Versículo base: «Me maravillo de que tan pronto ustedes estén abandonando al que los llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente, que en realidad no es otro evangelio; solo que hay algunos que los perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, les anunciara otro evangelio contrario al que les hemos anunciado, sea anatema.» (Gálatas 1:6-8, NBLA)
No hay otro evangelio
¿Alguna vez te has preguntado por qué la gente se siente atraída a lo “nuevo” en temas de fe? Libros que prometen secretos, iglesias que ofrecen fórmulas rápidas, predicadores que aseguran tener la clave para una vida mejor. Nos gusta la novedad y no es que haya algo esencialmente malo en lo nuevo sino cuando viene como resultado de cuestionar la suficiencia de lo que es vigente Ese es el tema que Pablo quiere abordar en la carta a Gálatas y que se estaba convirtiendo en un problema grave para las iglesias: No ha otro evangelio y no hay nada que podamos agregarle para hacerlo más efectivo.
Hoy comenzamos esta serie de devocionales en esta breve carta, que debo decir, ha sido uno de los textos más importantes en mi recorrido en la fe y tengo afecto y una inclinación especial porque fue por medio de la lectura de esta carta a los Gálatas que el Señor me permitió conocer y disfrutar el evangelio.
Entendiendo el pasaje
Gálatas es probablemente la primera carta que Pablo escribió. Su tono es diferente al de otras epístolas. Aquí no abre con gratitud o bendiciones extensas; entra directo con asombro y preocupación. “Estoy maravillado” —dice—, no en un sentido positivo, sino incrédulo ante la rapidez con que los gálatas estaban abandonando la gracia de Cristo.
En el fondo, habían sido seducidos por enseñanzas judaizantes: “Cristo sí, pero además las obras de la Ley”. Circuncisión, rituales, dietas. El problema no era que valoraran sus tradiciones, sino que las estaban poniendo como condición para ser aceptados por Dios. El sentido de este pasaje es claro: añadir cualquier cosa al evangelio es destruirlo.
El término anatema que usa Pablo es fuerte: significa “maldito”. En otras palabras, quien predica un evangelio adulterado se pone bajo el juicio de Dios. Y lo lleva al extremo: ni él mismo, ni siquiera un ángel del cielo, tendría derecho de alterar lo que ya fue revelado en Cristo. Esta actitud enérgica del apóstol es llamativa porque algo realmente glorioso y digno puede despertar una defensa tan celoso. En Galacia estaban aceptando un evangelio adulterado y eso es una afrenta a Dios y a Su obra,
Tres verdades bíblicas
- La gracia de Cristo no necesita complementos
El evangelio no es un proyecto a medio terminar al que tú le pones la última pieza. La salvación empieza y termina en Cristo. Cuando intentas “ayudar” a Dios con tus obras para asegurarte un lugar en el cielo, en realidad estás diciendo que la cruz no fue suficiente. Eso es grave. Hazte esta pregunta ¿descansas en la gracia o en tu desempeño? Puedes trabajar mucho en la iglesia, dar generosamente, incluso cuidar de tu familia, pero si tu seguridad delante de Dios está en eso, te has desviado. No hay nada que podamos añadirle al evangelio porque no hay nada que haga falta en nuestra redención, la obra ha sido completada. - El legalismo roba el gozo y la gloria de Dios
Pablo lo tenía claro: el evangelio produce una obediencia gozosa, no una carga amarga. Cuando tu fe se convierte en un conjunto de reglas humanas —“cómo debes vestirte, qué puedes ver, dónde puedes ir”—, en lugar de acercarte a Cristo, te estás alejando. El problema del legalismo no es solo que oprime; es que usurpa la gloria de Dios. Porque si mi esfuerzo es lo que me salva, ¿qué lugar queda para la cruz? El legalismo, disfrazado de espiritualidad, termina siendo idolatría y la peor forma de afrentar la obra de la gracia de Dios. - Ser fiel al evangelio implica oposición, pero agrada a Cristo
Pablo concluye diciendo: “Si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”. Eso es radical. El evangelio nunca ha sido popular porque confronta nuestro orgullo. Si eres fiel al mensaje de Cristo, tarde o temprano experimentarás rechazo. Pero agradar a Cristo vale más que la aprobación de cualquiera. Tu compromiso no es con la opinión pública ni con las modas religiosas, es con el Señor que te llamó por gracia. Recuerda: mejor sufrir con Cristo que triunfar sin Él.
Reflexión y oración
El evangelio no es negociable. No hay versiones, no hay mejoras. Hay un solo mensaje: Cristo murió por nuestros pecados y resucitó para darnos vida eterna. Alterar ese mensaje es colocarse bajo maldición. La vida cristiana no consiste en buscar la aceptación de otros ni en agregar méritos propios. Consiste en descansar, día tras día, en la obra completa de Jesús.
Señor, gracias porque me llamaste por gracia y no por mis méritos. Perdóname cuando trato de ganarme lo que tú ya has regalado en la cruz. Ayúdame a vivir confiado en tu obra perfecta, sin caer en el legalismo ni en el orgullo. Hazme fiel a tu evangelio, aunque me cueste la aprobación de otros. Que mi corazón se alegre en obedecerte y que toda la gloria sea siempre tuya. Amén.