En una entrada anterior definimos la esencia del amor, dejando claro que el amor más que un sentimiento consiste, en cosas concretas, cosas que hago o dejo de hacer a favor del objeto de mi amor.
También mencionábamos el hecho de que el amor es algo que se manifiesta en dos sentidos: por un lado, y en un sentido positivo, el amor son cosas que hago, pero por otro lado y en sentido negativo, el amor son cosas que dejo de hacer.
Hoy nos concentraremos específicamente en el aspecto positivo del amor que debemos dar a Dios, y para ello nos basaremos en 1ª Juan 2.
EL QUE AMA A DIOS DEBE GUARDAR SU MANDAMIENTOS
Juan utiliza un elemento muy importante para determinar ese aspecto positivo del amor a Dios:
pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él (1ª jn 2:5)
Es el mismo Juan quien recoge estas palabras del Señor Jesucristo cuando afirma: Si me amáis guardad mis mandamientos (Jn 14:15) y de nuevo; El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquél es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él (v21). Y otra vez: El que no me ama, no guarda mis palabras: y la palabra que habéis oído, no es mía, sino del Padre que me envió. (v24)
La idea es clara, el amor a Dios se hace evidente cuando guardamos sus mandamientos. Si, esos que fueron dados a Moisés en el monte Sinaí en dos tablas de piedra.
Los cuatro primeros mandamientos, en su sentido amplio, no de mera letra, contenidos en la primera tabla de la ley, son las cosas concretas que evidencian que realmente amamos a Dios. Contrario a lo que pudieran pensar los antinomianos ( estos creen que la ley moral no esta vigente en nuestro tiempo), la ley moral hoy, si bien no es per se un método para justificarnos delante de Dios (Rom 3:20; Gal 3:11), si resulta ser una evidencia de que realmente hemos sido justificados y además de eso es la forma de manifestar el amor práctico hacia Dios.
(si Dios lo permite escribiré pronto un post acerca de la relación del cristiano y la ley)
En ese sentido quien ama a Dios no debe tener un dios ajeno (dinero, fama, él mismo..etc) al Dios de los cielos, porque él es el único Dios; quien ama a Dios no debe usar de imágenes físicas o mentales que sustituyan su Gloria; quien ama a Dios toma en serio su nombre, no es superficial al referirse a Dios ni tampoco lo es con su Palabra; finalmente quien ama a Dios debe honrar el día del Señor, debe anhelar congregarse, apartar un día de cada siete para dedicarlo completamente a la devoción a Dios . Esas son cosas concretas. No significa que si cumplo esto entonces habrá amor en mi, eso realmente sería una carga muy dura, no es así como funciona. Se trata de que si realmente amo a Dios, entonces estas cosas concretas serán un completo deleite.
EL QUE AMA A DIOS DEBE AMAR A SU HERMANO
Hay tanto que decir al respecto y de hecho nadie se ocupó tanto de tema como Juan. En el capitulo 2 , el cual estamos considerando, Juan agrega: El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo( 1ª de Jn 2:10). Juan es insistente con este tema en toda su carta y en el Capitulo 3 añade: En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos (v10). Su punto es el siguiente: Si no puedes amar a tu hermano que lo ves, como dices que amas a Dios que no lo ves. De paso, ese amor al hermano también es concreto y consiste en cumplir con los otros seis mandamientos de la segunda tabla.
Cualquiera pudiera decir: “Dios sabe que yo lo amo” o “yo amo a Dios a mi manera” y pensar que como Dios es invisible no tiene como demostrar lo contrario. Sin embargo, si hay un corazón que ama a Dios, ese amor se manifestará en personas de carne y hueso, con hechos verídicos y comprobables.
No cabe duda que nuestro amor hacia Dios debe ser evidente en cosas que hacemos. Nuestro salvador no nos salvó, enviándonos un abrazo y un apretón de manos desde el cielo. No, nuestro salvador nos amó entregándose en la cruz en humillación, haciéndose maldito por nosotros, sólo con el propósito de salvarnos del infierno que justamente merecíamos. Dios mostró su amor para con nosotros, en que siendo nosotros pecadores, Cristo murió por nosotros. Esa es la base y la esencia del amor verdadero, cualquier otra cosa que queramos presentar como amor, no lo es.
En la próxima entrada hablaré acerca del aspecto negativo del amor (dejar de hacer), deseo que Dios te bendiga hoy.