Devocional para el 21 de julio

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Versículo base: «Más engañoso que todo es el corazón, y sin remedio; ¿quién lo comprenderá?» (Jeremías 17:9, NBLA)

Cuando el corazón nos traiciona

“Haz lo que tu corazón te dicte”. ¿Lo has dicho o te lo han dicho alguna vez? Es de esas frases que a veces decimos por decir pero sin meditar muy profundamente en sus implicaciones. La verdad es que, parafraseando a C.S. Lewis, si Dios hubiera concedido todos los deseos de mi corazón no sé dónde estaría, pero estoy seguro que muy lejos de su voluntad. La razón es que a menudo, aunque nuestro corazón ha sido redimido, todavía sigue respondiendo a los estragos del pecado residual con el que batallamos.

Entendiendo el pasaje

El sentido de este pasaje cobra fuerza cuando entendemos su contexto dentro del libro de Jeremías. Nos encontramos en la primera sección del libro, donde predominan los oráculos de juicio contra Judá. El Señor había comenzado este capítulo contrastando dos tipos de personas: aquellos que confían en el hombre y los que confían en Jehová. Los primeros son como arbusto en el desierto que no ve cuando viene el bien, mientras que los segundos son como árbol plantado junto a las aguas.

Ahora bien, Jeremías nos lleva al corazón del problema. ¿Por qué la gente de Judá había elegido confiar en otros hombres o en su propia prudencia en lugar del Señor? Porque habían permitido que sus propios pensamientos e impresiones los guiaran, olvidando que el corazón humano es engañoso y perverso más que todas las cosas. La palabra hebrea para “engañoso” sugiere algo que deliberadamente lleva por mal camino, como un sendero que parece seguro pero conduce al precipicio. Veamos que este es un diagnóstico realista: solo Dios conoce y escudriña verdaderamente el corazón.

Tres verdades bíblicas

  1. No te fíes de tu corazón, fíate del Señor Cuando hablamos del corazón no nos referimos al órgano físico sino al centro de nuestras emociones y nuestra voluntad. Cuando tus sentimientos o impresiones subjetivas te están guiando lejos de lo que la Palabra de Dios dice, no importa qué tan bien te sientas, debes parar. Debes renunciar a este pensamiento de manera radical. No puedes rendirte al imperio de tus emociones porque te pueden traicionar. Si algo no se conforma con la voluntad de Dios, no importa qué tan bien te haga sentir, simplemente debes rechazarlo.
  2. Aun después de redimido el corazón tiende al pecado Es cierto que la redención nos purifica y por medio de la fe recibimos el don de ser nuevas criaturas, pero la realidad es que seguimos batallando con los vestigios de una naturaleza pecaminosa. Pablo lo expresó claramente: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues estos se oponen el uno al otro” (Gálatas 5:17). Por eso no debes confiarte sino buscar conformarte cada vez más al Señor y a su Palabra. No pretendas que ya lo has alcanzado. Solo cuando lleguemos a la eternidad dejaremos esta lucha, pero mientras tanto, debes permanecer vigilante.
  3. El corazón que se deleita en el Señor sabe discernir su voluntad No te resignes a vivir en constante desconfianza de ti mismo. Si bien el corazón sigue respondiendo al pecado, entre más te deleitas en el Señor es más probable que tus afectos se refinen y sean cada vez más alineados con él. “Pon tu delicia en el Señor, y Él te dará las peticiones de tu corazón” (Salmo 37:4). Cuando tu mayor gozo está en conocer a Dios y obedecerle, cuando su Palabra se vuelve tu alimento diario, tu corazón comienza a latir al ritmo del suyo. No es que dejemos de necesitar su gracia y dirección, sino que nuestros deseos van siendo moldeados por su carácter.

Reflexión y oración

Dios conoce tu corazón mejor que tú mismo. Él ve tus motivaciones ocultas, las intenciones secretas, las áreas donde aún luchas. Esta realidad debe llevarte a la humildad, pero también al gozo de saber que tienes un Padre que entiende completamente tu condición y te ama a pesar de ella. No busques la perfección en tus sentimientos sino la fidelidad en tu obediencia.

Padre, no puedo esconder que mi corazón me engaña más de lo que quisiera admitir. Hay veces que confundo mis deseos con tu voluntad y mis emociones con tu dirección. Perdóname por las veces que he seguido mis impulsos en lugar de tu Palabra. Ayúdame a deleitarme en ti de tal manera que mis afectos sean cada vez más alineados con los tuyos. Que tu Espíritu me guíe en toda verdad y me ayude a discernir entre lo que viene de ti y lo que viene de mi corazón engañoso. En el nombre de Jesús, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

Jueces 4, Hechos 8, Jeremías 17, Marcos 3

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.