Devocional para el 09 de octubre

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Versículo base: «Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo» (Filipenses 3:7-8, NBLA)

Cuando tu currículum religioso se convierte en basura

Hay otro enemigo del gozo, y este es particularmente peligroso porque viene disfrazado de piedad. En la carta ya se les habló de las divisiones internas. Ya se les mostró a Cristo como el modelo supremo de humildad. Pero ahora deben ser advertidos sobre algo más sutil: el falso evangelio. Había personas, probablemente judaizantes, que estaban enseñando que la fe en Cristo no era suficiente. Necesitabas también circuncidarte, guardar la ley, acumular méritos. Y aquí Pablo, con una contundencia que no habíamos visto en esta carta, los llama perros, malos obreros, mutiladores del cuerpo. Son palabras fuertes. ¿Por qué tanta energía? Porque están atacando el corazón mismo del evangelio. Y cuando quitamos los ojos de Cristo para ponerlos en nuestra propia justicia, el gozo se evapora.

Entendiendo el pasaje

El capítulo tres comienza con una transición. el texto dice dice «Por lo demás, hermanos míos, regocíjense en el Señor». Parece que va a terminar la carta, pero de repente su tono cambia. «Cuídense de los perros, cuídense de los malos obreros, cuídense de la falsa circuncisión». Es una advertencia urgente, enérgica. Pablo sabe que esta iglesia, a pesar de ser tan querida, tan generosa, tan fiel, no está exenta de peligro. El amor verdadero no ignora la amenaza. El amor verdadero advierte. Y aquí el Apóstol está protegiendo el gozo de los filipenses advirtiéndoles sobre quienes quieren añadir algo a Cristo.

Para desmantelar el argumento de los judaizantes, el apóstol Pablo presenta su propio currículum religioso. Y es impresionante. Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos, fariseo en cuanto a la ley, celoso perseguidor de la iglesia, irreprensible en cuanto a la justicia de la ley. Si alguien podía jactarse en logros religiosos, era él. Pero entonces viene el giro: «Todo eso que era ganancia para mí, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo». No solo pérdida, sino basura. La palabra griega que usa es fuerte, se refiere a desperdicios, excremento, algo repugnante que desechas. él les está diciendo: todo lo que pensé que me hacía justo delante de Dios, todo ese esfuerzo religioso, toda esa reputación, lo considero basura comparado con conocer a Cristo.

Y aquí está poniendo el ejemplo otra vez. Está diciendo: yo también fui alguien que buscaba justicia fuera de Cristo. Yo también confié en mis logros, en mi linaje, en mi cumplimiento de la ley. Y nunca encontré paz. Nunca encontré gozo. Pero cuando conocí a Cristo, cuando entendí que la justicia es por fe en él y no por mis obras, todo cambió. Ahora mi meta es conocerlo más, experimentar el poder de su resurrección, participar de sus padecimientos, llegar a ser semejante a él en su muerte. Pablo no ha llegado a la perfección, lo admite. Pero prosigue hacia la meta, olvidando lo que queda atrás y extendiéndose a lo que está delante. Termina el capítulo contrastando dos grupos: los enemigos de la cruz, cuyo dios es su vientre y cuya gloria es su vergüenza, versus los que tienen su ciudadanía en los cielos y esperan al Salvador que transformará su cuerpo de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria.

Tres verdades bíblicas

La exhortación no es falta de amor, es protección del gozo

El Apóstol amaba profundamente a los filipenses. Los llama su gozo y corona. Pero ese amor no le impide advertirles con contundencia sobre el peligro. Les dice «cuídense», tres veces. Porque sabe que si caen en el error de buscar justicia por obras, perderán el gozo que viene de descansar en Cristo. Ahora bien, vivimos en una época donde cualquier corrección es vista como falta de amor. Donde decir «estás equivocado» se considera intolerante. Pero la Biblia nos muestra otra cosa. El amor verdadero dice la verdad. El amor verdadero advierte. Si ves a alguien que amas desviándose del evangelio, buscando justicia en sus logros religiosos, en su moralidad, en su activismo, tienes que decírselo. Con amor, sí. Con humildad, por supuesto. Pero tienes que decírselo. Porque el gozo verdadero, el gozo que no se marchita, solo viene de Cristo. Y cuando quitamos los ojos de él para ponerlos en nosotros mismos, ese gozo se pierde. No tengas miedo de exhortar. No confundas la tolerancia con el amor. A veces amar significa decir verdades incómodas.

