Devocional para el 12 de junio

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Versículo base: «Y miré, y vi al Cordero de pie sobre el monte Sión, y con Él ciento cuarenta y cuatro mil que tenían su nombre y el nombre de su Padre escrito en la frente» (Apocalipsis 14:1, NBLA)

La respuesta de esperanza

Completamos hoy el gran interludio cósmico que comenzamos en el capítulo 12. Hemos visto al dragón furioso dirigiendo su ataque contra la descendencia de la mujer, y ayer conocimos a sus agentes terrenales: las dos bestias que demandan adoración y lealtad absoluta. Si el interludio hubiera terminado ahí, habríamos quedado con una sensación de desesperanza. Pero Juan no nos deja con la imagen final del poder aparentemente triunfante del mal.

En este último capítulo del interludio, vemos la respuesta de Dios. Después de mostrarnos a los enemigos en toda su ferocidad, ahora contemplamos al Cordero victorioso rodeado de sus redimidos. Es como si Dios nos dijera: “Sí, el conflicto es real, la oposición es cruel, pero miren el final de la historia.” El capítulo 14 funciona como un gran respiro de esperanza en medio de la guerra cósmica, recordándonos que nuestra fe no es en vano.

Entendiendo el pasaje

El capítulo se abre con una visión donde se muestra al Cordero de pie sobre el monte Sión con los 144,000 que tienen su nombre y el del Padre en sus frentes. Este es el contraste perfecto con la marca de la bestia del capítulo anterior. Mientras los seguidores de la bestia llevan su marca como señal de sometimiento, los redimidos del Cordero llevan su nombre como una señal de que le pertenecen y que él los cuida.

Los 144,000 es una forma simbólica, propia de la numerología apocalíptica, de llamar a la plenitud del pueblo de Dios. No son vírgenes literales, sino espiritualmente puros, apartados para Dios como una esposa fiel. El “cántico nuevo” que entonan simboliza la experiencia única de la redención que solo los salvos pueden comprender y celebrar.

Luego aparecen tres ángeles con mensajes: el evangelio eterno para todas las naciones, el anuncio de la caída de Babilonia, y la advertencia sobre el destino de quienes adoran a la bestia. Finalmente, vemos dos cosechas: una de salvación y otra de juicio, mostrando que la historia humana culminará en separación eterna. El sentido de este pasaje es claro: no importa cuán poderosas parezcan las fuerzas del mal, el Cordero y los suyos tienen la victoria final asegurada.

Tres verdades bíblicas

Perteneces al Cordero, no a las bestiasLos sistemas de este mundo que se oponen al Señor están en guerra por ganar nuestra lealtad, por marcarnos. Esa es la razón por la que es imperativo recordarnos que nuestra identidad no viene de nuestro trabajo, cuenta bancaria, estatus social, o la validación de otros.Somos propiedad exclusiva de Cristo, comprado por su sangre. Cuando sientes la presión de conformarse a los estándares mundanos, de ceder ante el materialismo anticristiano, cuando te tienten a comprometer tu integridad por avanzar profesionalmente, o cuando cuestiones si vale la pena mantener tus convicciones, no lo olvides: tienes el nombre del Rey de reyes grabado en tu vida. Esa es tu verdadera identidad.

Tu cántico es único e irrepetible Los 144,000 cantan un cántico que nadie más puede aprender. Tu experiencia de salvación y tu relación con Cristo son únicas. Nadie más puede contar la historia de cómo Dios te alcanzó, te perdonó y te dio nueva vida. No minimices tu testimonio porque te parezca menos dramático que el de otros. Tu historia de redención es un cántico nuevo que solo tú puedes entonar. En el trabajo, en la familia, en tu vecindario, hay personas que necesitan escuchar precisamente tu cántico, porque es el que Dios usará para tocar sus corazones.

La cosecha final está en manos de Cristo El capítulo termina con Cristo como el segador que ejecuta tanto la cosecha de salvación como la de juicio. Esta verdad debe llenarte de urgencia y esperanza. Urgencia porque las oportunidades para compartir el evangelio no son infinitas. Esperanza porque el resultado final no depende de tu capacidad de convencer a otros, sino del poder del evangelio mismo. El evangelio es suficiente y Cristo mismo dirige la cosecha. Tu responsabilidad es sembrar y regar; Dios dará el crecimiento y determinará el momento del fruto. .

Reflexión y oración

El gran interludio concluye recordándonos que, aunque el conflicto cósmico es real y feroz, el final ya está escrito. El Cordero está en pie, victorioso, rodeado de sus redimidos. Ahora bien, esto no es solo una promesa futura, es una realidad presente que debe darnos paz en medio de las batallas diarias.

Padre celestial, gracias porque en medio del conflicto cósmico nos has dado la certeza de la victoria final. Ayúdanos a vivir como quienes ya llevamos el nombre del Cordero, recordando que nuestra identidad está segura en Cristo. Danos valor para cantar nuestro cántico único en un mundo que nos presiona a conformarnos. Llénanos de urgencia santa para compartir el evangelio, sabiendo que tú diriges la cosecha final. Que vivamos cada día con la confianza de que pertenecemos al Cordero victorioso. En su nombre, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

Deuteronomio 17, Salmos 104, Isaías 44, Apocalipsis 14

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.