Devocional para el 17 de abril

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Versículo base: «Pero la piedad acompañada de contentamiento es gran ganancia.» (1 Timoteo 6:6, NBLA)

La verdadera riqueza del contentamiento

Hay una cifra que se ha difundido mucho, aunque posiblemente no haya estudios concluyentes, y es que aproximadamente el 70% de los ganadores de grandes premios de lotería terminan en bancarrota después de unos años. No parece difícil llegar a esa conclusión por inferencia (obviando el número). Uno pensaría que alguien que recurre a las apuestas es altamente probable que no sea un buen mayordomo. Asi que las personas que repentinamente obtuvieron millones descubren esta paradoja: más dinero no garantiza más felicidad ni resuelve los problemas fundamentales de la vida.

El fenómeno se repite tan consistentemente que algunos curiosos mediáticos lo han denominado «la maldición del ganador». De eso trata el devocional de hoy. De la NO relacion entre los bienes materiales y el contentamiento.

Entendiendo el pasaje

La primera carta de Pablo a Timoteo fue escrita para guiar a este joven pastor en su tarea de liderar la iglesia en Éfeso, una ciudad próspera y comercial donde la riqueza y el estatus social eran altamente valorados. A lo largo de la carta, Pablo ha abordado temas como el liderazgo eclesiástico, la sana doctrina, las actitudes hacia diferentes grupos dentro de la iglesia, y la conducta apropiada de los creyentes.

Al llegar al capítulo 6, Pablo confronta uno de los problemas más persistentes: la relación del creyente con las posesiones materiales. Está respondiendo a falsos maestros que veían la fe como un medio para el beneficio financiero (6:5). En contraste, Pablo presenta una economía espiritual diferente. Vamos a analizar las tres palabras claves empleadas en este pasaje.

La palabra griega traducida como «ganancia» (porismos) era un término comercial para la ganancia o utilidad en los negocios. Pablo está utilizando deliberadamente el lenguaje de sus oponentes para redefinir lo que constituye la verdadera riqueza. La «piedad», en cambio,  se refiere a una vida de devoción práctica a Dios, mientras que el «contentamiento» (autarkeia) describe una satisfacción que no depende de las circunstancias externas sino de una suficiencia interior.

Tres verdades bíblicas

  1. El contentamiento es una decisión, no una circunstancia Pablo no relaciona el contentamiento con tener más, sino con desear menos. En otra carta, afirma haber «aprendido» a estar contento en toda situación (Filipenses 4:11-12). Esto significa que el contentamiento es una habilidad que se desarrolla, no un sentimiento que aparece espontáneamente cuando las circunstancias son favorables. Cuando te encuentres insatisfecho, pregúntate: ¿Estoy esperando que algo externo solucione lo que solo una decisión interna puede resolver? El contentamiento no llega cuando tienes todo lo que quieres, sino cuando aprecias todo lo que tienes.
  2. La codicia es idolatría disfrazada de ambición legítima Más adelante en el capítulo, Pablo advierte que «el amor al dinero es raíz de toda clase de males» (6:10). La codicia es particularmente peligrosa porque rara vez se presenta como tal. Se disfraza de previsión, seguridad, responsabilidad o ambición. La línea entre la mayordomía prudente y la acumulación codiciosa es sutil, pero vital. Examina tus actitudes hacia las posesiones: ¿Confías en tus recursos materiales para proporcionarte lo que solo Dios puede dar? ¿Mides tu valor por lo que tienes en lugar de por quién eres en Cristo? La codicia promete libertad pero entrega esclavitud.
  3. Las riquezas eternas se acumulan mediante la generosidad, no la acumulación Pablo concluye este capítulo exhortando a los ricos a ser «ricos en buenas obras, generosos y prontos a compartir» (6:18). La verdadera inversión no consiste en aferrarse a lo que tenemos, sino en utilizarlo para propósitos eternos. Cristo mismo nos mostró que la verdadera riqueza se mide por lo que estamos dispuestos a dar, no por lo que acumulamos. El hombre que murió siendo más rico en la historia bíblica fue Job, quien dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá». Pregúntate: ¿Estoy invirtiendo en lo eterno o acumulando lo temporal?

Reflexión y oración

El contentamiento cristiano no es resignación pasiva ni negación de la realidad. Es el reconocimiento liberador de que en Cristo ya tenemos todo lo que realmente necesitamos. No niega el valor de las bendiciones materiales, pero reconoce su lugar apropiado: como herramientas para servir, no como tesoros para acumular. En un mundo que constantemente nos dice que necesitamos más para ser felices, el contentamiento es un acto radical de fe que declara: «Cristo es suficiente».

Padre celestial, reconozco que mi corazón busca frecuentemente la seguridad y la satisfacción en lo que poseo en lugar de en quién eres Tú. Perdóname por las veces que he confundido los deseos con necesidades, y las bendiciones con derechos. Hoy elijo el contentamiento como un acto de confianza en Tu provisión. Ayúdame a ver todo lo que tengo como un regalo inmerecido y como recursos para servir a otros. Libérame del ciclo interminable de querer más, para que pueda descubrir la gran ganancia de la piedad con contentamiento. Que mi vida refleje la suficiencia de Cristo en todas las circunstancias. Amén.

*Lecturas del plan para hoy:

Levítico 21, Salmos 26-27, Eclesiastés 4, 1 Timoteo 6

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.