Devocional para el 17 de febrero

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Versículo base: Lucas 3:8 – “Por tanto, den frutos dignos de arrepentimiento y no comiencen a decirse a ustedes mismos: ‘Tenemos a Abraham por padre’, porque les digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras.”

Cuando hablamos de arrepentimiento, a menudo lo reducimos a una emoción momentánea o a palabras de confesión. Pero el ministerio de Juan el Bautista nos desafía a verlo como algo mucho más profundo. Juan no era un predicador común; era el profeta enviado por Dios para preparar el camino del Mesías. Su mensaje era claro: arrepentirse no era solo un sentimiento, sino una transformación de vida visible en frutos.

En su audiencia había fariseos, publicanos y soldados, cada uno con sus propias razones para creer que estaban bien con Dios. Pero Juan no permitió que se escudaran en su herencia religiosa o en su posición social. Su llamado fue contundente: no es suficiente confiar en un linaje, en una tradición o en una religión si no hay frutos verdaderos de arrepentimiento.

Entendiendo el pasaje: El ministerio y mensaje de Juan

Juan el Bautista fue el eslabón entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, el profeta que anunció la llegada del Mesías. Su ministerio no era acomodado ni complaciente. Vestido con piel de camello y alimentándose de langostas y miel silvestre, predicaba en el desierto, llamando a todos al arrepentimiento.

Los fariseos y saduceos que acudieron a él confiaban en su descendencia de Abraham, pero Juan les advirtió que su linaje no los eximía del juicio de Dios. El arrepentimiento genuino debía manifestarse en frutos, en una vida transformada.

Cuando la multitud le preguntó qué debían hacer, Juan respondió con ejemplos concretos:

  • A los publicanos, conocidos por su corrupción y abuso en la recaudación de impuestos, les dijo: “No exijáis más de lo que se os ha ordenado” (Lucas 3:13).
  • A los soldados, que solían extorsionar y abusar de su poder, les ordenó: “No hagáis extorsión a nadie, ni acuséis falsamente, y contentaos con vuestro salario” (Lucas 3:14).
  • A la gente en general, les dijo: “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo” (Lucas 3:11).

El arrepentimiento verdadero se evidenciaba en acciones concretas: honestidad, justicia y generosidad. No era suficiente decir “me arrepiento”; debía haber un cambio real en la vida.

3 verdades bíblicas

  1. El arrepentimiento verdadero produce frutos.
    No se trata solo de sentir culpa, sino de cambiar de dirección. Si nuestro arrepentimiento no se refleja en nuestra manera de vivir, entonces es superficial.
  2. No podemos confiar en una herencia religiosa.
    Los fariseos confiaban en ser descendientes de Abraham, pero Juan dejó claro que eso no los salvaba. Nuestra fe debe ser personal, basada en una relación viva con Cristo, no en una tradición o en lo que hicieron nuestros antepasados.
  3. Dios transforma vidas de verdad.
    Así como Juan llamó a cada grupo a cambios específicos, Dios nos llama hoy a examinar nuestras vidas y permitir que su verdad nos transforme en cada área.

Reflexión y Oración

El mensaje de Juan sigue vigente: Dios no busca palabras vacías, sino corazones cambiados. El arrepentimiento no es un evento único, sino un estilo de vida que produce frutos de justicia, generosidad y verdad. Hoy es un buen día para reflexionar: ¿hay áreas en tu vida donde el arrepentimiento necesita traducirse en frutos?

Oremos:

“Señor, ayúdanos a vivir un arrepentimiento genuino. Que nuestra fe no se base en tradiciones vacías, sino en una transformación real que glorifique tu nombre. Que podamos dar frutos dignos de arrepentimiento en cada área de nuestra vida. En el nombre de Jesús, Amén.”


Lecturas del plan para hoy:

Génesis 50, Lucas 3, Job 16-17, 1 Corintios 4.

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.