Devocional para el 13 de octubre

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Versículo base: «Que la palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda sabiduría enseñándose y amonestándose unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en sus corazones» (Colosenses 3:16, NBLA)

Cuando la iglesia canta

Desde que tengo uso de razón disfruto la música, en todas sus formas, una más asombrosa que otra. En general tengo muchos recuerdos de momentos asociados a melodías y cánticos. Pero desde que conocí al Señor nada me resulta de mayor gozo como cantar, y especialmente cantar con otros a una sola voz. El cántico de la iglesia es insustituible y es una expresión de adoración, pero también una gloriosa expresión de unidad. Pocas cosas son tan importantes para la iglesia como cantar, y pocas cosas son tan subestimadas y mal empleadas. Para muchos la música y el canto en la iglesia es un mal necesario, y para otros pareciera una especie de recreo emocional. Ambos extremos son peligrosos.

Entendiendo el pasaje

Pablo escribió Colosenses para advertir a la iglesia sobre falsas doctrinas que pretendían disminuir la obra de Cristo. Había quienes enseñaban que Jesús era insuficiente, que necesitabas añadirle algo más: filosofías humanas, rituales especiales, experiencias místicas. Pablo responde con claridad: Cristo es suficiente. En Él habita toda la plenitud de la Deidad. Ustedes están completos en Él. Han resucitado con Él. Y si eso es cierto, entonces su vida debe reflejar esa nueva realidad.

En el capítulo 3, Pablo describe cómo se ve esa vida nueva. Habla de hacer morir lo terrenal, de despojarse del viejo hombre, de vestirse de compasión, bondad, humildad. Y justo en medio de esas instrucciones, aparece este versículo sobre el cántico congregacional. No es un paréntesis decorativo. Es esencial. Porque cuando la palabra de Cristo habita en abundancia en nosotros, cuando la paz de Cristo gobierna nuestros corazones, cuando estamos siendo renovados conforme a la imagen de nuestro Creador, eso produce algo: cantamos juntos. Y no solo cantamos, nos enseñamos y nos amonestamos unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales. El canto congregacional no es entretenimiento. Es un medio de gracia donde la iglesia se edifica mutuamente mientras alaba a Dios.

Tres verdades bíblicas

  1. El canto congregacional es una expresión de unidad

Fíjate en el lenguaje del texto: “enseñándose y amonestándose unos a otros”. No es “yo canto para mí”, sino “cantamos juntos para edificarnos mutuamente”. Cuando la iglesia canta a una sola voz, algo hermoso sucede. Las diferencias de edad, trasfondo, educación, y personalidad se diluyen. El ingeniero canta junto al obrero. La abuela junto al adolescente. El extrovertido junto al introvertido. Todos confesando las mismas verdades, exaltando al mismo Salvador. Eso es unidad visible. Y es poderosa. No hay nada como estar en medio de una congregación cantando con convicción: “A Dios sea la gloria, grandes cosas Él ha hecho”. En ese momento, no importa si cantas afinado o desafinado. Importa que estás unido al pueblo de Dios declarando Su grandeza. Si subestimas el canto congregacional, pierdes una de las expresiones más tangibles de lo que significa ser cuerpo de Cristo.

  1. El canto congregacional es un medio para afirmar verdades

Dios ha usado la música para que Su pueblo recuerde verdades. Por eso Pablo dice que debemos exhortarnos unos a otros con cánticos, salmos e himnos. Cuando escuchas la predicación, oyes la Palabra. Pero cuando cantas, hablas la Palabra unos a otros. Eso es poderoso. La música tiene una manera de grabar verdades en el alma. Puedes olvidar un sermón, pero difícilmente olvidas un himno que cantaste cientos de veces. “Sublime gracia del Señor que a un infeliz salvó”. “Cuán firme cimiento se ha dado a la fe”. “En Cristo, mi firme Roca, estoy”. Esas líneas se quedan contigo. Te levantan en la duda. Te sostienen en el dolor. Te recuerdan quién eres cuando olvidas. Y cuando todo sea cumplido, cuando Cristo regrese y no haya más necesidad de predicación porque veremos cara a cara, seguiremos cantando. Apocalipsis está lleno de cantos. La adoración y el canto son de las cosas que quedarán para la eternidad.

  1. Los cantos deben estar centrados en Cristo, no en el hombre

Los cantos a los que Pablo se refiere no son estribillos que se repiten en un bucle sin fin. Él dice: “la palabra de Cristo more en abundancia en ustedes”. Somos llamados a cantar el evangelio. El problema es que muchos de nuestros cantos hoy están llenos de humanismo, de emociones superficiales, de autoexaltación, de mucho “yo, yo, yo” y muy poco de Cristo. Cantos que parecen más baladas románticas que himnos de adoración. Cantos donde el sujeto principal es mi experiencia, mi sentir, mi necesidad, y no la obra redentora de Cristo. Eso es peligroso. Debemos resolver cantar el evangelio. Leer los Salmos nos apunta a esa realidad: hablan de quién es Dios, de Su carácter, de Su obra, de Su fidelidad. Muchos de los himnos escritos en el pasado también son una buena manera de ver de qué se trata realmente el canto congregacional, el cual tiene el propósito de la edificación mutua y no solo del individuo. Evalúa lo que cantas. ¿Está centrado en Cristo o en ti? ¿Declara verdades bíblicas o solo sentimientos vagos? ¿Edifica a la iglesia o solo busca una experiencia emocional individual?

Reflexión y oración

El canto de la iglesia no es opcional ni superficial. Es una expresión de unidad, un medio para afirmar verdades, y una oportunidad para centrar nuestra mirada en Cristo. Canta con tu iglesia. Canta con convicción. Canta verdades que te sostengan cuando todo lo demás se desmorone.

Señor, gracias por el regalo del canto congregacional. Perdona las veces que lo he tomado a la ligera o lo he reducido a entretenimiento. Ayúdame a cantar con mi iglesia verdades que nos edifiquen mutuamente. Que la palabra de Cristo more en abundancia en nosotros, y que nuestros cantos reflejen Tu gloria y no nuestros sentimientos. Que cuando cantemos juntos, el mundo vea la unidad de Tu pueblo y glorifique Tu nombre. Amén.

*Lecturas del plan para hoy:

1 Reyes 14, Colosenses 1, Ezequiel 44, Salmos 97-98

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.