esconder el mensaje de los entendidos; pero la salvación para esos mismos perdidos vendría solo si escuchan un mensaje entendible. Él cierra la sección precisamente con eso: si un incrédulo entra y todos hablan lenguas, dirá que están locos; pero si profetiza y es convencido, adorará a Dios (vv. 23-25).

Segunda sección: ejercer los dones con orden (vv. 26-40). A juzgar por las instrucciones, el culto corintio era un caso: gente gritando, hablando lenguas simultáneamente, profetizando sin orden. Así que el apóstol les señala una reglas con el fin de poner orden: máximo dos o tres hablen lenguas, por turno, y solo si hay intérprete (v.27). Las profecías también por turno, y deben ser juzgadas (v.29). Los anima a esforzarse por mantener el orden y que nadie tome por excusa que el Espíritu los pone en un trance que no puede con trolas porque «Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas» (v.32). Luego aborda el tema de las mujeres (vv. 34-35), y este es un texto muy difícil de interpretar, pero probablemente era una prohibición a participar en el juzgar las profecías, evitando paralelos con las pitonisas del oráculo de Delfos algo con lo que estaban muy familiarizado. Concluye: «Anhelen profetizar, no prohíban hablar lenguas, pero hágase todo decentemente y con orden» (vv. 39-40). Esto es: anhelen los dones que más edifiquen y hagan las cosas con orden. De hecho. Si tuviéramos que comprimir la idea de toda esta sección en una sola frase sería esta: busquen los dones con el ánimo de ejercerlos en amor para edificar a otros y cuando los usen, háganlo en orden.

Tres verdades bíblicas

  1. El propósito de los dones es edificar a la iglesia, no impresionar con espectacularidad Pablo es contundente: prefiere hablar cinco palabras con entendimiento para instruir a otros que diez mil en lengua desconocida (v.19). Los corintios buscaban lo espectacular —hablar lenguas extrañas— pero eso solo edificaba al individuo, no a la iglesia. Hoy vemos el mismo problema: servicios donde todos repiten sílabas monótonas en un patrón predecible, creyendo que eso es espiritualidad. Pero Pablo dice que si no hay interpretación, callen (v.28). La meta de los dones no es gloria personal sino utilidad al cuerpo de Cristo. Una iglesia madura busca dones que comuniquen verdad clara: enseñanza, exhortación, consolación. No seas como niño buscando lo llamativo; madura y busca lo que edifica.
  2. Dios es un Dios de orden, no de confusión; el verdadero mover del Espíritu produce paz «Dios no es Dios de confusión, sino de paz» (v.33). Cualquier carismático moderno diría que Pablo estaba apagando el Espíritu con tantas reglas. Pero el desorden no viene de Dios. El Espíritu Santo es parte de la Trinidad ordenada que creó un cosmos, no un caos. Cuando un culto es tan desordenado que la enseñanza no se puede recibir, los cantos no se entienden y los incrédulos piensan que están locos, algo anda mal. El verdadero mover del Espíritu produce fruto: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Nota que templanza —dominio propio— es fruto del Espíritu. Si alguien dice que no puede controlar su manifestación, no viene del Espíritu.
  3. La edificación requiere comunicación clara, no experiencias místicas incomprensibles Pablo establece un principio fundamental: en la iglesia, la prioridad es la instrucción clara. «¿Cómo dirá el amén el que ocupa lugar de simple oyente, si no sabe lo que dices?» (v.16). No importa cuán profunda sea tu experiencia espiritual personal; si no comunica verdad entendible a otros, no tiene lugar en el culto público. Esto no significa que Dios no pueda obrar sobrenaturalmente, sino que Su obra siempre tendrá como resultado edificación, no confusión. Los dones del Espíritu no son para crear una élite espiritual que tiene experiencias que otros no pueden entender, sino para equipar a todo el cuerpo para crecer en Cristo.

Reflexión y oración

Este capítulo contiene una verdad que resulta incómoda: mucho de lo que pasa por «mover del Espíritu» en algunas iglesias es desorden humano. Servicios donde nadie entiende nada, donde el caos reina, donde los incrédulos salen pensando que los cristianos están locos. Pero también nos confronta el otro extremo: iglesias tan rígidas que apagan cualquier manifestación genuina del Espíritu. El equilibrio bíblico es el llamado en este texto: busquen activamente los dones, especialmente los que edifican; ejérzanlos en orden; que todo se haga para edificación. No podemos desestimular la búsqueda de dones espirituales, pero tampoco promover su exacerbación desordenada.

Señor, no podemos confundir desorden con espiritualidad, pero te pedimos también perdón cuando hemos apagado tu Espíritu por exceso de rigidez y nos hemos privado de los dones para servir a tu iglesia. Tú no eres Dios de confusión sino de paz. Ayúdanos a buscar los dones que más edifiquen a tu iglesia, no los que más impresionen. Danos sabiduría para ejercer los dones con orden, buscando siempre comunicar tu verdad claramente. Que nuestros cultos reflejen tu carácter ordenado y amoroso, donde todos sean edificados y los incrédulos reconozcan que verdaderamente estás entre nosotros. Por Jesucristo, amén.

Lecturas del plan para hoy: 2 Samuel 4-5, 1 Corintios 14, Ezequiel 13, Salmos 52-54

*Lecturas del plan para hoy:

2 Samuel 4-5, 1 Corintios 14, Ezequiel 13, Salmos 52-54

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.