Nuestra respuesta a esta pregunta tiene implicaciones grandes en nuestra vida, en la iglesia local y en la relación entre la iglesia local y otras iglesias.
Tendencia hacia la separación
Cada denominación o grupo cristiano tiene un trasfondo histórico distinto. En el caso de nuestra iglesia, nuestras raíces resaltan la importancia de la separación bíblica del error doctrinal y de las prácticas mundanas (2 Co 6:14-15). Abrazamos esta separación. En las primeras décadas del siglo XX, varios grupos que se conocían como “fundamentalistas” se opusieron a los “modernistas” sobre las doctrinas fundamentales de la fe cristiana. Este debate se dio en varios grupos, incluso entre los bautistas, metodistas, luteranos y presbiterianos. El solo título del libro significativo Cristianismo y liberalismo por J. Gresham Machen, publicado en 1923, claramente comunica la idea de que no puede haber comunión entre la incredulidad (liberalismo teológico) y la fe cristiana. Los hermanos de esa época contendieron “ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos”(Jud 3, LBA). Le damos gracias al Señor por los que estuvieron dispuestos a perder sus posiciones, sueldos y prestigio por el evangelio.
Así que, la separación es bíblica, pero ¿hasta qué punto debe ir? ¿Será que tenemos que separarnos por cualquier diferencia doctrinal? ¿Por cualquier diferencia en la práctica?
Diferentes niveles de las doctrinas
La Palabra de Dios claramente enseña que no puede haber comunión entre la luz y las tinieblas (Efesios 5:8). Entonces, ¿qué hacemos con iglesias o cristianos que tienen diferencias doctrinales porque están convencidos de que la Palabra de Dios las enseña? Obviamente, la respuesta depende de qué tan grande sea la diferencia y sobre cuáles doctrinas se trate. Examinemos algunos ejemplos.
- ¿Podemos tener comunión con una iglesia que niega la Trinidad?
- ¿Con una iglesia que enseña algo diferente acerca de la predestinación?
- ¿Con una iglesia que acepta un modo diferente de bautismo que la nuestra?
- ¿Con una iglesia que canta un estilo de música diferente al de nuestra iglesia?
- ¿Con un cristiano que se identifica con otra corriente de teología diferente a la nuestra?
- ¿Con una iglesia que es más, o menos, expresiva que la nuestra?
- ¿Con una iglesia que tiene creencias distintas acerca de los eventos por venir?
- ¿Con un cristiano que cree que una revelación personal puede ser más importante que la clara enseñanza de la Biblia?
- ¿Con una iglesia que enseña que su confesión de fe es perfecta?
- ¿Con una iglesia que tiene una forma de gobierno eclesiástico deferente al nuestro?
Espero que este ejercicio haya traído a la mente una variedad de respuestas. Por ejemplo, si una iglesia niega la Trinidad, no debemos buscar comunión con ella porque una iglesia sana no puede compartir con iglesias que niegan doctrinas fundamentales.
Por otro lado, hay creencias que no están directamente ligadas a la salvación. Nuestro destino eterno no depende de nuestro punto de vista acerca de la Segunda Venida de Cristo. Ni de si debemos tocar la batería o no en la alabanza, o si el bautismo es una sola vez o tres veces en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Pero si una iglesia afirma que la salvación es por medio del bautismo, ya sería un asunto directamente relacionado con la salvación y, por lo tanto, digno de una respuesta de separación.
Así que, para manejar estas complejidades, creo que es sabio y bíblico hacer una distinción entre los niveles de importancia de las doctrinas. Aunque una mentalidad sectaria busca uniformidad en todas las doctrinas para gozar de la comunión cristiana, la humildad nos ayuda a ver que puede haber comunión entre hermanos a pesar de algunas diferencias.
