Fe sin favoritismos
Ayer vimos que Jacobo nos llama a ser hacedores de la Palabra y no solo oidores. Hoy llegamos al primer ejemplo concreto de lo que eso significa. Ahora se nos describe una escena incómoda, dos personas entran a tu reunión. Una viste con ropa elegante, con anillos de oro. La otra viste ropa sucia y raída. ¿A cuál tratas mejor? La respuesta honesta revela más sobre tu corazón de lo que quisieras admitir. Y este pasaje va directo al punto: si muestras favoritismo, estás pecando.
Entendiendo el pasaje
Recordemos que esta carta se escribe a comunidades cristianas divididas entre ricos muy ricos y pobres muy pobres. Parece ser que los pudientes no se sentían obligados a vivir su fe porque no estaban en necesidad, mientras los necesitados podían ser tentados a abandonar su fe por causa de las pruebas. Estos ricos se creían cristianos por su profesión verbal, pero su manera de relacionarse con los pobres contaba otra historia. Los ignoraban, los menospreciaban, los consideraban de segunda clase. Y Jacobo les dice que esa actitud es una afrenta directa contra el evangelio.
La escena que describe es vívida y específica. Un hombre entra con ropa fina y anillos de oro. Le dan el mejor asiento. Otro entra con ropa sucia. Le dicen que se quede de pie o se siente en el suelo. Santiago pregunta: ¿no están haciendo distinciones entre ustedes y convirtiéndose en jueces con malos pensamientos? La respuesta es obvia. Están juzgando a las personas por su apariencia externa y su estatus social.
Luego el texto deja ver algo importante sobre el carácter de Dios. Dios escogió a los pobres del mundo para ser ricos en fe y herederos del reino. Pero ustedes, dice Jacobo, han deshonrado al pobre. Los ricos son los que los oprimen, los arrastran a los tribunales y blasfeman el buen nombre que ha sido invocado sobre ustedes. La lógica es aplastante: están mostrando favor precisamente a los que los persiguen mientras desprecian a aquellos a quienes Dios ha escogido.
El corazón del pasaje está en los versículos 8-9. Si cumplen la “ley real” de amar a su prójimo como a sí mismos, hacen bien. Pero si muestran favoritismo, están pecando y transgrediendo la ley. Jacobo está citando directamente el resumen que Jesús hizo de toda la Torá. El favoritismo contradice el amor como Jesús lo definió. Luego añade algo crucial: si guardas toda la ley pero fallas en un punto, te has hecho culpable de toda ella. La ley de Dios es una unidad. No puedes escoger qué mandamientos obedecer.
Finalmente, el capítulo cierra con una advertencia sobre el juicio. Hablen y actúen como quienes van a ser juzgados por la ley de la libertad. El juicio será sin misericordia para el que no ha mostrado misericordia. Pero la misericordia triunfa sobre el juicio. En otras palabras, si quieres misericordia de Dios, muestra misericordia a otros. Especialmente a los pobres y necesitados.
Tres verdades bíblicas
1. El favoritismo contradice el amor como Jesús lo definió. Tendemos a mostrar favor a las personas que pueden beneficiarnos mientras ignoramos a las que no pueden. Es natural buscar la aprobación de los influyentes, de los que tienen algo que ofrecerte. Pero el texto dice que esa actitud es pecado. La “ley real” que Jesús resumió es amar a tu prójimo como a ti mismo. Ese amor no hace distinciones basadas en estatus social o apariencia. Si tratas mejor al rico que al pobre, estás violando el mandamiento central del evangelio. Tu fe se vuelve selectiva y superficial.
2. Dios escogió a los pobres para ser ricos en fe. Hay algo que este pasaje muestras que Dios cuida de los pobres y necesitados. No porque sean mejores moralmente, sino porque su necesidad los hace más conscientes de su dependencia de Dios. Los ricos de estas iglesias pensaban que su abundancia era señal del favor divino. Pero Jacobo les recuerda que los ricos son precisamente los que los oprimen y blasfeman el nombre de Cristo. Deshonrar al pobre es deshonrar a aquellos a quienes Dios ha decidido cuidar. Es una inversión completa de valores. La comunidad del reino de Dios deshace las divisiones creadas por la riqueza y el estatus social y esto es tan importante en nuestros días, donde el valor de las personas parece medirse por lo que posee y no por su dignidad delante de Dios,
3. La misericordia triunfa sobre el juicio. El capítulo 2 cierra con una advertencia y una promesa. Si no has mostrado misericordia, el juicio será sin misericordia para ti. Pero si has vivido con compasión hacia los necesitados, la misericordia triunfará sobre el juicio. Esto conecta directamente con lo que Jesús enseñó: bienaventurados los misericordiosos porque ellos recibirán misericordia. Tu manera de tratar a los demás revela si realmente has entendido el evangelio. Cristo te mostró misericordia cuando no la merecías. Ahora te llama a mostrar esa misma misericordia a otros, especialmente a los que la sociedad desprecia.
Reflexión y oración
El favoritismo es más común de lo que admitimos. Todos queremos estar cerca de las personas “importantes”. Buscamos la aprobación de los influyentes. Pero la Biblia nos confronta: esa actitud contradice el evangelio que decimos creer. La fe genuina trata a todos con la misma dignidad porque reconoce que todos fuimos creados a imagen de Dios. Amar a tu prójimo como a ti mismo significa amar sin hacer distinciones.
Padre, perdónanos por las veces que hemos mostrado favoritismo. Reconocemos que buscamos la aprobación de los que consideramos importantes mientras ignoramos a los necesitados. Ayúdanos a ver a las personas como Tú las ves. Recuérdanos que Tú escogiste a los pobres para ser ricos en fe. Danos corazones misericordiosos que reflejen la misericordia que hemos recibido de Ti. Que nuestra fe se demuestre en amor genuino hacia todos, sin distinción de estatus o apariencia. En el nombre de Jesús, amén.