Devocional para el 23 de octubre

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Un líder moldeado por el evangelio

Versículo base: «Doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, que me fortaleció, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio» (1 Timoteo 1:12, NBLA)

¿En qué momento perdemos el asombro por la gracia de Dios? Es una pregunta que vale la pena hacernos. Ser hijos de Dios, receptores de su gracia, tener la oportunidad de servirle, nada de esto puede volverse trivial. El día que perdemos ese asombro por la misericordia recibida, ese día nuestra vida de fe comienza a debilitarse porque corremos el peligro de olvidar también el evangelio.

Hoy comenzamos una serie de devocionales basados en 1 Timoteo, una carta que Pablo escribió a su discípulo amado para ayudarle a poner en orden algunos problemas que habían surgido en la iglesia de Éfeso. Falsos maestros habían comenzado a infiltrarse. Hombres que actuaban con malas motivaciones y que se habían desviado del evangelio. Pablo escribe esta carta personal para recordarle a Timoteo lo que realmente importa. Y en medio de sus instrucciones, introduce una nota de gratitud que nos deja ver su asombro de indignidad por haber sido un pecador alcanzado por la misericordia de Dios.

Entendiendo el pasaje

Pablo termina el versículo 11 del capítulo 1 recordando que el problema de los falsos maestros había comenzado justamente cuando abandonaron el evangelio. Habían olvidado que lo que salva a los pecadores es la buena noticia de la muerte de Cristo, y no la ley. Pero ahora, en los versículos 12-17, hace una pausa. Introduce una nota de gratitud donde nos muestra que él nunca ha olvidado de dónde lo sacó el Señor.

Esto es particularmente significativo. Él quiere que Timoteo vea que en contraste con los falsos maestros, los líderes que sirven con buena conciencia deben siempre reconocer de dónde los sacó el Señor. También puede ser que el Apóstol esté mostrando que de no haber sido por la misericordia de Dios, él sería igual o peor que estos hombres que se habían desviado. Pero sobre todo, Pablo le está modelando a Timoteo cómo es un líder que permanece con limpia conciencia delante de Dios. Es alguien que nunca pierde el asombro por el evangelio en su propia vida y que antes de predicar el evangelio a otros, se lo ha predicado a sí mismo.

La gratitud de este hombre de Dios tiene tres motivos claros. Da gracias al Señor por haberle fortalecido después de muchos años de servicio, de penas, dolores y sufrimientos. Atribuye el hecho de todavía permanecer fiel solo a la obra de Dios. También da gracias porque el Señor lo tuvo por fiel al ponerlo en el ministerio, justo cuando él estaba persiguiendo a los que servían al Señor. Y finalmente, Pablo da gracias porque la misericordia fue más grande que sus pecados. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.

Tres verdades bíblicas

1. La permanencia en la fe es obra de gracia. No somos guardados por nuestras habilidades. No somos fieles por alguna capacidad en nosotros, sino por Cristo que nos fortalece. Nadie puede gloriarse de sus años en el evangelio sin antes reconocer que de no ser por el Señor ni siquiera habríamos venido al camino. Esto debe hacerte permanecer siempre humilde. A veces somos demasiado severos en nuestros juicios con los que han caído, ignorando que nosotros también podemos llegar a ser tentados. Si tú no estás en la misma condición es por la pura misericordia del Señor.

2. La salvación es del Señor. No hay un corazón lo suficientemente endurecido como para que la gracia de Dios no lo ablande. Si estás orando por familiares no convertidos, no debes perder tu esperanza. La salvación es un milagro que Dios manifiesta todos los días. Pablo era la última persona en el mundo que alguien se imaginaría siendo un seguidor de Cristo, pero allí estaba. El Señor lo llamó justo cuando estaba persiguiendo a los que servían al Señor.

3. El evangelio merece nuestro asombro continuo. Estar reunidos un domingo por la mañana con otros hermanos, eso no lo merecíamos. Eso es misericordia. Que hoy nuestras vidas no divaguen detrás de los placeres de este mundo, eso es un milagro. Que hoy el Señor sea algo que deseemos y no alguien de quien queremos huir, eso es un milagro. Pablo, el gran apóstol del Nuevo Testamento, el que escribió cosas profundísimas, está recordando la verdad más elemental de la fe: yo era un pecador y Cristo me libró de la muerte.

Reflexión y oración

Para anunciar a otros lo que el evangelio puede hacer es necesario recordar lo que hace por nosotros. El evangelio es una verdad que nos sostiene a lo largo del camino. Pablo vuelve una vez más a ver ese evangelio como una realidad en su propia vida, mostrándose como el mayor de los pecadores. Aquí está Pablo recordándole a Timoteo por qué es importante que no pierda de vista a Cristo. El mensaje del evangelio debe ser exhibido como el sol, porque es lo que alumbra las vidas inmersas en las tinieblas del pecado.

Padre, gracias por traernos hoy a este pasaje. Gracias porque nos recuerdas que si permanecemos de pie es solo por tu gracia. Ayúdanos a nunca perder el asombro por tu misericordia. Que recordemos siempre de dónde nos sacaste y que vivamos cada día conscientes de que todo lo que somos lo somos en Cristo. En su nombre oramos, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

2 Reyes 4, 1 Timoteo 1, Daniel 8, Salmos 116

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.