Devocional para el 17 de noviembre

Compartir devocional

Lectura:

«Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe» (Hebreos 12:1-2a, NBLA)

El propósito del sufrimiento

Si la vida cristiana no se trata de retroceder, entonces ¿cuál es el propósito final del sufrimiento? Esta es la gran pregunta a la que el autor de Hebreos se acerca hacia el final de sus advertencias y exhortaciones a no retroceder. Hasta ahora los receptores de la carta debían tener claro que volver atrás a causa de la persecución no era una opción. El sistema religioso que tenían como alternativa no era superior a Cristo. No podía perdonar sus pecados. Les mostró ejemplos de hombres piadosos que soportaron aun cuando no veían lo que esperaban, pero no se apartaron del Señor ni apostataron de la fe. Ahora el autor pasa a mostrarles el ejemplo supremo de alguien que sufrió hasta la sangre, mucho más que ellos.

Entendiendo el pasaje

El capítulo comienza con la imagen de una carrera. Tenemos una nube de testigos rodeándonos. Estos son los hombres y mujeres de fe del capítulo 11 que corrieron antes que nosotros y terminaron bien. Ahora nos toca correr a nosotros. Pero la carrera requiere despojarnos de todo peso y del pecado que nos envuelve. Requiere paciencia. Y sobre todo, requiere mantener los ojos fijos en un solo lugar: Jesús.

El autor les muestra que Jesús es el autor y consumador de la fe. Él comenzó la carrera de fe perfecta y la terminó perfectamente. Soportó la cruz menospreciando la vergüenza por el gozo puesto delante de él. Ahora está sentado a la diestra del trono de Dios. Todo esto para dejarles claro que el mismo autor y consumador de nuestra fe padeció, pero en su padecimiento obtuvo el mayor provecho que se pudiera alcanzar: nuestra salvación. Si él sufrió hasta la sangre, ellos todavía no habían llegado a ese punto. Por tanto, no debían desanimarse.

Tres verdades bíblicas

  1. El sufrimiento tiene un propósito: mostrarte el amor del Señor. El texto dice que Dios disciplina a los que ama. La palabra disciplina aquí no significa castigo vengativo. Significa entrenamiento, formación, corrección amorosa. El padre que ama disciplina a sus hijos para su bien. Del mismo modo, Dios permite el sufrimiento en tu vida para conducirte más cerca de él, para corregir tus pecados, para formar en ti el carácter de Cristo. El sufrimiento sin propósito sería cruel. Pero el sufrimiento que tiene como meta tu santidad es una demostración del amor paternal de Dios. Esto cambia completamente cómo enfrentas las dificultades. No son accidentes sin sentido. Son herramientas en las manos de un Padre que te está formando.
  2. Tienes que abrir los ojos a lo que ya posees en Cristo. Después de explicar el propósito del sufrimiento, el autor exhorta: «Levanten las manos caídas y las rodillas paralizadas. Hagan sendas derechas para sus pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado». El sufrimiento prolongado puede cansarte. Tus manos caen. Tus rodillas se paralizan. Pierdes energía para seguir. Pero el llamado aquí es a levantarte, a recuperar la perspectiva correcta, a recordar quién eres y qué tienes en Cristo. Abran los ojos. Sean conscientes de lo que tienen. No desechen al que habla. No pongan las palabras de Dios en saco roto. Cuando estás cansado, la tentación es soltar todo. Pero justo ahí es cuando más necesitas recordar las promesas.
  3. Estás recibiendo un reino inconmovible. El capítulo termina combinando esperanza con advertencia: «Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor». Todo lo que se puede sacudir será sacudido. Todo lo temporal pasará. Pero estás recibiendo algo que nadie te puede quitar: un reino inconmovible. Esta es tu herencia en Cristo. Por tanto, la respuesta apropiada es gratitud profunda. Sirve a Dios con temor y reverencia. Reconoce que estás tratando con el Dios santo que consume todo lo que no es de él. Pero también reconoce que él te ha dado un reino eterno que nadie puede destruir.

Reflexión y oración

Hasta aquí tenemos el llamado más enérgico a permanecer en la fe en medio del sufrimiento y no retroceder que existe en toda la Biblia. Mañana veremos el capítulo final con sus exhortaciones prácticas, pero este es el corazón del argumento pastoral. El sufrimiento tiene propósito. Jesús sufrió primero y obtuvo nuestra salvación. Dios te disciplina porque te ama. Tienes un reino inconmovible. Por tanto, levanta las manos caídas, fortalece las rodillas débiles, y sigue corriendo con los ojos puestos en Jesús.

Padre celestial, gracias porque el sufrimiento no es sin sentido. Gracias porque nos disciplinas como a hijos amados. Ayúdanos a correr con paciencia la carrera que tienes delante de nosotros. Levanta nuestras manos caídas y fortalece nuestras rodillas paralizadas. Que nunca perdamos de vista que estamos recibiendo un reino inconmovible. Que sirvamos con gratitud, temor y reverencia. En el nombre de Jesús, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

1 Crónicas 9-10, Hebreos 12, Amós 6, Lucas 1:39-80

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

¿Dónde quieres recibir los devocionales?

Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.