Versículo base: «Y las mujeres decían a Noemí: “Bendito sea el SEÑOR que no te ha dejado hoy sin redentor; que su nombre sea célebre en Israel. Será él restaurador de tu vida y sustentador de tu vejez; porque tu nuera, que te ama y es de más valor para ti que siete hijos, lo ha dado a luz”.» (Rut 4:14-15, NBLA)
La Redención Consumada: El Rey que Nadie Vio Venir
Si estás siguiendo nuestro plan de lectura habrás notado que en la lectura de ayer debíamos abordar los capítulos 3 y 4, pero decidí abordar este capítulo de cierre aparte para abordar por completo la historia. Mañana, si Dios permite, estaremos comenzando una nueva serie basada en la fascinante carta a os Romanos, pero por ahora veamos el final de estrelló relato de redención.
Hemos llegado al desenlace de nuestra historia, pero como las mejores narrativas bíblicas, el final es en realidad un comienzo. El capítulo 4 cierra con lo que parece una escena postcréditos: una genealogía. En los días cuando no había rey en Israel y cada uno hacía lo que bien le parecía, Dios estaba sacando un rey de en medio de la adversidad, del vientre de una moabita redimida, en un pueblito llamado Belén.
Entendiendo el pasaje
El capítulo con el drama legal que había quedado pendiente en la conversación entre Booz y Rut en la era. Este episodio s lleva a cabo en la puerta de la ciudad, el tribunal antiguo de Israel. Booz convoca al pariente más cercano ante diez testigos. Hay un momento de tensión cuando este pariente anónimo acepta comprar la tierra de Noemí. Por un instante parece que Rut perderá su oportunidad de redención. Pero entonces Booz juega una carta maestra: “El día que compres el campo, también adquieres a Rut la moabita”. El pariente retrocede. No puede arriesgar su herencia mezclándola con sangre extranjera. Su rechazo es la puerta para que Booz actúe. La sandalia que se quita y entrega sella el trato: Booz es ahora el goel, el redentor oficial.
Lo que sigue es emoionante. Rut se casa con Booz y conciben un hijo, Obed. Las mujeres de Belén, las mismas que fueron testigos del regreso amargo de Noemí, ahora la rodean con bendiciones. Le dicen: tu nuera moabita vale más que siete hijos israelitas. Noemí, que regresó “vacía”, ahora sostiene en sus brazos la plenitud de la promesa de Dios. Pero el narrador guarda la revelación mayor para el final: este bebé Obed será el abuelo del rey David.
En cuatro capítulos hemos pasado del caos de los jueces al linaje del mayor rey de Israel. Y aunque el libro no lo dice, nosotros sabemos el resto: de David vendrá el Mesías, el Rey de reyes.
Tres verdades bíblicas
- Dios usa nuestros rechazos para acomodarlos a su plan El pariente anónimo rechazó redimir a Rut por miedo a comprometer su herencia. Su “no” parecía un problema, pero era parte del plan. Si él hubiera dicho que sí, Rut habría sido redimida pero por las razones equivocadas, por obligación legal sin amor. El rechazo favoreció a Booz, quien la redimió por amor y honor. Los rechazos que experimentamos, las puertas cerradas, los “no” dolorosos, Dios los usa para ponernos exactamente donde necesitamos estar. Nada escapa de su plan.
- La redención verdadera restaura más de lo que se perdió Noemí salió con esposo y dos hijos; regresó con una nuera moabita. Parecía una ecuación perdedora. Pero Dios no hace matemáticas simples. Le devolvió un nieto que sería abuelo de reyes, una nuera que valía más que siete hijos, y un lugar en la historia de salvación. Dios se especializa en multiplicar donde nosotros solo sabemos restar. Esto es tremendamente esperanzador especialmente cuando atravesamos temporadas en las que sentimos que hemos perdido todo, incluso en medio de la más profunda aflicción podemos recibir De Dios abundante gracia y misericordia.
- Cristo cumple perfectamente lo que Booz apenas pudo prefigurar Booz fue un redentor admirable: pagó el precio, tomó la extranjera, restauró la herencia. Pero solo pudo redimir a una familia. Cristo, nuestro Booz definitivo, no tuvo miedo de “comprometer Su herencia” mezclándose con nosotros. Tomó nuestra naturaleza, pagó con Su sangre, y nos dio Su nombre. Donde Booz redimió a una moabita, Cristo redime a personas de toda tribu, lengua y nación. Donde Booz dio a Noemí un nieto, Cristo nos hace hijos de Dios. La genealogía que cierra Rut no termina en David; continúa hasta llegar a “Jesús, llamado el Cristo” en Mateo 1. Cada nombre en esa lista es un eslabón en la cadena de gracia que conecta tu historia con la historia de Dios.
Reflexión y oración
El libro de Rut nos enseña que Dios escribe las mejores historias con los peores comienzos. En los días cuando no había rey en Israel, Él estaba preparando al rey según Su corazón. La viuda moabita sin futuro se convirtió en la bisabuela del rey David y ancestro del Mesías. Qué hermoso es poder encontrarnos con historias de redención que nos conecta con la más maravillosa y gloriosa historia de redención.
Señor, gracias por esta historia que nos muestra Tu soberanía en cada detalle. Gracias porque los rechazos y pérdidas no son el final sino parte de Tu plan redentor. Gracias por Cristo, nuestro Pariente Redentor perfecto, que no temió identificarse con nosotros para poder redimirnos completamente. Ayúdame a confiar en que mi historia, por quebrada que parezca ahora, es parte de Tu gran narrativa de redención. Que pueda ver más allá de mi capítulo actual y confiar en el final que Tú estás escribiendo. Amén.