Devocional para el 25 de mayo

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Versículo base: «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.»(Isaías 26:3)

La paz que trasciende las circunstancias

Me acuerdo en mis primeros días en la fe, había una canción que hablaba de la gran tribulación: un niño que buscaba desesperadamente a su mamá y la respuesta era “no está, se ha ido, la gran tribulación ha llegado”. No había forma de que la idea de la venida de Cristo me resultara amable, hasta que, por supuesto, el Señor me permitió conocer mejor su Palabra y la esperanza gloriosa que tenemos en Cristo, la cual es una fuente de profunda paz para los que en Él esperan. La diferencia entre el terror y la paz no está en las circunstancias, sino en el objeto de nuestra confianza.

Entendiendo el pasaje

Este texto se sitúa en la porción de Isaías que algunos estudiosos han llamado “el apocalipsis de Isaías”, que abarca los capítulos 24-27 y contiene descripciones del juicio contra las naciones, pero enmarcadas en las promesas de esperanza futura para el pueblo de Dios. En el capítulo 26, Isaías presenta un cántico de victoria que el pueblo entonará cuando Dios establezca su reino de justicia. El contexto inmediato habla de una “ciudad fuerte” donde Dios pone “salvación por muros y antemuro” (v.1), contrastándola con la “ciudad altiva” que será humillada (v.5).

Aunque era un mensaje para el Israel inmediato, también tiene implicaciones proféticas para el pueblo de Dios a lo largo de los siglos. La promesa de “completa paz” (en hebreo “shalom shalom”, una duplicación que intensifica el concepto) no es superficial. La palabra “persevera” literalmente significa “está firmemente establecido” o “está sostenido”. No se trata de un pensamiento casual en Dios, sino de una mente deliberadamente fijada en Él. Esta es, sin duda, una bella promesa de esperanza para los que confían en el Señor, especialmente relevante en tiempos de incertidumbre global.

Tres verdades bíblicas

  1. En el mundo hay turbación, pero en Cristo hay paz Jesús mismo nos advirtió: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Es cuestión de asomarnos solo un poco por la rendija de la realidad para darnos cuenta de que este mundo está cada vez más lleno de incertidumbre: crisis económicas, amenazas de pandemias globales con el recuerdo reciente de otras, tecnologías que avanzan sin freno, conflictos internacionales, y tantas otras cosas que nos pueden llenar de ansiedad. Pero para el corazón confiado en el Señor, ninguna de estas cosas es fuente de temor paralizante, sino de esperanza activa. No porque seamos ingenuos ante los problemas reales, sino porque conocemos al Dios que sostiene todas las cosas con la palabra de su poder. Dios guarda a los suyos en medio de la tormenta, no necesariamente alejándolos de ella, sino sosteniéndolos a través de ella.
  2. Dios nos llama a fijar deliberadamente nuestros pensamientos en Él La batalla por la paz se libra principalmente en la mente. La incredulidad comienza ahí y se traslada al corazón. Dudamos de lo que conocemos de Dios y damos demasiado valor a los escenarios catastróficos que ni siquiera han ocurrido. Pablo nos instruye en Romanos 12:2 a ser “transformados por medio de la renovación de vuestra mente”, y en 2 Corintios 10:5 a llevar “cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. Esto no es pasivo; requiere disciplina espiritual. Cuando tu mente comience a divagar hacia preocupaciones, deliberadamente redirige tus pensamientos hacia las promesas de Dios, su fidelidad pasada, y su soberanía presente. La paz no es automática; es el resultado de mantener nuestros pensamientos anclados en la verdad de quién es Dios y lo que ha prometido hacer.
  3. La paz verdadera viene de la certeza de la victoria final de Dios Nuestra paz no es una expresión emocional superficial ni un estado de no perturbación temporal, sino la firme certeza de que no seremos finalmente movidos porque el Señor vencerá sobre todo mal. Esta paz trasciende las circunstancias porque descansa en realidades eternas. Sabemos que todo el dolor y el sufrimiento de este mundo un día llegará a su fin cuando Cristo regrese a establecer su reino perfecto. Esta no es una paz que niega la realidad del sufrimiento presente, sino que lo coloca en la perspectiva correcta. Como Habacuc, podemos decir: “Aunque la higuera no florezca… con todo, yo me alegraré en el Señor” (Hab. 3:17-18). La victoria ya está asegurada en Cristo; solo estamos esperando su manifestación completa.

Reflexión y oración

La promesa de Isaías no es para los ocasionalmente religiosos, sino para aquellos cuyo pensamiento “persevera” en Dios. Esto implica una decisión constante de confiar en Su carácter y promesas a pesar de las apariencias contrarias. En un mundo que parece cada vez más inestable, los creyentes tenemos acceso a una paz que sobrepasa todo entendimiento, no porque ignoremos los problemas, sino porque conocemos al Dios que los resuelve según su perfecta voluntad y tiempo.

Señor, reconocemos que vivimos en un mundo lleno de incertidumbre y que nuestros corazones naturalmente se inclinan hacia la preocupación y el temor. Confesamos que muchas veces hemos permitido que nuestros pensamientos se enfoquen más en los problemas que en tu fidelidad. Te pedimos que nos ayudes a fijar deliberadamente nuestras mentes en ti, recordando quién eres y lo que has prometido. Cuando las noticias nos abrumen, cuando la economía tambalee, cuando la salud falle, ayúdanos a recordar que tú guardas en completa paz a aquellos que confían en ti. No pedimos escapar de todas las dificultades, pero sí pedimos la gracia de caminar a través de ellas con la confianza inquebrantable de que tú tienes el control. Fortalece nuestra fe para que, como Habacuc, podamos regocijarnos en ti aun cuando las circunstancias sugieran lo contrario. En el nombre de Jesús, el Príncipe de Paz. Amén.

*Lecturas del plan para hoy:

Números 34, Salmos 78:40-72, Isaías 26, 1 Juan 4

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.