Devocional para el 21 de noviembre

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Lectura:

«Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios; de la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.» (Santiago 3:9-10, NBLA)

El poder de la lengua

Hemos visto que la fe verdadera se demuestra en acciones concretas. Los necesitados deben encontrar gozo en medio de sus pruebas. Los que tienen recursos deben tratar con misericordia a los pobres. Pero hay algo que aplica a todos por igual, ricos y pobres, fuertes y débiles: el uso sabio de la lengua. Jacobo dedica todo un capítulo a esto porque nuestras palabras revelan lo que realmente hay en nuestro corazón. Puedes decir que amas a Dios, pero si tu boca está llena de veneno hacia las personas, tu fe es cuestionable. Este es quizás el pasaje de la Biblia que más habla sobre la importancia de refrenar nuestras palabras.

Entendiendo el pasaje

Jacobo comienza con una advertencia para los que quieren ser maestros. La responsabilidad es mayor y el juicio más severo porque las palabras de un maestro tienen peso. Luego usa tres imágenes poderosas para mostrar el poder desproporcionado de la lengua. Un freno pequeño controla a un caballo enorme. Un timón diminuto dirige un barco gigante. Una chispa pequeña incendia un bosque completo. La lengua es pequeña pero su impacto es devastador.

La descripción que hace Jacobo de la lengua es brutal. Es un mundo de maldad, contamina todo el cuerpo, enciende el curso de nuestra vida y ella misma es encendida por el infierno. Ningún ser humano puede domar la lengua. Es un mal turbulento lleno de veneno mortal. Las palabras hieren, destruyen reputaciones, rompen relaciones y desatan guerras. Jacobo no exagera. Está describiendo la realidad que todos conocemos.

Luego llega al corazón del problema. Con la misma boca bendecimos a Dios y maldecimos a los hombres que fueron hechos a imagen de Dios. De la misma boca salen bendición y maldición. Y el texto dice rotundamente que esto no debe ser así. La incoherencia es insostenible. No puedes alabar a Dios el domingo y despedazar a tu prójimo el lunes. No puedes cantar himnos en la iglesia y chismear en el trabajo. No puedes orar con palabras piadosas y luego usar esas mismas palabras para mentir, manipular o herir.

Jacobo usa ilustraciones de la naturaleza para mostrar lo absurdo de esta contradicción. Una fuente no echa agua dulce y amarga del mismo lugar. Una higuera no puede producir aceitunas ni una vid higos. El agua salada no puede producir agua dulce. La naturaleza es coherente. Pero nosotros no. Usamos la misma lengua para propósitos opuestos y eso revela algo profundo sobre nuestra condición espiritual.

El capítulo termina contrastando dos tipos de sabiduría: la terrenal y la celestial. La sabiduría terrenal está llena de celos amargos y ambición egoísta. Produce desorden y toda cosa mala. Pero la sabiduría de lo alto es pura, pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial y sin hipocresía. Controlar la lengua es un síntoma de esta sabiduría celestial. Es la marca de una persona que ha sido transformada por el evangelio.

Tres verdades bíblicas

1. Tus palabras revelan el verdadero estado de tu corazón. Jesús dijo que de la abundancia del corazón habla la boca. Santiago 3 desarrolla esa verdad con una claridad incómoda. Si tu lengua está llena de veneno, chismes, mentiras y críticas, eso revela que tu corazón no ha sido transformado por el evangelio. Puedes ir a la iglesia, leer tu Biblia y decir las palabras correctas en público. Pero cuando hablas de los demás, cuando hablas en privado, cuando hablas bajo presión, ahí se ve quién eres realmente. Controlar la lengua no es solo un asunto de buenos modales. Es una cuestión de santidad.

2. No puedes bendecir a Dios mientras maldices a las personas. Esta es la contradicción central que el texto expone. Con la misma boca alabamos a Dios y despedazamos a nuestro prójimo. Pero ese prójimo fue hecho a imagen de Dios. Cuando lo maldices, estás despreciando la imagen divina en él. La Biblia dice que esto no debe ser así. La incoherencia es insostenible. Pablo habló de esto como la marca del hombre nuevo cuando dijo que nuestras palabras deben ser sazonadas con sal. Los Proverbios están llenos de instrucción al respecto. Si tu fe es genuina, se notará en cómo hablas de los demás y cómo hablas a los demás.

3. Nadie puede domar la lengua por sí mismo. El texto es muy realista. Dice que ningún ser humano puede domar la lengua. Es un mal turbulento lleno de veneno mortal. Eso suena desesperanzador hasta que recuerdas que el evangelio te ha dado un nuevo corazón. El Espíritu Santo vive en ti para transformarte desde adentro hacia afuera. Controlar tu lengua es imposible con tus propias fuerzas, pero no con el poder de Dios. La sabiduría que viene de lo alto te capacita para hablar con pureza, paz y misericordia. Esta es la obra de Dios en ti, moldeándote para que seas completo y sin fracturas.

Reflexión y oración

Las palabras importan. No son neutrales. Tienen el poder de dar vida o traer muerte. Este texto nos confronta hoy ¿hay coherencia entre lo que dices en público y lo que dices en privado? ¿Tus palabras bendicen o maldicen? ¿Hablas de los demás con misericordia o con veneno? Controlar la lengua es la marca de la sabiduría que viene de Dios. Es evidencia de que tu fe es real y no solo palabras bonitas.

Padre, reconocemos que nuestras lenguas están llenas de contradicción. Te alabamos con estos labios y luego los usamos para herir a nuestro prójimo. Perdónanos por esa hipocresía. Sabemos que no podemos domar nuestra lengua por nuestras propias fuerzas. Necesitamos Tu Espíritu trabajando en nosotros. Danos la sabiduría de lo alto para hablar con pureza, paz y misericordia. Que nuestras palabras revelen un corazón transformado por Tu gracia. En el nombre de Jesús, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

1 Crónicas 16, Santiago 3, Abdías, Lucas 5

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.