Devocional para el 05 de octubre

Compartir devocional

Versículo base: «Sean, pues, imitadores de Dios como hijos amados; y anden en amor, así como también Cristo los amó y se dio a sí mismo por nosotros» (Efesios 5:1-2, NBLA)

Vivir como quien realmente eres

Hay algo que siempre me ha llamado la atención de los niños pequeños: imitan todo. Copian la forma de hablar de sus padres, sus gestos, sus expresiones, hasta sus malos hábitos. No necesitan que nadie les diga que lo hagan, lo hacen naturalmente porque son hijos. Es parte de su identidad. Y es precisamente esa imagen la que Pablo usa aquí en Efesios 5 para desafiarnos a algo radical: ser imitadores de Dios.

Entendiendo el pasaje

En este capítulo 5, Pablo continúa la misma línea de pensamiento del capítulo 4 que vimos en el devocional de ayer y que muestra como debe ser el andar del creyente salvado por la gracia, pero lo eleva a otro nivel. No solo debemos andar con humildad y mansedumbre, el andar digno de la vocación del que hablamos, sino que debemos ser imitadores de Dios mismo. Es una ampliación, una profundización de lo dicho anteriormente. Y el fundamento para esta imitación es nuestra identidad: somos hijos amados. Esta no es una sugerencia, es un llamado que surge naturalmente de quiénes somos.

En efecto, la identidad precede a la conducta. Porque somos hijos amados de Dios, debemos reflejar su carácter. Y la manera específica en que lo hacemos es andando en amor, siguiendo el ejemplo supremo de Cristo, quien nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros. Este es un amor sacrificial, costoso, que va más allá de sentimientos y se expresa en acciones concretas.

Pablo está conectando todo lo que ha dicho antes. Si en Cristo fuimos hechos nuevas criaturas, si fuimos sacados de las tinieblas a la luz, si somos templo del Espíritu Santo, entonces nuestra vida debe reflejarlo. Y eso se ve en el amor. No un amor selectivo o conveniente, sino un amor que imita el amor de Cristo.

Tres verdades bíblicas

1. Los hijos de Dios deben imitar su carácter

Cuando Pablo dice “sean imitadores de Dios”, está usando una palabra que literalmente significa “convertirse en imitadores”. Es activo, es intencional. Y lo dice en el contexto de ser “hijos amados”. Esto es crucial. No imitamos a Dios para convertirnos en sus hijos, imitamos a Dios porque ya somos sus hijos.

Piensa en esto: un hijo refleja a su padre no porque esté tratando de ganarse un lugar en la familia, sino porque ya pertenece a ella. De la misma manera, tú no imitas a Dios para ser aceptado por Él. Ya fuiste aceptado en Cristo. Ahora vives como quien realmente eres.

Y aunque no podemos imitar a Dios perfectamente, sí debe verse en áreas específicas de nuestra vida. En nuestra paciencia cuando alguien nos falla por quinta vez. En nuestra disposición a perdonar aunque duela. En nuestra generosidad con los que no nos pueden pagar. En nuestra fidelidad cuando nadie está mirando. En la forma en que hablamos de otros cuando no están presentes. Estas son las áreas donde el carácter de Dios debe verse reflejado en ti.

2. Dado que somos hijos amados, podemos andar en amor

Fíjate bien en el orden que Pablo usa: primero somos “hijos amados”, luego andamos en amor. No es al revés. No andamos en amor para convertirnos en hijos amados. Andamos en amor porque ya somos hijos amados. Esta es la diferencia entre el evangelio y la religión.

La religión dice: “Ama para que Dios te ame”. El evangelio dice: “Porque Dios te amó primero, ahora puedes amar”. Esa es la fuente del amor cristiano. No sacamos amor de nuestro interior porque seamos buenas personas. Amamos porque fuimos amados. Damos porque nos fue dado. Perdonamos porque fuimos perdonados.

Y esto cambia todo. Cuando entiendes que eres profundamente amado por Dios, no por lo que haces sino por lo que Cristo hizo, entonces puedes amar a otros sin esperar nada a cambio. Puedes amar al compañero de trabajo difícil, al vecino molesto, al familiar que te ha herido, porque tu tanque está lleno del amor de Dios. No necesitas que ellos te llenen, Dios ya lo hizo.

3. El andar del cristiano debe ser un reflejo del amor sacrificial de Cristo

Pablo no se queda en generalidades. Específicamente dice que debemos andar “así como también Cristo los amó y se dio a sí mismo por nosotros”. Este es el estándar. Este es el modelo. El amor de Cristo es el amor que dio todo, que se entregó completamente, que fue hasta la cruz.

Y aquí está el punto: el amor cristiano es sacrificial, no sentimental. No es un sentimiento cálido que tenemos cuando todo va bien. Es una decisión de entregarnos por el bien de otros, incluso cuando nos cuesta. Cristo se dio a sí mismo. Eso significa que hubo un costo, hubo dolor, hubo renuncia. Y nos llama a lo mismo.

En tu matrimonio, esto significa morir a tus preferencias por el bien de tu cónyuge. En tu familia, significa sacrificar tu comodidad para servir. En tu trabajo, significa hacer lo correcto aunque te cueste. En tu iglesia, significa usar tus dones y recursos para edificar a otros. En tus amistades, significa estar presente en los momentos difíciles, no solo en los buenos.

Y todo esto conecta con lo que Pablo viene desarrollando en Efesios. En el capítulo 2 vimos que fuimos salvos por gracia, no por obras. En el capítulo 4 vimos que debemos andar dignos del llamado. Ahora en el capítulo 5 vemos cómo se ve ese andar específicamente: es un andar de amor sacrificial que refleja a Cristo. Y esto se va a ampliar más adelante en el capítulo cuando Pablo habla del matrimonio, de los hijos, del trabajo. Todo se reduce a esto: vivir como Cristo vivió, amar como Cristo amó.

Reflexión y oración

Somos hijos amados de Dios. Esa es nuestra identidad. Y de esa identidad fluye nuestra conducta: imitamos a nuestro Padre, andamos en amor, reflejamos el sacrificio de Cristo. No para ganarnos algo, sino porque ya lo tenemos todo en Él.

Padre, gracias por amarme primero. Gracias por hacerme tu hijo, no por lo que hice sino por lo que Cristo hizo. Ayúdame a vivir como quien realmente soy. Que mi vida refleje tu carácter. Que mi amor sea sacrificial, no selectivo. Que en mi matrimonio, mi trabajo, mi familia, mis amistades, se vea el amor de Cristo. Perdóname por las veces que vivo según mis deseos y no según tu ejemplo. Llena mi corazón con tu amor para que pueda desbordarlo a otros. En el nombre de Jesús, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

1 Reyes 8, Efesios 5, Ezequiel 38, Salmo 89

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

¿Dónde quieres recibir los devocionales?

Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.