Versículo base:
1 Corintios 9:12 – “Si otros participan de este derecho sobre ustedes, ¿cuánto más nosotros? Sin embargo, no hemos usado este derecho, sino que lo soportamos todo para no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo.”
Renunciar a todo por lo eterno
“No es tonto el que da lo que no puede retener, para ganar lo que no puede perder.” Estas palabras de Jim Eliot, misionero que entregó su vida por el evangelio, resumen la enseñanza de Pablo en 1 Corintios 9. La vida cristiana no es una carrera por acumular derechos o privilegios, sino una entrega total a Cristo. En una era donde el éxito se mide por lo que obtenemos, el evangelio nos llama a medirlo por lo que estamos dispuestos a ceder por amor a Dios y a los demás.
Entendiendo el pasaje: Un apóstol que renuncia a sus derechos
Pablo, como apóstol, tenía el derecho legítimo de recibir apoyo material por su ministerio. Lo demuestra con argumentos sólidos: el sentido común indica que quien trabaja merece sustento, la ley de Moisés establecía que el obrero debía participar de la cosecha (Deuteronomio 25:4) y el mismo Jesús afirmó que el obrero es digno de su salario (Mateo 10:10). Sin embargo, Pablo renunció voluntariamente a este derecho y se dedicó a trabajar por su propio sustento básico, lo cual no significaba que quienes recibían alguna compensación estuvieran pecando, pero esa fue su resolución personal.
¿Por qué lo hizo? Porque su mayor gozo no estaba en recibir, sino en dar. Pablo entendía que, en una cultura como la de Corinto, donde muchos oradores cobraban por su enseñanza, él debía diferenciarse para que el evangelio no fuera visto como un negocio. No quería que nada estorbara la obra de Cristo. Él no predicaba por dinero, sino por amor y obediencia.
Más allá de la cuestión económica, Pablo establece un principio poderoso: la verdadera libertad en Cristo no se usa para el beneficio personal, sino para el servicio a los demás. En una época donde algunos ven el ministerio como un medio para enriquecerse, este pasaje es un recordatorio de que nadie debería usar la fe como una fuente de ganancia deshonesta.
Tres verdades bíblicas
- El evangelio no es un negocio.
En un tragedia que alguien use el evangelio como una fuente de ganancia, Pablo nos muestra que el verdadero ministerio no busca ganancia personal, el amor al dinero es un pecado que corrompe. La fidelidad a Dios es más importante que cualquier beneficio material. Como bien diría Charles Spurgeon: “Quien le sirve a Dios por dinero, le servirá al diablo por un mejor salario“. - Nuestra mayor recompensa está en Cristo.
Pablo tenía derecho a recibir apoyo como alguien que servía al Señor, pero su gozo estaba en predicar sin estorbo alguno. En efecto, nuestra satisfacción no debe estar en lo que obtenemos, sino en servir a Dios con un corazón íntegro. - La libertad cristiana se usa para amar, no para exigir.
La verdadera madurez espiritual se demuestra cuando renunciamos a nuestros derechos por el bien de otros. Como Pablo, debemos estar dispuestos a ceder si eso ayuda a que el evangelio avance. Esa es la esencia del verdadero servicio y es lo que modeló el Señor Jesucristo quien no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse sino que se despojó con el fin de servir a aquellos que vino a salvar.
Reflexión y Oración
La vida cristiana no se trata de lo que podemos obtener, sino de lo que estamos dispuestos a rendir por amor a Cristo y a su obra. Si Pablo, siendo apóstol, renunció a lo que era legítimamente suyo por amor a los perdidos, ¿qué estamos dispuestos a ceder nosotros por la causa del evangelio?
Oremos:
“Señor, ayúdanos a no vivir para nuestros propios intereses, sino para tu gloria. Danos un corazón dispuesto a renunciar a lo que sea necesario para que el evangelio no tenga obstáculos. Que nuestra mayor recompensa sea verte glorificado en nuestras vidas. En el nombre de Jesús, Amén.”
Lecturas del plan para hoy:
Éxodo 5, Lucas 8, Job 22, 1 Corintios 9.