Versículo base: «Que toda persona se someta a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las autoridades que existen, por Dios son constituidas.» (Romanos 13:1, NBLA)
Viviendo el evangelio en las esferas públicas
Hay cosas que pasan cuando las elecciones están cerca. Los cristianos comenzamos a hablar de Romanos 13 como si fuera el pasaje que nos resuelve todas las discusiones políticas. Ahora bien, Pablo no escribió este capítulo para cerrarle la boca a nadie el día de las elecciones. Este texto es una extensión natural de lo que vimos en el capítulo 12: cómo vive una persona con mente renovada por el evangelio.
El capítulo 12 nos mostró cómo se aplica el evangelio dentro de la iglesia —en el servicio, la humildad, el amor fraternal y hasta el amor a los enemigos—, ahora el capítulo 13 amplía el zoom para mostrarnos cómo vivimos esa misma renovación en las esferas públicas. Los cristianos somos creyentes todo el tiempo, y nuestro testimonio se extiende más allá de los muros de la iglesia.
Entendiendo el pasaje
Pablo escribe a una iglesia compuesta por judíos y gentiles convertidos que enfrentaban tensiones específicas con las autoridades civiles. Los judíos convertidos traían el debate histórico: «¿Cómo dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios?» Era una discusión que había estado presente desde los días de Cristo. Muchos pensaban que relacionarse con gobiernos paganos comprometía su fe.
Los gentiles romanos convertidos también enfrentaban su dilema. Ahora servían a Cristo como Señor, pero vivían bajo César. Esta tensión entre lealtades podía empujarlos hacia la rebelión o la sublevación, comprometiendo el testimonio cristiano. Pablo busca un equilibrio: ni judíos ni gentiles debían promover la rebelión. El propósito del evangelio no es que vivamos en conflicto constante con los gobiernos, sino que vivamos pacíficamente en este mundo. El capítulo se estructura en cuatro secciones: el sometimiento al gobierno civil, las obligaciones tributarias, el amor como cumplimiento de la ley, y el testimonio de una vida pura. Todo esto conecta con el gran tema: cómo los creyentes damos testimonio al mundo de justicia, fe y piedad.
Tres verdades bíblicas
- Los creyentes vivimos comprometidos con nuestro testimonio hacia los de afuera Algunas veces dices: «A mí solo me importa lo que Dios piensa, él conoce mi corazón». Pero eso es incompleto. Tu vida está siendo observada constantemente. Eres un faro que alumbra, y los hombres ven tus obras y las juzgan. Estás llamado a evidenciar que el evangelio ha obrado en ti, a dar testimonio de la fe que el Señor plantó en tu corazón. No se trata de aislarte en una burbuja espiritual, sino de vivir consciente de que eres embajador de Cristo. Debes vivir como corresponde a quien tiene una mente renovada, tanto en tus relaciones con otros creyentes como con los de afuera.
- Respetamos las autoridades civiles reconociendo que hay una autoridad mayor Someterte a la autoridad civil no significa un sometimiento ciego. No significa abandonar tus convicciones bíblicas por obedecer a los gobiernos. Tienes una prerrogativa clara: eres respetuoso con las autoridades, pero cuando estas vulneran tu sometimiento a la Palabra de Dios, vas a escoger al Señor. Es mejor obedecer a Dios antes que a los hombres. Esa obediencia a los gobiernos es pacífica, busca mantener el buen testimonio del evangelio y la paz en los lugares donde vives. Pero nunca significa renunciar a hacer la voluntad de Dios o vivir para su gloria.
- Dios nos llama a vivir una vida santa que respalde nuestro testimonio Tu testimonio no solo se observa por cómo te relacionas con las autoridades o pagas tus impuestos. También se observa cómo vives de manera piadosa, justa y santa. El final del capítulo 13 habla de abandonar las prácticas de pecado, porque esa es la evidencia de que realmente has muerto al pecado, como Pablo explicó en el capítulo 6. Una vida santa, irreprensible, que abandona el pecado y se consagra al Señor debe ser el compromiso de todo creyente. Esta es la forma más poderosa de dar testimonio en todas las esferas de la vida.
Reflexión y oración
El evangelio nos hace ciudadanos responsables de dos reinos. Vivimos con lealtad al reino de Dios mientras honramos las autoridades terrenales que él ha establecido. Nuestro testimonio se extiende desde la iglesia hasta la plaza pública, desde nuestras relaciones familiares hasta nuestras obligaciones civiles.
Señor, ayúdame a vivir como embajador tuyo en todas las esferas de mi vida. Dame sabiduría para honrar las autoridades que has establecido sin comprometer mi obediencia a ti. Que mi vida sea un testimonio coherente de tu gracia, tanto en la iglesia como en el mundo. Ayúdame a vivir en santidad, siendo luz en medio de la oscuridad. Amén.
Lecturas del plan para hoy: 1 Samuel 15, Romanos 13, Jeremías 52, Salmos 31