Devocional para el 23 de septiembre

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Versículo base: «Y Él me ha dicho: “Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad”. Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí» (2 Corintios 12:9, NBLA)

Cuando Dios dice no para darnos algo mejor

Dios no siempre nos da lo que queremos o esperamos, pero siempre nos da lo que, de acuerdo con su voluntad, es lo mejor para el propósito de hacernos más santos. Estoy seguro que todos nos hemos enfrentado a esta realidad: es la frustración de clamar y clamar por algo y no recibir nada de parte de Dios, o recibir justo lo contrario. Nuestra tentación es la amargura y la tristeza; pero debemos entender que no somos el centro del universo y que Dios sabe mejor lo que es conveniente y bueno, porque Él conoce todas las cosas y porque ninguna maldad procede de Él. Este es el consuelo con el que se encontró el apóstol Pablo y que nos dejó en la forma de un pensamiento breve que nos ayuda a lidiar con las cosas que son comunes a todas las personas.

Entendiendo el pasaje

El capítulo 12 de 2 Corintios es parte de la defensa más personal de Pablo contra los falsos apóstoles que cuestionaban su autoridad. Estos “súper apóstoles”, como Pablo los llama sarcásticamente, se jactaban de sus visiones y revelaciones. Pablo responde contando una experiencia extraordinaria: hace catorce años fue arrebatado al tercer cielo, al paraíso mismo, donde escuchó palabras inefables. Cualquiera esperaría que después de semejante experiencia, Pablo viviera en un éxtasis espiritual permanente. Pero no fue así.

Veamos el versículo 7: «Para impedir que me enalteciera por las grandiosas revelaciones, me fue dada una espina en la carne, un mensajero de Satanás que me abofetee». Este “aguijón” o “espina” ha generado siglos de especulación. ¿Era una enfermedad ocular, como sugieren algunos por Gálatas 4:15? ¿Epilepsia? ¿Migrañas severas? ¿Un problema del habla? La verdad es que no sabemos con certeza, y quizá esa ambigüedad es intencional. Cada creyente puede identificarse con Pablo sin importar cuál sea su propio aguijón.

Lo crucial aquí es la respuesta de Pablo: tres veces rogó al Señor que lo quitara. El verbo “rogar” (παρακαλέω) implica súplica intensa, persistente. No fue una oración casual; fue un clamor desesperado. Y esta fue la respuesta de Dios: No. Pero no fue un “no” seco o indiferente. Fue un “no” acompañado de una promesa superior: «Te basta Mi gracia». Dios consideró que era bueno para el apóstol ser afligido, no por crueldad, sino para mantenerlo humilde y dependiente, para que el poder de Cristo se manifestara más plenamente en su debilidad.

Tres verdades bíblicas

  1. Dios es soberano sobre nuestras peticiones, no siervo de ellas Dios no tiene que responder afirmativamente todas nuestras peticiones. Fue C.S. Lewis quien dijo: “No sé dónde estaría hoy si Dios hubiese contestado todas las oraciones que he hecho”, refiriéndose a que muchas veces sus peticiones eran el resultado de su deseo personal y que Dios, en su misericordia, decidió simplemente no responderlas por su bien. No podemos creer la mentira de que nuestro Dios es bueno solo si hace lo que le pedimos. Ese humanismo es dañino y peligroso. Dios nunca prometió ser nuestro genio de la lámpara, pero sí nos dejó claro que Él es el Soberano que controla todas las cosas según su voluntad. Esto elimina la idea de que todo creyente tiene que ser sano o próspero. Aquí está Pablo, el apóstol más grande, clamando por sanidad, y un Señor soberano orquestando un plan mejor. Si Dios dijera “sí” a todo lo que pedimos, seríamos niños malcriados, no hijos maduros.
  2. El “no” de Dios frecuentemente esconde un “sí” superior A veces un “no” de Dios es mejor que nuestro “sí”. Que Dios permita cierto sufrimiento temporal no es necesariamente malo, a pesar de que el dolor no sea agradable. El propósito de Dios es que seamos cada vez más santos, y Él usará incluso la aflicción para eso. Si estás en una situación como la de Pablo, clamando por algo sin ver respuesta, da gracias al Señor y pídele que te permita ver cuáles son las áreas en las que está obrando a favor de tu vida en medio de todo ese dolor. El Señor se hace fuerte en esa debilidad. Piensa: ¿cuántas veces el aguijón de Pablo lo mantuvo de rodillas? ¿Cuántas veces lo protegió del orgullo que destruye ministerios? ¿Cuántas personas fueron consoladas porque Pablo entendía el sufrimiento? Tu dolor persistente puede ser la plataforma desde donde Dios muestra su poder más claramente.
  3. La gracia De Dios supera cualquier alivio temporal La gracia de Dios es suficiente. A veces pensamos que todo lo que necesitamos es un milagro a nuestro favor y nos olvidamos de que nuestro mayor problema ya ha sido resuelto. Una mirada más detenida a la obra de gracia del Señor al salvarnos nos lleva a estar contentos con todo lo que Él permita. Piensa en esto: el mismo Dios que no escatimó a su propio Hijo, ¿cómo no te dará también con Él todas las cosas? Si te negó tu petición, es porque tiene algo mejor preparado. Su gracia no es apenas suficiente; es abundantemente suficiente. Es la gracia que te sostiene cuando el aguijón duele más. Es la gracia que te da gozo cuando deberías estar amargado. Es la gracia que convierte tu debilidad en el escenario donde Cristo brilla más fuerte. Pablo descubrió que prefería tener el aguijón con la gracia que la sanidad sin ella.

Reflexión y oración

Dios valora más nuestra santidad que nuestra comodidad, más nuestra dependencia que nuestra independencia. Cuando Dios dice “no” a nuestras oraciones más desesperadas, no es porque sea indiferente a nuestro dolor, sino porque está comprometido con nuestro bien supremo. Su gracia no elimina el aguijón, pero lo transforma en un instrumento de gloria.

Señor, confieso que muchas veces he interpretado tu “no” como indiferencia o crueldad. Perdóname por creer que sé mejor que Tú lo que necesito. Ayúdame a confiar en tu sabiduría cuando no quitas el aguijón que me atormenta. Dame ojos para ver tu gracia suficiente en medio de mi debilidad persistente. Enséñame a gloriarme en mis debilidades para que tu poder se perfeccione en mí. Cuando clame por alivio y reciba gracia en su lugar, ayúdame a entender que me has dado lo mejor. Que mi aguijón, sea cual sea, me mantenga humilde, dependiente y útil para tu Reino. Gracias porque tu gracia siempre es suficiente, especialmente cuando no entiendo tus caminos. En el nombre de Jesús, quien aprendió obediencia por lo que padeció. Amén.

*Lecturas del plan para hoy:

2 Samuel 19, 2 Corintios 12, Ezequiel 26, Salmo 74

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.