Devocional para el 19 de mayo

Versículo base: «¡Bendito sea el SEÑOR Dios, el Dios de Israel, el único que hace maravillas! ¡Bendito sea para siempre su glorioso nombre! ¡Que toda la tierra sea llena de su gloria! ¡Amén y amén!» (Salmo 72:18-19)

El Rey eterno anunciado en las sombras del tiempo

Una de las cosas difíciles de ver al leer las Escrituras es cómo ellas nos conectan con una sola historia, textos escritos por autores distantes unos de otros, en regiones apartadas, apuntando a la realidad de un salvador. Este es uno de los salmos más importantes con respecto al Mesías, aunque fue escrito por David para Salomón. Ahora bien, cuando leemos detenidamente, encontramos detalles que nos muestran que este salmo trasciende cualquier reinado terrenal y nos señala algo mucho mayor.

Entendiendo el pasaje

El Salmo 72 marca el cierre del segundo libro de los Salmos, presentándose como una oración para el rey, específicamente para Salomón. David, ya anciano, escribe esta súplica por la prosperidad del reinado de su hijo. El sentido de este pasaje, sin embargo, va mucho más allá. Contiene elementos que inequívocamente apuntan a Cristo, aspectos que Salomón nunca pudo cumplir. Por ejemplo, el versículo 8 menciona: “Dominará de mar a mar, y desde el río hasta los confines de la tierra”. Salomón, aunque gobernó un reino extenso, jamás tuvo un dominio universal.

Veamos otros detalles significativos: el versículo 5 dice: “Te temerán mientras duren el sol y la luna, de generación en generación”, aludiendo a un reinado eterno. El versículo 17 afirma: “Su nombre será para siempre… todas las naciones lo llamarán bienaventurado”, declaraciones que encuentran su cumplimiento perfecto solo en Cristo. Estas promesas mesiánicas se entretejen con las expectativas inmediatas para el hijo de David, creando un tapiz profético que el Nuevo Testamento confirma en pasajes como Lucas 1:32-33, donde el ángel le dice a María que su hijo “reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.

Tres verdades bíblicas

  1. La Biblia es un camino que siempre conduce a Cristo Las Escrituras son como ríos que confluyen en un mismo mar: Jesús. Cuando lees los salmos, no te quedes solo con su belleza poética o las emociones que expresan. Busca cómo cada texto, de alguna manera, se conecta con el plan redentor de Dios. No es casualidad que un salmo escrito para Salomón contenga promesas que solo Cristo podía cumplir. Esto debe producir en ti asombro por la integridad de las Escrituras y la soberanía de Dios, quien orquestó cada palabra para revelar a su Hijo a través de los siglos.
  2. El reino de Dios merece nuestra oración y participación ¿has visto este mundo tan fragmentado por divisiones políticas y culturales? El Salmo 72 es un recordatorio muy oportuno de que existe un reino digno de nuestra lealtad: el de Cristo. Ora específicamente por la expansión de su señorío, como David lo hizo por Salomón. Pide que este reino de justicia alcance tu vecindario, tu lugar de trabajo y los rincones más lejanos del planeta. No es suficiente desear pasivamente que esto ocurra. Es bueno que pienses en esto ¿qué oportunidad tengo para compartir las buenas nuevas de este reino? La pausa en la cafetería, la conversación en el auto, el mensaje de texto inesperado—cada momento puede ser una puerta para hablar del Rey.
  3. Cristo es el Rey perfecto que demanda nuestra rendición El rey que David imaginaba para Israel ha llegado en la persona de Cristo, pero su reino no es como los que conocemos. Este Rey no solo gobierna con justicia absoluta (v.2), sino que se hizo siervo para rescatar a quienes deberían servirle. Su dominio no es opresivo sino liberador. Su corona no es de oro sino de espinas. Cuando le confiesas como Señor, no solo reconoces su autoridad, sino que encuentras en ella tu libertad. Este reconocimiento no es ocasional ni superficial—demanda la rendición completa de tus planes, prioridades y pasiones a su voluntad. ¿hay áreas en tu vida donde aún resistes su señorío perfecto? El llamado entonces es: Ríndete.

Reflexión y oración

El Salmo 72 nos muestra que Dios planeó la redención desde antes de la fundación del mundo, y fue dejando huellas de su plan en cada página de la Escritura. Este Rey perfecto que David vislumbró en la distancia ahora está sentado a la diestra del Padre, intercediendo por nosotros y preparando su reino eterno. No esperamos a un rey hipotético; servimos a un Rey que ya ha vencido.

Padre, tu tejiste tu plan redentor a través de los siglos, dejando señales que apuntaban a Jesús mucho antes de su venida. Confieso que a menudo vivo como si mi reino fuera el importante, persiguiendo mis propias ambiciones. Hoy me rindo de nuevo a tu Hijo, el Rey perfecto que murió para rescatarme. Dame valor para proclamar su reino donde me has puesto, y haz que mi vida refleje la justicia y compasión que caracterizan su gobierno. Que como David, mi mayor anhelo sea ver toda la tierra llena de tu gloria. Amén.

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*Lecturas del plan para hoy:

Números 28, Salmos 72, Isaías 19-20, 2 Pedro 1

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.