Versículo base:
1 Corintios 6:12 – “Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna.”
Libertad mal entendida
En la ciudad de Corinto, influenciada por la filosofía griega, existía una visión reduccionista del cuerpo. Muchos creían que los deseos físicos, como el hambre o la sexualidad, debían satisfacerse sin restricciones, ya que el cuerpo era visto como algo separado del ámbito espiritual. Esta mentalidad influyó a los creyentes, quienes justificaban ciertos pecados argumentando que eran simplemente una necesidad natural.
Pablo, al escribir a la iglesia, confronta esta distorsión del evangelio. Algunos en Corinto malinterpretaron la libertad cristiana, usándola como justificación para la inmoralidad. Sin embargo, el apóstol deja claro que, aunque en Cristo hay libertad, esta no debe ser usada para la esclavitud del pecado.
Entendiendo el pasaje: Libertad bajo el dominio de Cristo
La frase “Todas las cosas me son lícitas” parece haber sido un dicho popular entre los corintios, una especie de lema con el que justificaban su comportamiento. Pablo no niega la libertad cristiana, pero establece dos principios fundamentales:
- No todo es provechoso. Hay cosas que, aunque no sean prohibidas explícitamente, no contribuyen al crecimiento espiritual ni al bienestar del creyente.
- No debemos ser dominados por nada. La verdadera libertad no significa satisfacer cualquier deseo sin control, sino vivir bajo el señorío de Cristo. Cualquier cosa que nos esclavice, ya sea un hábito, una adicción o una filosofía errónea, contradice la vida en el Espíritu.
Pablo está preparando el terreno para abordar la pureza sexual en los versículos siguientes, dejando claro que el cuerpo no es para la inmoralidad, sino para el Señor (1 Cor. 6:13). El creyente no debe dejarse llevar por la mentalidad del mundo, sino entender que su cuerpo es un templo del Espíritu Santo.
Tres verdades bíblicas
- La verdadera libertad está en Cristo, no en la satisfacción descontrolada.
El mundo nos dice que la libertad es hacer lo que queremos, pero la Biblia nos enseña que la verdadera libertad es vivir bajo el señorío de Cristo y no ser esclavos del pecado. - No todo lo permitido nos conviene.
Hay decisiones que pueden no ser pecado en sí mismas, pero que nos alejan de Dios o nos hacen tropezar. Debemos evaluar nuestras elecciones a la luz de su provecho espiritual. - Nuestro cuerpo pertenece a Dios.
Pablo enfatiza que los creyentes fueron comprados por precio, y su cuerpo es para glorificar a Dios. No podemos tratarlo como algo sin importancia ni usarlo para el pecado.
Reflexión y Oración
La libertad cristiana no es una licencia para pecar, sino una oportunidad para glorificar a Dios en todas las áreas de nuestra vida. Si hay hábitos o deseos que nos están dominando, es momento de rendirlos a Cristo.
Oremos:
“Señor, gracias por la libertad que nos das en Cristo. Ayúdanos a no usarla como excusa para el pecado, sino como una forma de glorificarte. Danos dominio propio y un corazón que busque lo que te agrada. En el nombre de Jesús, Amén.”
Lecturas del plan para hoy:
Éxodo 2, Lucas 5, Job 19, 1 Corintios 6.