Cuando buscas justicia fuera de Cristo encuentras amargura, pero en él encuentras gozo

Mira la historia de este quien otro tiempo era conocido como Saulo de tarso. Él lo tenía todo según los estándares religiosos de su tiempo. Era irreprensible. Pero estaba lleno de celo violento, persiguiendo a la iglesia. No había paz en su corazón. No había gozo. Estaba en una búsqueda implacable de justicia propia que nunca lo satisfizo. Y hay muchos así hoy. Personas que se matan trabajando en la iglesia, sirviendo, dando, orando, leyendo la Biblia, pero siempre con una ansiedad de fondo. Siempre preguntándose: ¿Será suficiente? ¿Habré hecho lo necesario? Porque están buscando justicia en sus obras. Están tratando de ganar lo que Cristo ya les dio gratuitamente. Y eso no produce gozo, produce agotamiento. Produce amargura cuando otros no hacen lo mismo. Produce orgullo cuando logras más que otros. Pero cuando descansas en la justicia de Cristo, cuando entiendes que él ya pagó todo, que tú no tienes nada que añadir, que tu aceptación delante de Dios no depende de tu desempeño sino de su gracia, ahí viene el gozo. Ahí viene la libertad. Ahí puedes servir sin ansiedad, dar sin calcular, amar sin esperar nada a cambio. Porque ya tienes todo en Cristo.

Conocer a Cristo debe ser tu máxima ambición

Pablo dice que estima todas las cosas como pérdida en vista del incomparable valor de conocer a Cristo. Conocerlo. No solo saber cosas sobre él, sino conocerlo personalmente, íntimamente. Experimentar el poder de su resurrección. Participar de sus padecimientos. Llegar a ser semejante a él. Esa es su pasión. Esa es su meta. Y nota que no dice «ya lo conocí completamente». No. Después de décadas sirviendo a Cristo, Pablo sigue diciendo: prosigo hacia la meta. Sigo avanzando. Sigo aprendiendo. Hay más de Cristo que descubrir. Ahora bien, seamos honestos. ¿Es esa tu ambición más grande? ¿O estás más enfocado en tu carrera, en tu comodidad, en tus sueños personales? No está mal tener metas en la vida, pero si algo compite con Cristo por el primer lugar en tu corazón, es un ídolo. Pablo pudo decir que todo lo demás es basura comparado con Cristo. ¿Puedes decir tú lo mismo? Tu reputación, tu cuenta bancaria, tus logros, tus relaciones, ¿son basura comparadas con conocer a Cristo? Porque hasta que eso sea verdad, tu gozo siempre estará amenazado.

Reflexión y oración

Solo Cristo justifica. Solo Cristo satisface. Solo Cristo merece ser nuestra máxima ambición. Todo lo demás es basura en comparación. Ese conocimiento trae gozo inagotable.

Padre, perdónanos por las veces que hemos buscado justicia fuera de Cristo. Perdónanos por confiar en nuestros logros religiosos, en nuestra moralidad, en nuestro esfuerzo. Ayúdanos a ver que todo eso es basura comparado con conocer a tu Hijo. Danos el gozo que viene de descansar en su justicia, no en la nuestra. Protégenos de los falsos evangelios que prometen vida pero solo traen esclavitud. Que nuestra máxima ambición sea conocer a Cristo, experimentar el poder de su resurrección, y llegar a ser semejantes a él. Ayúdanos también a amar lo suficiente como para advertir a otros cuando se desvían de esta verdad. En el nombre de Jesús, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

1 Reyes 12, Filipenses 3, Ezequiel 42, Salmo 94

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.