Versículo base: «Y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: “¿Quién es semejante a la bestia, y quién puede luchar contra ella?”» (Apocalipsis 13:4, NBLA)
Los agentes del dragón
Ayer vimos cómo Juan nos reveló el conflicto cósmico que está detrás de todo lo que enfrentamos en la tierra. El dragón, identificado como Satanás, había sido expulsado del cielo tras el triunfo de Cristo, pero ahora dirige su furia contra la descendencia de la mujer: la Iglesia. Pero el dragón no trabaja solo. En este gran interludio que comenzó en el capítulo 12, Juan continúa mostrándonos los actores principales de este drama, y hoy conocemos a los agentes terrenales del dragón: las dos bestias.
Lo que vemos aquí es cómo Satanás delega su poder y autoridad a sistemas e individuos que operan en la tierra para oponerse al plan de Dios. El capítulo 13 es la continuación lógica de lo que aprendimos ayer: si el dragón no puede tocar directamente a Cristo, entonces trabajará a través de sus representantes para atacar al pueblo de Dios.
Entendiendo el pasaje
El capítulo 13 nos presenta dos bestias que reciben su poder del dragón. La primera bestia surge del mar, símbolo en el Antiguo Testamento de las naciones gentiles en tumulto. Esta bestia tiene características de leopardo, oso y león, evocando las bestias de Daniel 7 que representaban imperios mundiales. Recibe del dragón su poder, su trono y gran autoridad. La descripción apunta a un sistema político-militar que se opone a Dios y demanda adoración. Esta bestia es identificada en otras partes de la Biblia como el Anticristo. En 2 Tesalonicenses 2, Pablo lo asocia a un personaje que tendrá su mayor actividad justo antes de la venida de Cristo. Han habido anticristos antes y los sigue habiendo hoy, pero tendrá su mayor preponderancia como un personaje o como un sistema en los días inmediatos al retorno del Señor.
La segunda bestia surge de la tierra y tiene apariencia de cordero pero habla como dragón. Esta paradoja es clave: se presenta como algo religioso y aparentemente benigno, pero su mensaje es diabólico. Su función es hacer que la tierra y sus habitantes adoren a la primera bestia. Es el poder religioso corrupto que respalda y da legitimidad al poder político opresor. Juntas, estas bestias representan la alianza impía entre poder político y religioso corrompido que caracteriza los sistemas mundiales opuestos a Dios.
El sentido de este pasaje es mostrarnos que el dragón siempre trabajará a través de estructuras humanas: gobiernos, instituciones, sistemas económicos y religiosos que, aunque pueden parecer legítimos e incluso buenos, cuando se alejan de Dios se convierten en instrumentos de opresión contra el pueblo del Señor. La marca de la bestia simboliza la lealtad total a estos sistemas mundanos en lugar de a Cristo.
Tres verdades bíblicas
- Los sistemas mundanos exigen adoración Observa cómo las bestias demandan adoración y lealtad absoluta. En tu vida diaria, enfrentas sistemas que funcionan de manera similar. El materialismo te dice que tu valor depende de lo que posees. El secularismo te presiona para que dejes tu fe en casa y te conformes a sus estándares. Las redes sociales te prometen significado a través de la validación de otros. Todos estos sistemas, aunque no usen lenguaje religioso, exigen una devoción que corresponde solo a Dios. Reconoce estas demandas y decide conscientemente a quién vas a adorar cada día.
- La verdadera autoridad viene de Dios, no de las bestias Aunque las bestias parecen poderosas e invencibles, recuerda que solo tienen el poder que el dragón les ha dado, y el dragón ya fue derrotado por Cristo. Los sistemas opresivos pueden parecer abrumadores, pero su autoridad es derivada y temporal. Cuando tu gobierno, tu jefe, o cualquier institución te presione para comprometer tu fe, recuerda que hay una autoridad superior. Respeta las autoridades humanas como dice Romanos 13, pero nunca olvides que tu lealtad suprema es a Cristo, quien tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra.
- Cristo es el único verdaderamente digno de adoración En medio de todas las voces que compiten por tu devoción, el evangelio te recuerda que solo Cristo es digno. Él no demanda adoración por fuerza o manipulación, sino que la merece por quien es: el Cordero que fue inmolado por nuestros pecados. Las bestias prometen poder, seguridad y prosperidad, pero solo Cristo ofrece vida eterna y paz verdadera. No hay nada que el evangelio no pueda solucionar, porque en Cristo tenemos al Rey verdadero que venció a todas las bestias y sus sistemas.
Reflexión y oración
Veamos este capítulo como una advertencia y un aliento. Vivimos rodeados de sistemas que buscan nuestra devoción total, pero sabemos que nuestra lealtad pertenece solo a Cristo. Las bestias parecen poderosas, pero son temporales. El Cordero es eterno y ya ha vencido.
Señor Jesús, ayúdanos a discernir las voces que compiten por nuestra adoración. Danos sabiduría para respetar las autoridades que has establecido, pero también valor para mantenernos fieles a ti cuando los sistemas de este mundo nos presionen para comprometer nuestra fe. Recordamos que tú eres el Rey de reyes, y que toda rodilla se doblará ante ti. Que nuestra vida sea una declaración constante de que solo tú eres digno de adoración. Amén.