Devocional para el 18 de marzo

Versículo base: “Pero ahora que han conocido a Dios, o más bien, que han sido conocidos por Dios, ¿cómo es que se vuelven otra vez a los débiles y pobres rudimentos a los cuales quieren volver a esclavizarse de nuevo?” (Gálatas 4:9, NBLA)

El evangelio y nada más

¿Recuerdas la frustración de ver todo tu esfuerzo desperdiciado? Trabajas horas en un proyecto, inviertes tiempo en una relación, o dedicas años a un objetivo – y de repente todo parece desmoronarse. Esta es exactamente la angustia que Pablo expresa a los gálatas. Les había llevado el evangelio puro, pero ahora estaban complicando el mensaje sencillo de la gracia con requisitos adicionales. Su desesperación es palpable: “¿Habré trabajado en vano con ustedes?”

Entendiendo el Pasaje

La iglesia de Galacia pasaba por una crisis de identidad. Después de recibir el evangelio, falsos maestros llegaron promoviendo un mensaje que añadía requisitos legales judíos a la fe en Cristo. Estos creyentes, liberados del paganismo, ahora se sometían a un sistema de observancias religiosas, siguiendo “días, meses, estaciones y años” (v.10).

Lo que realmente sorprende es cómo Pablo equipara este retorno a la ley con volver a la idolatría. Para él, cualquier sistema que sugiera que Cristo no basta representa otra forma de esclavitud. El apóstol señala algo crucial: los gálatas no habían conocido a Dios por su esfuerzo, sino que “habían sido conocidos por Dios”. Esta frase revela quién tomó la iniciativa en la salvación. Pablo está realmente preocupado: volver a un sistema basado en obras podría significar que su trabajo evangelístico hubiera sido “en vano”, porque rechazar que Cristo es suficiente es rechazar el evangelio mismo.

Tres verdades bíblicas

  1. Añadir requisitos al evangelio nos devuelve a la esclavitud El problema de los gálatas no era que abandonaban a Cristo para adorar ídolos paganos. Era algo más sutil y peligroso: estaban añadiendo requisitos religiosos al evangelio. Pablo llama a estos requisitos “débiles y pobres rudimentos”. Hoy vemos lo mismo cuando las iglesias imponen reglas que la Biblia no exige, cuando las tradiciones humanas se elevan al nivel de mandamientos divinos, o cuando ciertas experiencias espirituales se presentan como necesarias para la salvación. Pregúntate: ¿Has permitido que reglas no bíblicas determinen tu relación con Dios? La libertad que Cristo nos da desaparece cuando empezamos a depender de nuestro desempeño religioso.
  2. No encontramos a Dios – Él nos encuentra a nosotros “Han sido conocidos por Dios” – esta frase cambia todo. No descubrimos a Dios porque fuimos más listos o mejores personas. Él tomó la iniciativa, nos conoció y nos buscó primero. Esto elimina cualquier base para el orgullo espiritual. Cuando entiendes que tu salvación es completamente obra de la gracia divina, ya no sientes la presión de “ganarte” el favor de Dios con obras religiosas. La gratitud, no el miedo o la obligación, te impulsa a obedecer. Tu identidad no está en lo que haces para Dios, sino en que Él te conoce personalmente.
  3. El evangelio puro se distorsiona rápidamente, incluso con buenas intenciones Los gálatas no abandonaron a Cristo a propósito. Fueron engañados por lo que parecía una mejora “espiritual” al evangelio. Las distorsiones más peligrosas suelen presentarse como adiciones piadosas. Pablo expresa su temor de que todo su trabajo haya sido “en vano” – no porque dudara del poder del evangelio, sino porque un evangelio alterado ya no es el evangelio. Mantente alerta contra cualquier mensaje que insinúe que Cristo no es suficiente. En tu familia, trabajo o ministerio, recuerda que incluso las adiciones que parecen inofensivas pueden acabar negando el evangelio. Es Cristo y su obra, nada menos y nada más.

Reflexión y oración

El evangelio y nada más. Es increíble cómo tendemos a complicar algo tan hermoso como la gracia. A veces lo hacemos por inseguridad, otras por orgullo, y muchas veces con sinceras intenciones religiosas. Pero el corazón del mensaje no cambia: somos salvos por gracia mediante la fe en Cristo, no por nuestros esfuerzos. Cualquier adición, por pequeña que parezca, distorsiona esta verdad central.

Padre, perdóname por las veces que he complicado tu evangelio con mis propias reglas. Reconozco que tiendo a buscar maneras de ganarme tu favor en lugar de descansar en la obra de Cristo. Gracias porque me conociste cuando yo no te conocía, porque me amaste cuando estaba lejos. Ayúdame a vivir en la libertad que Cristo compró para mí. Protégeme del legalismo que me encadena y del orgullo espiritual que me aleja de la cruz. Que mi vida muestre el evangelio puro: Cristo y nada más. Amén.

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*Lecturas del plan para hoy:

Éxodo 29, Juan 8, Proverbios 5, Gálatas 4

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.