Devocional para el 13 de septiembre

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Versículo base: «Pasé junto a ti y te vi, y he aquí que tu tiempo era tiempo de amores. Extendí mi manto sobre ti y cubrí tu desnudez. Te hice juramento y entré en pacto contigo —declara el Señor Dios— y fuiste Mía» (Ezequiel 16:8, NBLA)

El amor que te encuentra donde estás

A lo largo de las Escrituras, Dios usa múltiples imágenes para describir su relación con su pueblo. Se presenta como pastor que cuida sus ovejas, como padre que disciplina y consuela, como rey que gobierna con justicia, como guerrero que pelea por los suyos. Cada imagen muestra una faceta de su carácter. Pero hay una metáfora que Dios usa repetidamente, una que más íntimas y cercana al corazón humano: el matrimonio.

Veamos, esta imagen aparece desde Oseas hasta Apocalipsis, pero quizás ninguna descripción es tan cruda, tan honesta y tan conmovedora como la que Ezequiel presenta en este capítulo. Aquí Dios describe un amor que encuentra, que rescata, que compromete. Un amor que ve potencial donde otros ven basura. El problema es que hemos crecido pensando que el amor es una transacción – tú me das, yo te doy. Haces algo bien, recibes afecto. Te equivocas, pierdes puntos. Pero el amor que Ezequiel describe aquí opera con una lógica completamente diferente, una que desafía todo lo que el mundo nos ha enseñado sobre merecer ser amados.

Entendiendo el pasaje

Ezequiel escribe estas palabras durante el exilio babilónico, cuando Israel está experimentando las consecuencias devastadoras de su infidelidad espiritual. Jerusalén ha caído, el templo está destruido, y el pueblo está disperso. Es en este contexto de juicio donde Dios, a través del profeta, narra la historia de amor más extraordinaria.

El capítulo 16 es una alegoría extendida donde Jerusalén es personificada como una mujer. La narrativa se divide en tres movimientos claros: primero, el rescate y matrimonio (versículos 1-14), donde Dios encuentra a una bebé abandonada, la cría y eventualmente la desposa. Segundo, la infidelidad grotesca (versículos 15-34), donde esta esposa usa los mismos regalos de su esposo para prostituirse. Tercero, el juicio y la restauración futura (versículos 35-63), donde a pesar del castigo merecido, Dios promete un pacto eterno.

El versículo 8 marca el momento crucial: Dios pasa nuevamente junto a esta joven que había rescatado años antes. Ahora ella ha alcanzado la edad para el matrimonio. El extender el manto era un acto legal en el antiguo Oriente que significaba protección y propuesta matrimonial, como vemos con Rut y Boaz. Pero aquí hay algo radical: Dios está eligiendo a alguien sin pedigrí, sin dote, sin familia. La poesía de Ezequiel es visceral – esta no es una princesa esperando a su príncipe, es una huérfana abandonada que Dios transforma en reina. El profeta quiere que Israel entienda que su elección nunca fue por sus méritos. Fue pura gracia desde el principio.

Tres verdades bíblicas

  1. Dios ama por iniciativa propia, no por tu desempeño Esta descripción del amor de Dios confronta directamente nuestra cultura. En el mundo, los hombres buscan esposas que cumplan ciertos estándares de belleza, estatus o compatibilidad. Las aplicaciones de citas son catálogos donde filtras por características deseables. Pero mira lo que hace Dios: encuentra a una criatura cubierta de sangre e inmundicia, la limpia, la viste, y entra en pacto matrimonial con ella. No espera que ella se arregle primero. No le pone condiciones previas. Tú no tienes que alcanzar un nivel de santidad para experimentar el amor de Dios. Él te amó cuando estabas muerto en tus pecados. Te amó cuando eras su enemigo. Si hoy sientes que debes limpiarte antes de acercarte a Dios, estás entendiendo el evangelio al revés.
  2. El amor de Dios es inmutable como su carácter Así como Dios ama incondicionalmente, ama inmutablemente. No hay nada que puedas hacer para que Dios te ame más, y aquí está la parte que cuesta creer: tampoco hay nada que puedas hacer para que te ame menos. Tus pecados ofenden su justicia y requieren disciplina, pero su amor permanece constante porque fluye de su naturaleza, no de tu comportamiento. Si has estado batallando con el rechazo, si has agotado tus fuerzas buscando aprobación en rostros humanos que cambian según su humor, hay un amor que permanece. Un amor que no depende de tu productividad laboral, tu apariencia física o tu estado emocional. Puedes venir hoy, tal como estás, y encontrar que Dios te sigue mirando con los mismos ojos de amor con que te miró en la cruz.
  3. Los matrimonios cristianos deben reflejar este amor radical El apóstol Pablo menciona en Efesios 5 que el matrimonio siempre fue un misterio teológico, una parábola viviente de Cristo y la iglesia. Lamentablemente, muchos matrimonios cristianos han comprado la versión barata del amor que vende el mundo: emocional, volátil, condicional. Un amor que depende de que tu cónyuge mantenga su atractivo, cumpla tus expectativas, satisfaga tus necesidades. Pero el amor que Dios modela en Ezequiel 16 opera diferente. Si estás casado, tu llamado es amar a tu cónyuge con la misma tenacidad con que Cristo ama a su iglesia infiel. Eso significa cubrir desnudeces, no exponerlas. Significa mantener el pacto cuando es inconveniente. Significa que tu matrimonio sea un testimonio visible al mundo de que existe un amor que no se rinde, que no abandona, que no cambia con las temporadas.

Reflexión y oración

Dios no te ama porque seas amable. Te ama porque Él es amor. Su amor te encontró cuando estabas abandonado, te cubrió cuando estabas desnudo, te comprometió cuando no tenías nada que ofrecer. Ese mismo amor te sostiene hoy.

Padre, confieso que he buscado en lugares equivocados el amor que solo tú puedes dar. He tratado de ganar tu amor con mi religiosidad cuando ya me lo diste completo en Cristo. Perdóname por dudar de tu amor cuando mis circunstancias son difíciles. Ayúdame a descansar en la seguridad de que nada me separará de tu amor. Y si estoy casado, dame la gracia de amar a mi cónyuge con el mismo amor incondicional con que tú me amas, para que nuestro matrimonio sea un evangelio visible para este mundo sediento de amor verdadero. En Cristo Jesús, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

2 Samuel 8-9, 2 Corintios 2, Ezequiel 16, Salmos 58-59

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.