Aplicación de estos niveles a la comunión
La decisión de tener comunión con otros es un asunto de sabiduría. Es decir, dos iglesias buenas podrían tomar decisiones opuestas con respecto a la comunión con cierta iglesia o grupo. Como cristianos, debemos hacerle caso a toda la enseñanza bíblica. Queremos obedecer los pasajes bíblicos que hablan de la importancia de la unidad, como Juan 17:20-21 o Efesios 4:3-6, pero no queremos comprometer las verdades bíblicas. La Palabra nos llama a contender por la fe (Judas 3), pero al mismo tiempo enseña que no debemos caer en las contenciones inútiles (Tito 3:9) o ser divisores (Tito 3:10). Es fácil entender por qué dos iglesias podrían tener diferencias en este asunto cuando hay tantos factores relevantes, tanto en la Biblia como en la situación por la cual están pasando las dos iglesias.
¿Cuáles pautas debemos tomar en cuenta al pensar en tener comunión con otras iglesias o cristianos? El primer nivel de importancia es el de la esencia del evangelio. Si otro cristiano comparte la esencia del evangelio conmigo, puedo tener comunión cristiana con él (Efe 4:3-6). Quizás tengamos diferencias grandes en ciertos asuntos, pero en lo más esencial puede y debe haber unidad.
El segundo nivel es el de las doctrinas importantes para nuestra iglesia. Aquí se encuentran las doctrinas que afirmamos como iglesia que no son esenciales para la salvación, pero que sí queremos cuidar.
Por ejemplo, ¿qué cree la iglesia sobre los dones, el modo del bautismo, el liderazgo, o los eventos por venir? La declaración de fe de cada iglesia debe explicar qué cree la iglesia sobre estos asuntos. Como pastores, no vamos a invitar un pastor de otra iglesia para predicar sobre uno de estos asuntos si sabemos que él no está de acuerdo con nosotros en ese punto.
En nuestro caso, quizás invitaríamos a un presbiteriano para predicar sobre la inspiración de la Biblia (porque estamos de acuerdo), pero no sobre el bautismo o los eventos por venir. De igual forma, si me invitan a predicar en otra iglesia diferente, tomaré en cuenta lo mismo para no contradecir la enseñanza de la iglesia. Las diferencias las hablaría con el pastor para tener una buena conciencia para predicar (y obviamente hay muchos casos en donde tendría que decir no por mi conciencia). De esta forma, podemos tener unidad con iglesias y hermanos, con un punto diferente al nuestro y al mismo tiempo mantener nuestras convicciones doctrinales.
En el tercer nivel vemos las preferencias o convicciones personales. Estas creencias son las que no están en la declaración de fe de la iglesia. Es claro que puede haber diferencias sobre cuáles creencias son de preferencia. Para algunas iglesias, el estilo de música que se usa en la iglesia se determina desde su declaración de fe, pero en nuestra iglesia hemos decidido que no sea un asunto del segundo nivel, sino del tercero. De la misma manera, otros aspectos litúrgicos no esenciales, como usar palmas o levantar las manos durante la adoración, pueden ser considerados de tercer nivel.
La bendición de la comunión
Cuando una oportunidad de comunión con otra iglesia u otro grupo se presenta, animo a que la iglesia participe de acuerdo a lo expuesto arriba. Si surgen diferencias en estos encuentros, no dudamos en usar el momento para enseñar a la iglesia por qué existen y cómo vivir en paz así las haya. Nuestros hermanos necesitan desarrollar discernimiento para hacer estas distinciones; si no lo hacen, podrán promover un orgullo divisor o una permisividad doctrinal, dos peligros que queremos evitar.
Ciertamente, necesitamos la ayuda de todo el cuerpo de Cristo para crecer. Esto incluye los cristianos de los siglos pasados, al igual que los creyentes de hoy día. Aunque suene extraño, hay cristianos que tienen una teología diferente que necesito en mi vida. Me ayudarán a ver mis lados ciegos, a examinar mis ideas no bien formuladas y a darle gracias al Señor porque finalmente podemos tener unidad en medio de las diferencias. De igual forma, podré tener una influencia en sus vidas que no hubiera tenido si no existiera ninguna relación con ellos. ¡Qué el Señor nos guie por su Espíritu Santo a entender y a aplicar sabiamente estos principios bíblicos a nuestras vidas!