Devocional para el 08 de septiembre

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Versículo base: «Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe» (1 Corintios 13:1, NBLA)

El camino más excelente: cuando los dones sin amor son nada

«Un texto fuera de contexto es un pretexto». Seguramente has escuchado esta expresión. El capítulo 13 de 1 Corintios ha sido víctima de esta práctica. Muchos matrimonios han sido amenizados con este pasaje, noviazgos iniciados con estas bellas palabras. Y aunque podemos hablar del amor en términos universales, no podemos perder de vista el propósito de Pablo: está hablando del uso de los dones espirituales en una iglesia con serios problemas morales. Después de mostrar en el capítulo 12 que los dones deben promover unidad, no segregación, Pablo ahora presenta la motivación suprema para ejercerlos: el amor. Pero este amor no es sentimental o emocional —importante aclaración en nuestra época melancólica—. Es un amor que proviene de Dios y tiene las marcas sacrificiales del evangelio. El argumento es sencillo: si los dones espectaculares no están motivados por amor genuino, carecen de valor.

Entendiendo el pasaje

Pablo conecta directamente con el capítulo anterior: «Les muestro un camino más excelente» (12:31). El camino de buscar dones para verse superiores conduce a división; pero hay un camino mejor. El capítulo se estructura también en tres secciones claras.

Primera sección: la necesidad absoluta del amor (vv. 1-3). Pablo presenta cuatro dones —probablemente los más codiciados en Corinto— y muestra cómo son inútiles sin amor. Si hablara lenguas humanas y angélicas sin amor, sería como címbalo que retiñe. Si tuviera profecía y entendiera todos los misterios sin amor, nada soy. Si tuviera fe para trasladar montes sin amor, nada soy. Si repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo para ser quemado sin amor, de nada me sirve. Nota la progresión: Pablo usa hipérboles —nadie hablaba lenguas angélicas, nadie entendía todos los misterios, nadie trasladaba montes—. Los corintios pensaban equivocadamente que ya habían alcanzado la glorificación, por eso tenían problemas con la resurrección corporal, el matrimonio y el cuerpo físico. Creían que su lenguaje extraño era angelical. Pablo les dice: aunque fuera cierto, sin amor no vale nada.

Segunda sección: las características del amor (vv. 4-7). Pablo describe cómo se expresa el amor que debe gobernar los dones. Usa dos aspectos positivos: el amor es paciente y bondadoso. Luego ocho negativos: no tiene envidia, no es jactancioso, no es arrogante, no se porta indecorosamente, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se regocija en la injusticia. Concluye con cuatro afirmaciones totalizantes: todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Hay más aspectos negativos que positivos porque cada uno estaba relacionado con la conducta de los corintios. Tenían envidia, eran arrogantes sobre su conocimiento, se jactaban, eran toscos con otros hermanos, egoístas en la cena del Señor, peleaban por asuntos irrelevantes, se demandaban, guardaban rencores. ¡Pero hablaban en lenguas!

Tercera sección: la permanencia del amor (vv. 8-13). El amor nunca deja de ser, pero las profecías se acabarán, las lenguas cesarán, el conocimiento se acabará. ¿Cuándo? «Cuando venga lo perfecto» (v.10). El debate sobre qué significa «lo perfecto» ha generado mucha discusión. Algunos dicen que es la madurez cristiana, otros el cierre del canon bíblico. Pero Pablo asocia lo perfecto con ver cara a cara al Señor y conocer como hemos sido conocidos. Lo más probable es que se refiera a la segunda venida de Cristo. Pablo cierra con una comparación final: ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, pero el mayor es el amor.

Tres verdades bíblicas

  1. Sin amor, los dones más espectaculares son solo ruido religioso No importa qué tan espectacular sea el don: sin amor es inoficioso, solo espectáculo y autopromoción. Pablo dice que hablar lenguas sin amor es ser como címbalo que resuena, algo del culto pagano. En otras palabras: no importa qué tan espectacular sea tu don, eso es algo que un pagano podría imitar; pero el amor no. Jesús dijo: «En esto conocerán que son mis discípulos, si tienen amor los unos con los otros» (Juan 13:35). Qué fácil es perder esto de vista. Nos concentramos tanto en buscar y ejercer dones que nos convertimos en islas, sirviéndonos a nosotros mismos. Corinto es evidencia de que la espectacularidad de dones no señala que todo está bien. La presencia del Espíritu es evidente en el fruto que produce, principalmente el amor.
  2. El amor que debe gobernar los dones tiene las marcas del evangelio Estas características que Pablo menciona no pueden ser demandadas de alguien que no conoce a Dios. Nadie puede vivir así si no ha conocido el amor del Señor. Es inevitable pensar en Cristo aquí: Él no buscó gloria personal, nunca hizo nada indebido, fue paciente, nunca obró arrogantemente sino que fue manso y humilde, nunca se airó pecaminosamente, nunca tuvo envidia, no fue brusco sino tierno, nunca guardó rencor sino que perdonó a quienes lo hirieron y dio su vida por ellos. El sello del cristiano es el amor, y ese amor está en Cristo Jesús. Si tienes a Cristo, eres llamado a vivir así. El amor es más que algo emocional, más que un saludo efusivo o palabras bien construidas. El amor genuino tiene un sello: el sacrificio.
  3. El amor permanecerá cuando todos los dones hayan cesado Los dones se acabarán cuando llegue lo perfecto, pero el amor nunca dejará de ser; es eterno. La fe y la esperanza son virtudes más importantes que los dones. La fe nos introduce al evangelio, la esperanza nos sostiene en él. Pero el amor está por encima en importancia. Si esto es así, ¿no es el amor más importante que los dones y algo que deberíamos perseguir principalmente? No deberíamos ver los dones en oposición al amor. Tanto los dones como el amor son manifestación del Espíritu de Dios. El amor permanecerá para siempre; por medio de los dones podemos entrar a disfrutar esa plenitud. En su uso correcto, nos capacitan para ser edificados en amor.

Reflexión y oración

Este texto no es un campo de batalla entre cesacionistas y continuistas. Es donde encontramos la gloriosa expresión de Dios a su iglesia: hombres y mujeres pecadores llamados a servirse por medio de las capacidades que el Espíritu da, en amor, para promover la gloria de Dios. ¿Qué estás persiguiendo como miembro de la iglesia? ¿Cuál es tu prioridad? Si no estamos amando significativamente, no importa lo que hagamos ni qué tan visible sea. Son muchos los que en aquel día dirán: «Señor, Señor, en tu nombre profetizamos», pero el Señor dirá: «Nunca los conocí». Qué tragedia: personas que descansaban en sus dones y no en el amor de Cristo.

Señor, perdónanos cuando hemos buscado dones para nuestra gloria en lugar de ejercerlos en amor. Perdónanos cuando hemos sido címbalos que retiñen, haciendo ruido religioso sin amor genuino. Gracias porque en Cristo vemos el amor perfecto que debemos imitar. Ayúdanos a perseguir el amor con la misma pasión con que algunos persiguen dones espectaculares. Que nuestros dones, sean cuales sean, estén siempre motivados y gobernados por el amor que viene de ti. Por Jesucristo, quien nos amó hasta la muerte, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

2 Samuel 3, 1 Corintios 13, Ezequiel 12, Salmos 51

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.