Versículo base: «Después, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. Subí debido a una revelación y les expuse el evangelio que predico entre los gentiles, pero lo hice en privado a los de reputación, por temor de que estuviera corriendo o hubiera corrido en vano» (Gálatas 2:1-2, NBLA)
El evangelio que no necesita aprobación humana
¿Te has encontrado alguna vez con la situación en la que sospechas que estás recibiendo un billete falso? Con el tiempo aprendes ciertas técnicas de verificación de autenticidad, pero la mejor es tomar en tus manos uno que sabes que es real y comparar la textura, el color, las cintas y todos los elementos que puedas. La mejor manera de detectar un billete falso es compararlo con uno real. Pero encontrar un billete falso puede que no tenga consecuencias mayores. Algunas personas los rompen y otras simplemente lo rechazan. Sin embargo, cuando hablamos del carácter auténtico del evangelio, esto no es algo tan trivial. La vida eterna depende de ello, por lo que es importante que todo creyente tenga la certeza de que ha abrazado el mensaje correcto. Hoy Pablo nos mostrará cómo el evangelio verdadero, cuando es puesto al lado del original, demuestra su autenticidad sin necesidad de añadidos ni modificaciones.
Entendiendo el pasaje
Este capítulo nos lleva a uno de los momentos más críticos en la historia del cristianismo. Han pasado catorce años desde que Pablo comenzó su ministerio, y ahora sube a Jerusalén por revelación divina. Los falsos maestros en Galacia habían estado esparciendo el veneno de que el evangelio de Pablo era diferente al de los apóstoles originales, que los doce sí predicaban circuncisión y rituales judíos además de Cristo.
Pablo lleva consigo a Bernabé, su compañero judío de ministerio, y estratégicamente a Tito, un griego incircunciso. Tito era la prueba viviente del evangelio de Pablo: un gentil salvo por gracia sin haberse sometido a ningún ritual judío. El texto dice que Pablo expuso su evangelio «en privado a los de reputación». No porque dudara de su mensaje —había recibido revelación directa de Cristo— sino para evitar una división catastrófica en la iglesia naciente.
El versículo 3 es crucial: «Pero ni aun Tito, que estaba conmigo, fue obligado a circuncidarse, aunque era griego». Los apóstoles en Jerusalén no le exigieron a Tito ningún ritual adicional. El versículo 6 añade algo interesante: «Pero de aquellos que tenían reputación de ser algo… nada nuevo me enseñaron». Pedro, Santiago y Juan, las columnas de la iglesia, no corrigieron ni añadieron nada al evangelio de Pablo.
La idea de este pasaje es demoledor para los legalistas: el mismo evangelio que predicaba Pablo a los gentiles era idéntico al que predicaban los apóstoles a los judíos. La única diferencia era la audiencia, no el mensaje. Los versículos 7-9 muestran el reconocimiento mutuo: a Pedro se le confió el evangelio a los circuncisos, a Pablo a los incircuncisos, pero ambos predicaban la misma gracia, el mismo Cristo, la misma salvación por fe.
Tres verdades bíblicas
- El evangelio verdadero soporta cualquier examen legítimo Tu fe no debe temblar cuando alguien la cuestiona. Pablo no temía confrontar su mensaje con el de los apóstoles porque sabía que venía de Cristo. Si lo que crees es el evangelio bíblico —salvación por gracia mediante la fe en Cristo solamente— entonces puede resistir cualquier escrutinio. Pero cuidado: esto no significa que debas someter tu fe a cada viento de doctrina o a cada crítico que aparezca. Pablo fue por revelación de Dios, no por inseguridad. Examina siempre las enseñanzas con la Escritura, no con las opiniones humanas. Si alguien te dice que necesitas algo más que Cristo para ser salvo, no importa cuán impresionantes sean sus credenciales, está predicando otro evangelio.
- La unidad verdadera se basa en el evangelio, no en las formas externas Pedro predicaba a judíos, Pablo a gentiles. Diferentes audiencias, diferentes contextos, mismo evangelio. No confundas unidad con uniformidad. Puedes adorar con instrumentos diferentes, tener estructuras de iglesia distintas, celebrar la cena del Señor con frecuencias variadas, pero si el evangelio es el mismo, somos hermanos. Los apóstoles no le impusieron a Pablo su metodología judía; reconocieron la gracia de Dios en su ministerio gentil. Deja de dividir el cuerpo de Cristo por preferencias secundarias. La pregunta no es si hacen todo como tú, sino si predican a Cristo crucificado como única esperanza de salvación.
- Dios da ministerios diferentes para el mismo evangelio Pablo reconoce que a Pedro se le dio el apostolado de la circuncisión y a él el de la incircuncisión. Mismo Espíritu, mismo evangelio, diferentes llamados. No todos tienen que predicar como tú, servir donde tú sirves, o tener tu mismo énfasis ministerial. Dios puede llamar a uno a las misiones y a otro a la enseñanza, a uno a los niños y a otro a los ancianos, a uno a los pobres y a otro a los profesionales. El versículo 10 muestra la única petición adicional: que se acordaran de los pobres. La diversidad de dones y llamados enriquece a la iglesia; la envidia y la competencia la destruyen.
Reflexión y oración
El evangelio no necesita credenciales humanas pero puede soportar cualquier verificación honesta. Y eso no es arrogancia sino confianza en la verdad revelada. Cuando Pablo salió de esa reunión, no salió con un evangelio modificado sino confirmado. Los falsos maestros quedaron expuestos: no había dos evangelios, solo uno. Y ese uno no necesitaba circuncisión, ni rituales, ni obras adicionales. Solo Cristo. Solo gracia. Solo fe.
Padre, gracias porque el evangelio que hemos recibido es el mismo que transformó a Pablo, que predicaron los apóstoles, que ha salvado a millones a través de los siglos. Perdónanos cuando intentamos añadirle nuestras propias condiciones o cuando dudamos de su suficiencia. Danos discernimiento para reconocer el evangelio verdadero en medio de tantas falsificaciones. Ayúdanos a mantener la unidad en lo esencial y la libertad en lo secundario. Que nunca tengamos vergüenza de este evangelio que es poder de Dios para salvación. Úsanos con nuestros diferentes dones y llamados para extender el mismo mensaje salvador. En el nombre de Jesús, quien es suficiente para nuestra salvación. Amén.