Versículo base: 1 Corintios 2:2 – “Porque nada me propuse saber entre ustedes excepto a Jesucristo, y Este crucificado.”
Volver a lo esencial
En nuestro devocional anterior, vimos cómo la iglesia de Corinto luchaba con su identidad. Algunos se jactaban de quién los había bautizado, otros de sus dones y otros de su conocimiento. Pablo les recordó que su identidad no estaba en estas cosas, sino en Cristo. Hoy continuamos con el mismo tema central de la carta: el evangelio lo es todo.
Corinto era una ciudad dividida, no solo dentro de la iglesia, sino en su cultura. Los judíos se enorgullecían de su linaje, y los gentiles de su filosofía. Pero Pablo se negó a jugar ese juego. Su mensaje no buscaba impresionar a nadie con linajes o con discursos filosóficos elaborados. En cambio, lo redujo a una sola verdad: Cristo y Cristo crucificado.
Esto no fue un simple eslogan teológico. Fue una declaración radical que desmantelaba tanto el orgullo judío como la arrogancia griega. Para los judíos, la idea de un Mesías crucificado era un escándalo; para los griegos, era una necedad. Pero Pablo insiste en que en este mensaje está contenida toda la sabiduría de Dios.
Tres verdades bíblicas
- El evangelio nos une y destruye la superioridad.
La iglesia de Corinto estaba dividida porque ponían su identidad en cosas secundarias. Pablo les recuerda que el evangelio es lo que los une y que nadie es superior a otro en Cristo (1 Cor. 1:12-13). - Cristo crucificado es la verdadera sabiduría de Dios.
Los corintios querían filosofía y grandes discursos, pero Pablo insiste en que la verdadera sabiduría está en la cruz. Dios reveló sus misterios a través de un mensaje que parece simple, pero que encierra toda la verdad eterna (1 Cor. 1:18-24). - El evangelio es suficiente para cada área de nuestra vida.
Los corintios necesitaban el evangelio para sus matrimonios, para evitar el pecado, para no idolatrar, para mantenerse humildes, y para entender que la vida no termina con la muerte. Pablo les recuerda que la cruz es la base de todo (1 Cor. 6:19-20, 1 Cor. 10:12, 1 Cor. 15:42-44).
Reflexión y oración
Si Pablo redujo su mensaje a “Cristo y este crucificado”, es porque en él estaba contenida toda la sabiduría de Dios. Lo mismo sigue siendo cierto hoy. A veces queremos complicar la fe con filosofías, tradiciones o reglas humanas. Pero al final, lo que realmente necesitamos es el evangelio.
Oremos:
“Señor, gracias porque en Cristo tenemos todo lo que necesitamos. Perdónanos por las veces en que hemos buscado nuestra identidad en otras cosas. Ayúdanos a recordar que el evangelio es la respuesta a cada una de nuestras luchas. Que nuestra vida esté centrada en la cruz y que en todo lo que hagamos reflejemos tu amor y tu verdad. En el nombre de Jesús, Amén.”
Lecturas del plan para hoy:
Génesis 48, Lucas 1:39-80, Job 14, 1 Corintios 2.
