Versículo base: «Es un instrumento escogido para Mí, para llevar Mi nombre en presencia de los gentiles, de los reyes y de los hijos de Israel» (Hechos 9:15, NBLA)
El instrumento menos esperado
¿Has juzgado alguna vez a alguien por su pasado? Todos tenemos esa tendencia humana de encasillar a las personas por lo que fueron o por los errores que cometieron. “Esa persona nunca va a cambiar”, pensamos. O “después de lo que hizo, jamás podría ser útil para algo bueno”. Nuestros prejuicios nos limitan para ver el potencial que otros tienen, pero más importante aún, nos impiden entender cómo trabaja Dios. Él tiene una manera peculiar de escoger a quienes menos esperamos para lograr sus propósitos más importantes.
Entendiendo el pasaje
Este pasaje se hace interesante cuando entendemos quién era realmente Saulo de Tarso. Era mas que el perseguidor enfurecido que se retrata aquí. Mas adelante en las Escrituras vemos que era un fariseo instruido, celoso por las tradiciones de sus padres, que había dedicado su vida a erradicar lo que él consideraba una secta peligrosa. Saulo había estado presente cuando apedrearon a Esteban, el primer mártir cristiano, cuidando las ropas de quienes ejecutaron la sentencia. Lucas nos dice que Saulo aprobaba su muerte y que desde aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén.
En este capítulo 9 de Hechos encontramos a Saulo en camino a Damasco, armado con cartas del sumo sacerdote que le daban autoridad para arrestar a cualquier seguidor del Señor, hombre o mujer, y traerlos encadenados a Jerusalén. Su misión era una sola: exterminar el naciente movimiento cristiano. Pero Dios tenía otros planes.
En el camino, una luz del cielo lo derribó, Jesús se le apareció, y todo cambió. Veamos que este evento marca un punto de inflexión en el libro de los Hechos. Hasta este momento, el evangelio se había predicado principalmente a los judíos. Pero Dios estaba preparando el instrumento que llevaría las Buenas Nuevas hasta lo último de la tierra. El perseguidor se convertiría en el perseguido, el destructor en constructor, el enemigo en apóstol.
Tres verdades bíblicas
- Dios llama a gente inesperada Cuando Ananías recibió la orden de ir a orar por Saulo, su reacción fue de incredulidad. “Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a Tus santos en Jerusalén” (v.13). Es la reacción que tendríamos todos. Dios escoge a quien nosotros descartaríamos. Puede que sientas que tu pasado te descalifica para ser usado por Dios, o que alguien en tu familia o trabajo está demasiado lejos de la fe como para que Dios lo alcance. Pero Dios se especializa en usar a los menos probables. No permitas que tus prejuicios limiten tu capacidad de ver el instrumento que otros pueden ser en las manos de Dios, incluido tú mismo.
- El llamado de Dios vence toda resistencia humana Saulo no buscaba este encuentro con Cristo. Iba en dirección completamente opuesta. Pero cuando Dios llama, su llamado es irresistible. El profeta Jeremías lo expresó de manera hermosa: “Me sedujiste, SEÑOR, y fui seducido; fuiste más fuerte que yo y prevaleciste” (Jeremías 20:7). Hay una fuerza en el llamado de Dios que va más allá de nuestras resistencias, planes o terquedad. Si Dios te está llamando a algo específico, a un cambio, a una obediencia particular, no gastes energía resistiéndote. Su llamado siempre prevalece, y es mejor rendirse temprano que tarde. Su propósito contigo se cumplirá.
- Dios usa nuestras capacidades para su gloria Dios no desperdició nada de lo que Saulo era. Su celo religioso se convirtió en pasión por el evangelio. Su conocimiento de las Escrituras se volvió la base de su predicación. Su educación le permitió dialogar con filósofos y autoridades. Su ciudadanía romana le abrió puertas que otros no tenían. Incluso su experiencia como perseguidor le dio credibilidad única para testificar del poder de Dios. Dios no te va a deshacer para volverte a hacer desde cero. Va a tomar lo que ya eres, tus talentos, tu personalidad, incluso tus luchas pasadas, y las va a redimir para sus propósitos. Esa tenacidad que te mete en problemas puede convertirse en persistencia para el reino. Esa sensibilidad que te hace sufrir puede convertirse en compasión por otros.
Reflexión y oración
Dios ve instrumentos útiles donde nosotros vemos problemas. Su llamado alcanza a los más alejados y su gracia redime lo que parece irredimible. El mismo poder que transformó al perseguidor en apóstol sigue obrando hoy. No hay persona demasiado perdida ni pasado demasiado oscuro para la gracia de Dios.
Señor, perdóname por las veces que he limitado tu poder con mis prejuicios. Ayúdame a ver a otros como tú los ves, con potencial para ser instrumentos en tus manos. Gracias porque mi pasado no determina mi futuro contigo. Toma todo lo que soy, lo bueno y lo que necesita redención, y úsalo para tu gloria. Que como Pablo, pueda responder con gozo a tu llamado, sin importar cuán inesperado sea. En el nombre de Jesús, amén.
