El Verdadero Amor a Dios

Esta es la primera entrada de una serie que estaré publicando en lo relacionado a nuestro amor a Dios y la forma correcta en que ese amor debe ser practicado. Los artículos están basados en la primera carta del apóstol Juan, quien enseña a depurar el concepto mundano del amor y especialmente el que debemos manifestar hacia Dios.

Creo que no me equivoco al afirmar que vivimos en una generación gobernada por el reinado de las emociones y esta tendencia esta resumida en la etiqueta «haz lo que tu corazón te diga». Y aunque este parezca un clamor muy honesto a la tolerancia, lo cierto es que no puede haber nada más peligroso y más si se trata de Dios.
La Palabra de Dios nos enseña que nuestro corazón es engañoso (Jer. 17:9) y que nuestro corazón siempre tiende al mal (Gn. 6:5) por causa de su propia naturaleza pecaminosa. De modo, que no es inicialmente una buena idea el confiar en nuestro corazón como la medida para determinar cuánto amamos a Dios.
Pero, ¿Cómo puedo saber si estoy amando a Dios de la manera correcta? Es precisamente esa la pregunta a la que necesitamos dar una respuesta. Es la Palabra de Dios y no nuestros sentimientos, lo que va a determinar el tipo de amor con el que Dios debe ser amado.

¿Qué es el amor?

No pudiéramos nosotros continuar hablando del amor si primero no definimos este termino a la luz de las sagradas Escrituras.
El apóstol Pablo nos provee lo que yo considero, la mejor y mas apropiada definición del amor:

 

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.  El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. (1 Co. 13: 4-8)

Notemos la manera tan enérgica en la que Pablo define el amor, y aunque en el contexto se refiere al amor con la base para la administración de los dones en el culto público (1 Co. 12:1), no cabe duda que la definición es mucho más amplia, que puntualiza particularmente en acciones, en verbos («es»; «hace»; «no tiene» … etc). La intención del autor es mostrar que el amor, contrario a ser un sentimiento abstracto, está basado especialmente en cosas que hacemos. ¡Oh! pero también en cosas que DEJAMOS DE HACER y hago énfasis en » dejar de hacer» porque amar es como una ruta que va en dos direcciones: por un lado consiste en un aspecto positivo, en cosas que hago por aquella persona que amo, y por otro lado, en un aspecto negativo, consiste en cosas que dejo de hacer para no afectar a la persona que amo.

Amarás a Dios…

Es en ese sentido en el que Dios debe ser amado. Habiendo definido el amor, podemos afirmar categóricamente qué; [Tweet «tocante al amor hacia Dios, mi amor no puede ser un mero sentimiento, o un «algo» dentro de mi corazón. «] El amor a Dios debe ser un amor de hechos, cosas concretas que hago y dejo de hacer.
A Dios la Gloria porque en su infinita misericordia, Él nos ha dejado en su Palabra un completo manual de instrucciones para poner en ejercicio nuestro amor hacia Él,  y es de ello, que hablaremos en un capitulo siguiente.

En nuestro siguiente artículo, consideraremos los capítulos 1 y 2 de la 1a carta del apóstol Juan y en términos generales, trataremos de pensar acerca del aspecto positivo del amor que debemos a Dios.

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Jacobis Aldana

Está casado con Keila y es padre de Santiago y Jacobo. Jacobis sirve en el ministerio pastoral desde 2010. Es licenciado en Teología del Seminario Teológico de Miami (MINTS) y actualmente candidato a Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary. Ha servido como director editorial en Soldados de Jesucristo y es miembro fundador de la Red de iglesias Bíblicas del Caribe Colombiano y también trabaja como maestro-directivo de la fundación de Estudios Bíblicos Alfa y Omega.