Devocional para el 18 de abril

Versículo base: «pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien abolió la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio.» (2 Timoteo 1:10)

El día que la muerte perdió su poder

Hoy, Viernes Santo, conmemoramos el día más oscuro y a la vez más glorioso de la historia. El día en que el Hijo de Dios colgó de una cruz, derramó su sangre y entregó su vida por nosotros. Aunque los testigos de aquel día solo vieron aparente derrota, nosotros sabemos lo que realmente ocurrió: la muerte, el enemigo final de la humanidad, recibió su golpe mortal.

Entendiendo el pasaje

La segunda carta a Timoteo representa las últimas palabras escritas del apóstol Pablo. Encarcelado en Roma y consciente de su inminente ejecución, Pablo escribe a su amado discípulo para animarlo a permanecer fiel al evangelio. En el primer capítulo, le recuerda a Timoteo el poder transformador del mensaje que ambos predican.

En el versículo 10, Pablo describe la obra de Cristo con una frase asombrosa: «abolió la muerte». La palabra griega traducida como «abolió»significa literalmente «hacer inoperante» o «despojar de poder». Pablo no está diciendo que la muerte ya no exista como experiencia humana – él mismo está enfrentando su muerte – sino que la muerte ha sido despojada de su poder definitivo y su terror. Cristo ha quitado el aguijón de la muerte (1 Corintios 15:55). Esta victoria no fue simplemente anunciada, sino «manifestada» – hecha visible, tangible y demostrable – a través de la aparición  de Cristo, refiriéndose tanto a su encarnación como a su muerte y resurrección.

Tres verdades bíblicas

  1. La cruz transformó la muerte de enemigo en portal La muerte entró en el mundo como castigo por el pecado (Génesis 2:17, Romanos 6:23). Era nuestro enemigo, el símbolo máximo de nuestra separación de Dios. Pero en la cruz, Jesús transformó la naturaleza misma de la muerte. Lo que era una pared impenetrable se convirtió en una puerta hacia la presencia de Dios. El ladrón crucificado junto a Jesús experimentó esta nueva realidad cuando escuchó: “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). Para el creyente, la muerte ya no es el fin del camino sino un paso en el viaje. Esta verdad cambia fundamentalmente cómo vives. La muerte ha perdido su poder para aterrorizarte, permitiéndote vivir con valentía y propósito.
  2. La victoria de Cristo es completa aunque todavía no sea visible Existe una tensión en nuestra experiencia actual. Cristo “abolió la muerte”, y sin embargo la gente sigue muriendo. Él trajo “vida e inmortalidad”, pero seguimos habitando cuerpos mortales. Esta aparente contradicción se resuelve entendiendo que vivimos en el tiempo entre la victoria decisiva y la manifestación final de esa victoria. En la cruz y la resurrección, Cristo ganó la guerra contra la muerte, aunque la batalla final aún no se ha librado. Esta realidad nos da perspectiva en el sufrimiento. Cuando enfrentas dolor, enfermedad o pérdida, recuerda que estas son las últimas convulsiones de un enemigo ya derrotado, no indicios de que Dios haya perdido el control.
  3. El evangelio ilumina lo que antes estaba en tinieblas Pablo dice que Cristo «sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio». Antes de Cristo, la humanidad vagaba en la oscuridad respecto al más allá. Incluso en el Antiguo Testamento, la comprensión sobre la vida después de la muerte era limitada y sombría. Pero Cristo iluminó lo que estaba oculto. La frase “sacó a la luz” (phōtizō) significa literalmente “iluminar” o “hacer visible”. El evangelio no es simplemente un mensaje de perdón de pecados; es la revelación de una nueva realidad de vida eterna que comienza ahora y se extiende más allá de la tumba. Esta luz transforma cómo percibes tu existencia actual. Ya no vives como quien camina a ciegas, sino como quien ha visto el destino final y ajusta sus pasos en consecuencia.

Reflexión y oración

El Viernes Santo nos recuerda que nuestra esperanza no está basada en especulaciones filosóficas ni en deseos piadosos, sino en un evento histórico donde la muerte y la vida colisionaron, y la vida prevaleció. La cruz no fue el fin de Jesús sino el fin de nuestro enemigo más temido. En este día solemne, mientras contemplamos el costo incomprensible de nuestra redención, recordamos que las tinieblas del Calvario han dado paso a la luz radiante de la vida eterna.

Señor Jesús, hoy me detengo asombrado ante tu cruz. En este día cuando parecía que la muerte había ganado, Tú estabas en realidad despojándola de su poder. Gracias por enfrentar la oscuridad para que yo pudiera caminar en la luz. Gracias por experimentar la separación para que yo nunca tenga que estar separado de Dios. Cuando el miedo a la muerte me acecha, recuérdame que Tú has transformado su naturaleza misma. Ayúdame a vivir hoy con la audacia y libertad que vienen de saber que el enemigo final ya ha sido derrotado. Que mi vida refleje la realidad de tu victoria, para que otros puedan ver que la muerte ha perdido su aguijón. Amén.

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*Lecturas del plan para hoy:

Levítico 22, Salmos 28-29, Eclesiastés 5, 2 Timoteo 1

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.