Devocional para el 27 de agosto

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Versículo base: «Doy gracias a mi Dios siempre por ustedes, por la gracia de Dios que les fue dada en Cristo Jesús» (1 Corintios 1:4, NBLA)

Una iglesia sostenida por un Dios fiel

Quiero que pienses por un momento en una iglesia con estas características: experimenta continuas divisiones, toleran relaciones inmorales sin pudor, se demandan entre hermanos ante tribunales paganos, los ricos humillan a los pobres en la cena del Señor, compiten para mostrar quién tiene más dones espirituales, y algunos hasta dudan de la resurrección corporal de Cristo. ¿Tienes una iglesia así en tu mente? Puede que hasta estés pensando que eso no puede ser una iglesia. Pues esa es Corinto, pero hay algo que sombra y es como Pablo comienza su carta: dando gracias a Dios por ellos, por la gracia que tienen en Cristo y por los muchos dones que Dios les había dado.

Durante los próximos quince días exploraremos juntos esta carta que es quizá la más instructiva en todo el Nuevo Testamento sobre cómo resolver los problemas que surgen en las iglesias. Me emociona particularmente porque nos muestra una verdad fundamental: las iglesias subsisten por la fidelidad de Dios y no por alguna virtud en ellas.

Entendiendo el pasaje

Corinto era una metrópolis, tal vez la ciudad más rica de toda Grecia en los días de Pablo. Un importante puerto comercial con medio millón de habitantes. Contaba con un centro de adoración dedicado a Afrodita donde, según historiadores, trabajaban unas mil prostitutas sagradas. Para la época se había acuñado el término «corintizar» para referirse a vivir una vida desbordantemente inmoral y libertina. Eso hace que las palabras de Pablo cobren más relevancia: «la iglesia de Dios que está en Corinto».

Veamos. Pablo remarca desde el inicio su autoridad apostólica, algo crucial porque los corintios se estaban oponiendo a su apostolado. Algunos ni siquiera lo reconocían como apóstol. Menciona además a Sóstenes, ese hermano que fue maltratado y golpeado cuando la iglesia se plantaba, un líder de la sinagoga que había creído en Cristo y padecido por su causa. Pero lo más impactante es cómo Pablo describe a estos hermanos problemáticos: los llama «santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos» (v.2). Pablo afirma que fueron enriquecidos en toda palabra y conocimiento, que no les faltaba ningún don. ¿Sabes qué está haciendo? No está viendo a la iglesia con ojos humanos sino como Dios mismo la ve. Es como si dijera: «Yo no sé cómo vaya a salir algo bueno de aquí, pero estoy seguro que el Señor lo hará porque es evidente que él los llamó a la comunión con Su Hijo».

Tres verdades bíblicas

  1. La iglesia es un proyecto en construcción, no una obra terminada que salió mal Debemos pensar en la iglesia como un proyecto con mucho todavía que pulir. A veces desmotiva ver tanto escombro tirado, muros torcidos, varillas en el suelo; pero debemos ir a la mesa de los planos y ver cómo va a quedar el proyecto, porque está en manos de un arquitecto que nunca se ha equivocado en sus cálculos. Cuando miras a tu lado en la congregación, ¿qué ves? Dios nos da ojos para ver Su iglesia como Él la ve. Eso va a implicar corrección, exhortación y disciplina, pero ninguna desprendida del amor.
  2. La abundancia de dones no es sinónimo de madurez espiritual Esta iglesia tenía todos los dones pero estaba llena de problemas. El problema no eran los dones sino que creyentes inmaduros estaban abusando de ellos. En lugar de usarlos para edificación los usaban para división y provecho propio. Hoy vemos muchas personas abusando de los dones, pero eso no debe alejarnos de orar por ellos y por la madurez para administrarlos. Hasta el retorno del Salvador, Dios sigue equipando y enriqueciendo a Su iglesia para que pueda llevar a cabo la obra.
  3. Si hay alguna virtud en la iglesia, es resultado de la fidelidad de Dios Pablo menciona lo que será la iglesia en el futuro —perfeccionada— gracias al hecho ocurrido en el pasado de la elección hecha por Dios. Eso es una invitación para vivir en el presente a la luz de Su voluntad. El mensaje es muy claro, debido a que están unidos a Cristo, estamos seguros que Él los perfeccionará, pero mientras ese día llega, perseveren en santidad, anden en unidad y amor, manténganse firmes hasta el fin.

Reflexión y oración

A veces somos expertos en ver los errores y faltas en la iglesia, pero ciegos para contar las muestras de gracia que Dios ha dado a la congregación. Resistir el liderazgo siempre será una tentación que viene desde el Edén. No queremos nada que signifique sujeción, pero Dios ha diseñado las cosas para que funcionen con orden y autoridad. Si estás esperando encontrar una iglesia perfecta, la mala noticia es que no existe de este lado de la eternidad. Pero hay un lugar para ti también. No pretendemos ser quienes han alcanzado perfección sino quienes desean crecer en gracia y conocimiento de Dios.

Señor, gracias porque tu iglesia subsiste por tu fidelidad y no por nuestras virtudes. Perdónanos cuando solo vemos los escombros y no los planos gloriosos que tienes. Danos ojos para ver a tu iglesia como tú la ves, para amarla como tú la amas. Ayúdanos a confiar que el mismo que empezó la buena obra la perfeccionará. Que podamos perseverar en santidad, caminar en unidad y mantenernos firmes hasta que vengas por segunda vez. En Cristo Jesús, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

1 Samuel 19, 1 Corintios 1, Lamentaciones 4, Salmos 35

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.