Devocional para el 28 de julio

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Versículo base: «Y dirigiéndose a él, Jesús le preguntó: “¿Qué deseas que haga por ti?”. Y el ciego le respondió: “Raboní, que recobre la vista”» (Marcos 10:51, NBLA)

La pregunta más personal de Jesús

Los evangelios están llenos de escenas que muestran la tierna y asombrosa compasión del Señor, sin embargo, en el relato que hoy consideraremos hay más que eso. Es un retrato de la gran necesidad del hombre, de lo que Dios puede y quiere hacer y también de la dependencia que tenemos del Señor en cada área de nuestra vida. Qué bueno es saber que ese Dios infinitamente compasivo no ha cambiado y que podemos hoy acercarnos a él con la certeza de que escuchará nuestros ruegos.

Entendiendo el pasaje

Este milagro tiene una importancia particular en el evangelio de Marcos. Es registrado también por Mateo y Lucas, pero Marcos nos da el detalle del nombre: Bartimeo, hijo de Timeo. Su nombre significa literalmente “hijo de Timeo”, y Timeo puede significar “honorable” o “valioso”, una ironía para alguien que había sido reducido a mendigar debido a su ceguera.

Lo que hace especial este relato es su ubicación en la narrativa. Este es el último milagro registrado por Marcos antes de que Jesús entre triunfalmente a Jerusalén. Es como si el evangelista quisiera contrastar la ceguera física de Bartimeo, que fue sanada, con la ceguera espiritual de los líderes religiosos que estaban a punto de rechazar y crucificar al Mesías. También hay un contraste notable con el pasaje anterior: mientras el joven rico se alejó triste de Jesús por no poder renunciar a sus riquezas, Bartimeo, que no tenía nada material, dejó incluso su manto para correr hacia Cristo.

Bartimeo se acercó al Señor con una fe desesperada pero determinada. A pesar de que la multitud trataba de callarlo, siguió gritando con más fuerza: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!” Usó un título mesiánico específico, mostrando que entendía quién era Jesús. Su persistencia evidenció tanto su fe como su urgente necesidad. No se dejó intimidar por la oposición social ni por las convenciones de la época que probablemente le decían que se mantuviera en silencio.

Tres verdades bíblicas

  1. Hay necesidades para las que solo el Señor tiene una solución Hace un tiempo escuché esta idea, y voy a parafrasearla: si tus oraciones o necesidades pueden ser respondidas por un hombre medianamente rico, entonces algo está mal con tus oraciones. Pero este no era el caso de Bartimeo. Su necesidad era real, su clamor era angustiante porque en efecto lo que él necesitaba era algo que solo el Señor podía hacer. Puede ser que en ocasiones convirtamos nuestras oraciones y nuestra relación con Dios en algo utilitario, pero el Señor nos llama a reconocer nuestra profunda necesidad de él y de que hay cosas que solo él podrá resolver. Tus luchas más profundas, esa relación rota que no sabes cómo restaurar, esa adicción que no puedes vencer por tu cuenta, ese vacío en tu corazón que el dinero no puede llenar: esas son las necesidades que requieren la intervención divina.
  2. La compasión de Jesús es incomparable Cuando el Señor escuchó el clamor de Bartimeo, lo mandó a llamar. Tengo una biblia que resalta las palabras de Cristo en rojo y es impresionante cómo aparece esta expresión entre el resto de otras palabras: “llámenlo”. Bartimeo llamaba a Jesús, pero ahora es Jesús quien le llama. Es él quien quiere tenerlo cerca, es él quien ha escuchado su clamor. Ese es nuestro Salvador: uno cercano y compasivo que puede dolerse de nuestras necesidades. No es un Dios distante que observa desde lejos nuestro sufrimiento. Es uno que se detiene en medio de la multitud, que interrumpe su camino hacia una misión suprema, para atender el clamor de un mendigo ciego. Su compasión no conoce límites de clase social, condición física o circunstancia económica.
  3. El Señor quiere que reconozcamos nuestra dependencia de él Es interesante que cuando Bartimeo se acerca, el Señor le pregunta: “¿Qué deseas que haga por ti?” Y uno se pregunta, si Bartimeo lo había gritado, ¿cómo que no sabía? El Señor sí sabía su necesidad, era obvia, pero estaba estableciendo un vínculo de relación. Como un padre que escucha con atención las necesidades de su hijo con el compromiso entero de suplirlas. Cuando oramos a Dios incluso por aquello que él ya sabe que necesitamos, lo que estamos haciendo es justamente reconocer nuestra dependencia, nuestra necesidad y que él es nuestro proveedor suficiente. No es que Dios necesite información; es que nosotros necesitamos expresar nuestra fe y nuestra dependencia. La oración no cambia principalmente a Dios, nos cambia a nosotros.

Reflexión y oración

Jesús sigue haciendo la misma pregunta hoy: “¿Qué deseas que haga por ti?” No porque no sepa, sino porque quiere que reconozcamos nuestra necesidad y dependencia de él. Como Bartimeo, debemos acercarnos con fe persistente, sin dejarnos callar por las voces que nos dicen que nuestros problemas no importan. El mismo Jesús compasivo que se detuvo por un mendigo ciego se detiene por ti.

Señor Jesús, así como te detuviste por Bartimeo, sé que también te detienes por mí. Reconozco que hay necesidades en mi vida que solo tú puedes suplir, heridas que solo tú puedes sanar, problemas que solo tu poder puede resolver. No permitas que las voces del mundo me callen cuando clamo a ti. Ayúdame a tener la fe persistente de Bartimeo, y cuando me preguntes qué deseo que hagas por mí, que tenga la claridad para expresar mi verdadera necesidad y la fe para creer que tú puedes hacerlo. Gracias por tu compasión incomparable. En tu nombre, amén.

*Lecturas del plan para hoy:

Jueces 11, Hechos 15, Jeremías 24, Marcos 10

*Este devocional está basado en el plan de lecturas de Robert Murray M'Cheyne

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Jacobis Aldana, pastor Iglesia Bíblica Soberana Gracia

Sobre el autor de este devocional diario

Este devocional es escrito y narrado por el pastor Jacobis Aldana. Es licenciado en Artes Teológicas del Miami International Seminary (Mints) y cursa una Maestría en Divinidades en Midwestern Baptist Theological Seminary; ha servido en el ministerio pastoral desde 2011, está casado con Keila Lara y es padre de Santiago y Jacobo.