Fiel es el que los llama
Texto base: «Y que el mismo Dios de paz los santifique por completo; y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que los llama, el cual también lo hará.» (1 Tesalonicenses 5:23-24, NBLA)
Las últimas palabras tienen un peso especial. Al cerrar su carta a los tesalonicenses, el apóstol no les da una lista más de tareas pendientes, sino una una promesa, la necesitaban, eran hermanos perseverantes y llenos de esperanza. Después de instruirlos, amarlos, corregirlos y animarlos, su oración final revela lo que realmente sostiene la vida cristiana: la fidelidad de Dios.
Entendiendo el pasaje
El apóstol ha caminado con estos creyentes a través de toda esta carta. Les ha mostrado su amor profundo. Los ha confrontado sobre cómo vivir en pureza. Les ha dado esperanza sobre la resurrección. Les ha instruido sobre estar alertas y sobrios. Ahora, al cerrar, ora por ellos. Y no es «espero que lo logren». La petición es que Dios mismo los santifique por completo. Estas palabras finales muestran el corazón pastoral del texto y cómo funciona realmente la vida cristiana. Es la tensión clara entre el Dios que nos santifica y nosotros quienes nos esforzamos.
Veamos lo que el texto está diciendo. Primero, invoca al «Dios de paz». La santificación viene del Dios que hizo la paz con nosotros a través de Cristo. Segundo, pide que Dios los «santifique por completo». La santificación es la obra de Dios separándonos del pecado y transformándonos a la imagen de Cristo. El texto menciona «espíritu, alma y cuerpo», pero el punto no es hacer divisiones precisas. El punto es la totalidad: Dios quiere transformar cada área de quiénes somos. Y luego la promesa de la que hablamos: «Fiel es el que los llama, el cual también lo hará». Dios no solo inicia la obra de salvación; la completa. Él es fiel a su propio llamado.
Tres verdades bíblicas
La santificación es obra de Dios, no solo tu lucha contra el pecado
El capítulo 4 ya había dejado claro que la voluntad de Dios era su santificación, que se apartaran de la inmoralidad sexual y vivieran en pureza. Pero ahora viene la oración para que Dios mismo los santifique. ¿Ves la belleza de esto? Sí, hay un llamado a obedecer, a huir del pecado, a vivir de manera digna. Pero la obra fundamental es de Dios. Tú no te santificas a ti mismo por puro esfuerzo de voluntad. Dios te santifica. Cuando caes, cuando fallas, cuando el pecado te vence otra vez, no significa que todo está perdido. Dios sigue trabajando. Él es quien completa lo que comenzó en ti.
Dios desea la santificación de todo nuestro ser: nuestra alma y nuestro cuerpo, en todo lo que hacemos con él
El texto pide que todo nuestro ser sea preservado irreprensible. El Señor no solo está interesado en lo «espiritual». Quiere transformar todo: tus pensamientos, emociones, deseos, y también tu cuerpo. La santidad cristiana no es escapismo religioso. Dios reclama cada centímetro de quién eres. Tus decisiones cotidianas importan. Lo que haces cuando nadie te ve importa. Por eso la carta incluye instrucciones tan prácticas: cómo amar, cómo vivir en pureza, cómo trabajar, cómo relacionarse. Porque Dios quiere santificarte en la totalidad de tu existencia.
La promesa definitiva: «Fiel es el que los llama, el cual también lo hará»
Fíjate bien: no dice «ustedes son fieles», dice «Fiel es el que los llama». Tu salvación, tu crecimiento, tu perseverancia, no dependen finalmente de tu fidelidad a Dios, sino de la fidelidad de Dios hacia ti. Él te llamó, y Él completará la obra. En otra carta se afirma: «El que comenzó en ustedes la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús» (Filipenses 1:6). El amor profundo del apóstol por los tesalonicenses era un reflejo del amor fiel de Dios. Su perseverancia en medio de la persecución dependía del Dios que los sostenía. La esperanza viva sobre la resurrección estaba garantizada por Aquel que no puede mentir. Cristo, quien murió y resucitó, es quien te santifica y te preservará hasta su venida. Él es fiel. Siempre.
Reflexión y oración
Dios no te salvó para dejarte a medio camino. El que comenzó la obra en ti, la terminará. Tu llamado es descansar en su fidelidad mientras caminas en obediencia. Dios es fiel.
Padre de paz, gracias porque tu fidelidad es mayor que nuestra inconstancia. Gracias porque no dependemos de nuestras fuerzas para llegar al final, sino de tu poder que obra en nosotros. Santifícanos por completo, Señor. Transforma cada área de nuestra vida. Que todo en nosotros sea para tu gloria. Y cuando fallemos, recuérdanos que eres fiel, que lo que prometiste lo cumplirás. En el nombre de Cristo, amén.